17. El rostro bajo la capucha

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Te diriges a la boca de una fiera, sin rostro, sin alma y que no dudará en deshacer cada rastro de pureza en ti.

La advertencia de mi madre resonó en mi cabeza mientras cada centímetro de mi cuerpo permanecía inmóvil. Thiago, con una sonrisa macabra en sus labios, se volteó de manera tranquila y tomó asiento en la cama.

—¿Estás bien, Adriana?—cuestionó con burla—. Pareciera que acabas de ver a un demonio.

—¿T-tú eres el encapuchado?—se me dificultaba formular las palabras debido al temor. Thiago respondió mi pregunta con un encogimiento de hombros—. No, simplemente no es posible.

—¡Claro que lo es!—exclamó emocionado—¡El chico de las clases de alemán, el chico que estuvo cerca toda el tiempo! ¿Sabes? Cada día me repetía algo. Debía estar cerca para espiarte, pero no lo suficiente o levantaría sospechas. Mantener ese equilibrio no fue fácil.

—No lo entiendo—acepté, presionando mi espalda con la puerta. Debía mantener la mayor distancia posible entre Thiago y yo—. Si tú eres el encapuchado... ¿quién intentó secuestrarme?

El castaño elevó su comisura derecha con malicia. Se levantó de la cama provocando que el horror tomase control sobre mis acciones y que de manera inevitable posicionara mis manos sobre el picaporte. En lugar de intentar detenerme, Thiago avanzó en dirección a la mesa de cristal para luego tomar la soda y comenzar a beberla.

Su reacción me provocó intriga, pero terminé recordando que se trataba de un psicópata. Uno que había intentado asesinarme durante cuatro meses. La lógica y él no eran para nada compatibles. Así en que un desesperado acto por escapar, tiré de la puerta y en el instante que esta se abrió, fui capaz de distinguir a una persona encapuchada frente a ella.

—Alfred, por favor, entra—le ordenó Thiago. Me hice a un lado y cuando aquella persona estuvo dentro de la habitación cerró la puerta—. La chica acaba de preguntar por ti. Ten la cortesía de mostrarle tu rostro.

La persona encapuchada asintió y retiró con lentitud la capucha, mostrando de esta manera un rostro conocido. Era el encargado del depósito, la misma persona que me salvó de morir en aquella explosión y que me había advertido sobre el peligro que corría.

Con él allí muchas sucesos cobraban sentido. Thiago me envío el mensaje diciendo que me esperaba en la fiesta porque de esa manera yo desconfiaría y terminaría asistiendo. Deduje que el intento de secuestro fue falso. Solo lo utilizaron para guiarme hasta Thiago sin generar sospechas.

—¿¡Trabajabas con él!?—ignoró mi pregunta con un rostro inexpresivo.

—Gracias Alfred, puedes volver a salir—el señor asintió y mientras abandonaba la habitación Thiago le ordenó—. Si la chica intenta escapar solo dególlala.

Me tensé al escuchar aquellas palabras. Alfred dejó el lugar y cerró la puerta con fuerza. Thiago avanzó en mi dirección, lo cuál alertó todos mis sentidos. Si decidía acercarse demasiado lo golpearía. Necesitaba escapar de allí y descubrir lo que había ocurrido con Mark. Por suerte solo tomó una silla, la colocó frente a la cama y acarició mi mejilla de la manera más retorcida posible.

—Siéntate, creo que mereces algunas respuestas—me ordenó acomodándose en la cama. Tomé asiente en la silla con desconfianza.

—¿¡Qué buscas con todo esto, Thiago!?—colocó su dedo índice encima de sus labios, mostrándome que debía hablar en un tono más bajo—. Intentaste asesinarme durante meses y jamás diste la cara ¿Qué cambió?

—Me continúas subestimando, pequeña ilusa—fingió estar ofendido—. Estoy al tanto de que no planeas regresar a Fox University. Te convertiste en mi juguete favorito, jamás te permitiría escapar.

Solo una noche©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora