24. El secreto de Mark

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Adriana

Me desperté en el instante que escuché el sonido de una notificación proveniente de mi móvil. Al abrir mis ojos con lentitud noté el adormilado rostro de Mark a centímetros del mío. Mi cabeza se encontraba recostada sobre su pecho. Este subía y bajaba de manera tranquila, lo cual provocó que esbozara una débil sonrisa.

Mark se veía tan diferente de aquellas manera. Su perfilado rostro, los lunares situados en este y ese carnoso labio inferior que recordaba haber mordido en varias ocasiones; me causaron ternura. Daba igual que fuese frío, arrogante y malicioso, estando dormido Mark reflejaba—sorprendente— inocencia.

Teniendo cuidado de no realizar movimientos que lo despertaran, bajé de la cama y avancé en dirección a mis jeans. En el instante que sostuve mi móvil descubrí que la notificación no era más que un mensaje de Denise. Opté por colocarlo encima de un pequeña mesa de madera y vestirme nuevamente. Cuando todas las prendas se encontraban encima de mi cuerpo, tomé el móvil y entonces leí:

¿Dónde estás, Adriana? ¿Dormirás con Brian?

Leer el nombre de Brian en aquel mensaje fue como si me lanzaran un balde de agua helada. Uno que tiró de mí con fuerza, regresándome a la realidad.

Por fortuna, o quizás desgracia, acababa de tomar una decisión. En el momento que Mark y yo nos fusionamos todas mi esperanzas, sueños y expectativas con Brian desaparecieron. No existía un retorno desde aquel punto. Mi única opción era afrontar las consecuencias de mis decisiones, y para ello debía ser sincera con Brian.

«Tranquila, estoy bien. Luego te explico todo» le texteé a Denise para después avanzar hasta mis zapatos, introducir mis pies en ellos, y justo en el instante que me disponía a marcharme; alcé mi vista, encontrándome con los atentos ojos de un Mark que traía sus brazos cruzados por detrás de su cabeza.

—No creí que fueras de ese tipo de chicas—soltó con un tono burlón.

—¿Ese tipo de chicas?—cuestioné, enarcando una ceja.

—Sí, ya sabes, esas que salen a hurtadillas luego de tener sexo—formó una sonrisa torcida—. Lo cual es extraño teniendo en cuenta tus gemidos hace unas horas.

—No estoy huyendo de ti—rodé los ojos— solo... necesito hacer algo.

—Aún es de madrugada—señaló luego de observar el reloj digital junto a la cama. Este mostraba la 1: 47 am—. Te acompaño.

Sin esperar que formulase palabra alguna Mark descendió de la cama mientras revolvía su cabello. Me fui imposible no fijarme en su pecho, sus hombros desnudos, e incluso aquel bulto que su bóxer contenía. No fue hasta que sus manos recogieron los jeans del suelo para luego colocárselos; que reaccioné. Mark no podía acompañarme. Su presencia no haría más que dificultarlo todo.

—No lo harás—le ordené—. Alguien podría vernos mientras vuelve de la fogata, Mark. No correré ese riesgo.

—¿Es un riesgo que alguien nos vea?—inquirió con una pizca de molestia—¿Me explicas el por qué? Según tengo entendido no le perteneces a nadie.

—Estás consciente de lo que ocurre con Brian.

—No, no lo estoy—rebatió, acercándose en mi dirección— solo estoy consciente de lo que ocurrió entre nosotros, Adriana. Tú y yo. Brian da igual.

—¡No para mí!—mis palabras causaron que su rostro se tensara.

—¿Vas a verlo, cierto?—dejé escapar un suspiro, para luego asentir. Mark negó, mostrando una fusión entre rabia y decepción—. Pues adelante, nadie te detiene.

Solo una noche©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora