13. Una noche inolvidable I

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Mark

Con rapidez cerré las puertas del armario. Al realizar un veloz repaso sobre mi habitación en busca de algo que me delatase, solo encontré la túnica encima de la cama y por las prisas no tuve otra opción que lanzarla debajo de esta.

Le guiñé un ojo a Boolly, la cual me observaba con atención cada uno de mis movimientos. Avancé en dirección a la puerta mientras dibujaba en mi rostro una sonrisa, y la abrí encontrándome con...

—¿Adriana?—alcé mis cejas fingiendo estar sorprendido—¿Qué te trae por estos rumbos, maleducada?

—Idiota—rodó sus ojos para después hacerme a un lado e ingresar a mi habitación—¿Dónde escondes a Boolly?

No pude evitar sonreír debido al tono en que lo preguntó. Un silbido fue necesario para que Adriana ensanchara sus ojos a más no poder. Boolly dejó la sedosa cama que yo mismo le había comprado y se acercó a nosotros con paso rápido, pero corto, llenando la habitación de un sonido metálico proveniente del collar dorado que colgaba de su cuello, y vistiendo un elegante suéter negro.

—¿¡Qué le hiciste!?—me reclamó mientras detallaba cada centímetro de la chihuahua—¿¡Por qué trae todo eso encima!?

—Tranquila, solo quise consentirla un poco—respondí mientras tomaba a Boolly del suelo para después acariciar su nuca—. Es la mascota de mi novia después de todo ¿cierto? Debe adaptarse a los lujos.

Me acuchilló con su mirada y extendió lentamente sus brazos para tomar a la chihuahua. Boolly, al notar que se acercaba, comenzó a ladrarle con furia incrementando la rabia de Adriana hacia mí. Continué acariciando la nuca de Boolly con el objetivo de calmarla y en el momento que se encontró algo tranquila, la llevé a su cama y dejé en esta un juguete de goma.

—¿¡También le has comprando juguetes!?—me encogí de hombros, conteniendo una sonrisa—. Por supuesto que lo hiciste—avanzó en mi dirección, histérica—¡Acabemos con esto... ¿Qué tienes planeado? ¿Otro secuestro? ¿Otro primo? ¿Invitarme a cenar en un sitio donde citaste a Brian?!

—¿Quién te contó sobre la cena?—palideció ante mi pregunta, logrando que yo dejase escapar una pequeña, pero burlona carcajada—¿En serio creíste que te llevaría a cenar?

Arrugó su entrecejo mientras repasaba cada centímetro de mi rostro en busca del mínimo ápice de mentira. Mordí mi labio para así conseguir irritarla, y lo logré. Después de negar con su cabeza me hizo a un lado y se sentó en mi cama buscando cercanía con Boolly. La chihuahua lanzó el hueso de goma debajo de la cama, y Adriana, al agacharse para recogerlo, halló la túnica que había "escondido" allí.

—Esto...—habló mientras se erguía con la túnica en su mano— yo he visto esto en...

—La feria secreta—completé la oración para luego acercarme a ella y tomar la túnica. Recordé que no podía guardarla en el armario y terminé lanzándola a un sofá, pero Adriana no le quitaba la vista de encima—¿Qué ocurre? ¿Tanto disfrutaste lo que viste allí?

—¿Y para ti es tan difícil ser directo?—inquirió mientras volvía su atención a Boolly para devolverle el juguete—. Sé que no organizaste todo esto para que durmiésemos a cada lado de una cama... ¿Qué planeas?

—En realidad la situación es curiosa. Yo organicé esto, sí, pero la idea es tuya—ver como se inquietaba por descubrir mis pensamientos era realmente entretenido—¿No lo recuerdas? Me dijiste que podríamos llegar a ser buenos conocidos. Ese es mi malévolo plan, que nos conozcamos.

Mientras Adriana procesaba mis palabras, avancé hacia los ventanales de la habitación y los abrí, provocando que una gélida corriente de aire ingresara al lugar. Tomé un gruesa manta de la cama y se la extendí a Adriana.

Solo una noche©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora