26. Desconocidos

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Lewisburg, cuatro meses antes.

—¿Qué necesitas para quedarte?—cuestionaba mi madre sentada en la cama de mi habitación.

—Te lo dije ayer, mamá, no cambiaré de opinión—me acerqué para luego tomar asiento junto a ella—. Mañana viajaré a Richmond, estudiaré, y regresaré siendo una profesional. Alégrate por mí.

En día anterior había tenido la misma charla. Mi madre continuaba intentando disuadirme de viajar, lo cual solo incrementaba que deseos de hacerlo. Gracias al universo, en aquella ocasión se encontraba un poco más calmada.

—Lo intento, pero no conoces el mundo exterior, Adriana—sus ojos reflejaban preocupación— debes estar atenta y jamás confiar en esas personas.

—Que sean ricos no los hace malas personas, mamá.

—Por supuesto que no, pero además de ricos son desconocidos, y no existe nada más peligroso que un desconocido.

—¿A qué te refieres?—la intriga me hizo preguntar

—En el mundo existen tres tipos de desconocidos—me explicó ella— los primeros son inofensivos. Esas personas que conoces de manera lenta, y poco a poco descubres que guardan bondad en su interior. Tu relación con ellos se fortalece de tal manera que crees conocerlos de toda la vida.

—¿Cuáles serían los segundos?

—Una de las peores—dijo en tono de advertencia— son esas personas que jamás demuestran lo que sienten. Fríos, distantes, por lo que nunca llegas a conocerlos del todo. Eso lo hace peligrosos.

—¿Por qué?—inquirí, ella acarició mi rostro.

—Porque son expertos en fingir sentimientos. Llegan a ti cuando tienes un mal día, regalan una inusual sonrisa, y te hacen creer que los hiciste cambiar, cuando en realidad solo desean manipularte. Aléjate de ese tipo de personas, quizás algunos sean inocentes, pero no debes arriesgarte o las consecuencias serán fatales.

******

Recordar la advertencia de mi madre en aquel instante provocó que esbozara un débil sonrisa cargada de ironía. En ocasiones aún se me dificultaba creer que ella también era una desconocida. Sin embargo, sus palabras no podían ser más ciertas.

Mark fue ese desconocido. En un principio se mostraba cortante, alejado, por lo que jamás fui capaz de descubrir lo que en realidad sentía. Tomó provecho de mi dolor al descubrir la muerte de mi padre y fingió estar a mi lado. Debí haber supuesto que solo me manipulaba para luego utilizarme sin una pizca de remordimientos.

Aunque ya daba igual. Todo daba igual. El decano Millers me había expulsado de Fox University por "el ataque violento y salvaje" que sufrió Gabrielle. Regresaría a Lewisburg en la mañana, pero antes necesitaba hacer algo.

—¿Estás lista?—cuestionó Brenda, llena de emoción.

—No lo sé.

—Solo mírate—la rubia señaló con su dedo a la elegante túnica roja que me cubría— te ves gloriosa. Gabrielle morirá de envidia cuando descubra que alguien nuevo liderará la feria secreta.

—Gabrielle no será la única persona que se lleve una sorpresa—sonreí con malicia— por cierto, gracias por convencer a los chicos de "Deseo y Libertad".

—No fue nada—se encogió de hombros con suficiencia—ellos ni siquiera soportaban a Gabrielle.

—Chicas—nos llamó Dan, el chico encargado de organizarlo todo—¿Ya podemos comenzar?

Solo una noche©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora