04. El escándalo

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Avanzaba con cuidado en dirección al chico que tenía en frente. Me encontraba en la azotea del dormitorio de chicas, habíamos quedado en vernos allí. Mi acompañante estaba sentado en el borde de la azotea, con sus pies colgando en el aire cosa que me ponía de los nervios.

Con extrema precaución me senté en el suelo, a una distancia desde la cual me era imposible ver el campus de la universidad. El chico se volteó hacia mí enarcando una ceja.

—¿No te vas a sentar a mi lado?—observó con "tristeza" el suelo junto a él—. ¿Tan terrible es mi compañía?

—Pues sí, la verdad—me encogí de hombros—. ¿Por qué crees que te pedí vernos aquí? No quiero que nadie me relacione con personas como tú.

—¿Personas como yo?—dramáticamente llevó la mano derecha a su pecho—. Ilumíname, ¿cómo serían esas personas?

—Presumidas, insoportables, creen saberlo todo y..—dejé escapar una sonrisa— se quedan horas esperando a que una desconocida despierte.

—Me confundes con un apuesto francés que ronda la universidad— habló con arrogancia—. He escuchado que es encantador.

—Y un poco engreído también—reí mientras negaba con la cabeza—. Dejando a un lado las bromas ¿qué querías hablar conmigo?

—No te lo contaré hasta que te sientes a mi lado—observó hacia delante, ignorándome—. Tú decides.

Después de suspirar pesadamente me puse de pie y avancé lo más lento que posible hasta llegar al borde de la azotea. En el instante que distinguí el campus y la altura a la que nos encontrábamos un terrible marea me invadió. Brian tomó mi mano con fuerza y gracias a la seguridad que me transmitió conseguí recomponerme y sentarme junto a él.

—Te dije que no era tan difícil—se regodeó mientras soltaba mi mano—. Contestando tu pregunta, estamos aquí porque quería pasar un momento agradable con alguien. Todos mis amigos estaban ocupados así que fuiste mi última opción.

—¿Es normal que aún así me sienta halagada?—le seguí el juego.

—Completamente normal—respondió mientras analizaba mi rostro, extrañado—¿Qué es lo que te aflige mademoiselle? Si me cuentas lo que ocurre quizás pueda ayudarte con mi basta sabiduría.

Dejé escapar un suspiro al escucharlo, al menos no tendría que fingir normalidad. Lo que tanto me inquietaba era la fecha de aquel día, siendo más exacta, el día de la semana en el que nos encontrábamos: Viernes. Mark me había citado para vernos en la noche, y sí, tenía curiosidad, pero era incapaz de olvidar lo ocurrido en la feria.

—¿Te atreverías a hacer algo que te está matando de incertidumbre, aún conociendo que puede ser arriesgado?—le pregunté.

—Oh, el miedo—dijo en voz baja, como si de un sabio anciano se tratase—. Ese jodido sentimiento que nos priva de las mejores experiencias. Si no enfrentas lo que temes jamás sabrás si el temor era real.

—¿Y qué ocurre si lo es?—cuestioné, algo confusa—¿Qué ocurre si el temor era real y quedo expuesta por seguir mis impulsos?

—En ese caso solo te quedaría una opción—me observó con una sonrisa en su rostro—. Llamarme al instante y yo te salvaré.

Le di un pequeño golpe con el codo para luego reír junto a él. A pesar de sus bromas Brian estaba en lo cierto. Si no enfrentaba a Mark de una vez por todas, si no era clara con él, no volvería a tener paz mientras estuviera en la universidad.

Me levanté algo temblorosa del lugar, teniendo cuidado de no caer. Cuando estuve de pie me acerqué a Brian y dejé un suave beso su mejilla. Se asombró de gran manera en el momento que sintió el beso, pero después de un sonrisa volvió su vista hacia delante.

Solo una noche©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora