21. Confesiones

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—No creo que sea una buena idea—repetía Andy por décimo cuarta vez mientras avanzaba detrás de mí—. Quizás mañana ella...

—¿¡Ella qué!?—lo interrumpí, furiosa—¡Sabes que no accederá a verme, pero necesito hablarle y no planeo continuar esperando!

Avancé con prisa hasta detenerme frente a la puerta de la habitación de mi madre, para luego tocar en ella.

Toda una semana había transcurrido una semana desde mi llegada a Lewisburg. Ese día, al cruzar la puerta mi primera intención fue hablar directamente con mi madre, entonces descubrí que me repudiaba tanto por lo ocurrido con Mark, que ni siquiera era capaz de dirigirme la palabra.

Mi objetivo no era sola exigirle explicaciones a ella, Andy también me debía muchas, pero deduje que los más sensato era charlar con ambos. Por aquella razón, durante días solo continuaba escuchando los «tienes que darle tiempo» de mi hermano, y aunque me urgía descubrir la verdad, decidí esperar a que mi madre cediera. Pero no lo hizo.

Lena Griffin—mi madre— abrió la puerta de su habitación y en el instante que distinguió mi rostro me lanzó una mirada de reproche, para luego dar un portazo en mi cara.

Apreté mis puños con fuerza mientras intentaba respirar de manera tranquila. Deseaba gritarle lo hipócrita y falsa que me parecía. El motivo de tanto repudio era la escena mía y de Mark que presenció. Algo ridículo teniendo en cuenta que me había ocultado la muerte de mi padre durante 8 años.

—¿Lo ves?—Andy me tomó del brazo para que me alejara de allí—. Terminará comprendiendo, solo debes darle un poco de tiempo.

—¿¡Unos ocho años tal vez!?—cuestioné, enfurecida, y Andy palideció al escucharme—¿¡En serio creíste que jamás lo descubriría!?

—No-no sé de qué hablas, pero si continúas alzando la voz nuestros hermanos pueden escucharte.

—¡Pues será mejor que mamá abra esa puerta o todo Lewisburg descubrirá la verdad sobre nuestro padre!

Mi hermano tragó grueso mientras observaba en todas direcciones, aterrado de que alguien hubiese escuchado mis palabras. Lo observaba, furiosa, con la vista nublada debido a las lágrimas que comenzaban a emanar de mis ojos. Fue entonces que él separó sus labios, inseguro, y justo en el instante que se disponía a hablar; la puerta de la habitación de mi madre se abrió con rapidez. Ella tomó del brazo para tirar de este, y cuando ambas estuvimos dentro de la habitación cerró la puerta, dejando a Andy fuera.

—¿¡Cómo descubriste lo de tu padre!?—exclamó ella, imponente.

—¿¡Me hablas a mí!?—forcé una sonrisa sarcástica—¿A esta pecadora, inmoral y fornicadora? Que conveniente.

—¡Solo el Señor sabe lo mucho que he rezado para olvidar las imágenes que presencié!—observó hacia arriba, extendiendo sus manos al cielo—¡Solo él conoce qué tantos otros pecados cometiste, pero eso no es importante ahora!

—¡En ese punto concuerdo contigo, aunque... si hablamos de pecados, mentirle a tu hija de diez años sobre la muerte de su padre también es uno!

—¡¡Hice lo necesario para protegerte del dolor!!—alcé una ceja para luego negar con mi cabeza—¡¡Tú padre no era ese ser de luz que recuerdas. Tú padre era una persona violenta y peligrosa!!

—¡¡No vuelvas a insultarlo!!—le grité con impotencia, conteniendo el mar de lágrimas en mi interior.

—¡Detente, mamá!—exigía Andy desde fuera mientras golpeaba la puerta.

—¿¡Quieres conocer la verdad!?—noté como formaba un débil sonrisa ladina, ignorando a mi hermano—¡¡Tú padre era un borracho que murió de cáncer estomacal y arde en el infierno por todos sus pecados!!

Solo una noche©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora