06. "Las bromas" de Fox University

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Descendí del auto sin tener la mínima idea del lugar en el que me encontraba. No podía ver nada, la venda en mis ojos me lo hacía imposible. Mi único apoyo era la persona que tenía al lado, esta me sostenía con delicadeza evitando que cayera al suelo.

—Sabes que si caigo, quedará en tu conciencia eternamente ¿verdad?—bromeé mientras avanzaba— esto de andar a ciegas es muy raro.

—Raro—dejó escapar una contagiosa carcajada—raro es como nos están mirando todos.

Con mi codo le di un pequeño golpe en el abdomen. Debía hacerle pagar su burla ante la situación. Posterior a fingir un dolor intenso, me condujo hasta unos escalones, los subimos con cuidado y entonces escuché el sonido de una pequeña campana. Definitivamente estábamos ingresando a una tienda.

En el instante que avanzamos percibí una olor extraño. Era algo así como una mezcla entre perfume, humedad y .. ¿pelos?. Mi curiosidad solo aumentaba, tanto misterio comenzaba a inquietarme. Fue entonces que sentí las manos de Brian retirar la venda, y al hacerlo pude apreciar el local en su totalidad.

—¿¡Una tienda de mascotas!?—inevitablemente mis ojos se cristalizaron, acto seguido me abalancé sobre Brian y terminamos abrazados—. No puedo creer que lo hayas recordado.

—Soy increíble ¿a que sí?—su sonrisa, como de costumbre, me permitía apreciar los hoyuelos más tiernos que hubiera visto—. Deja de acosarme y vamos a encontrarte un perro.

No reunía las palabras suficientes para agradecerle, así que me acerqué a su mejilla y dejé un beso en ella. Su rostro burlón se enrojeció al instante, y comenzó a evadir mi mirada. Entrelacé mi brazo al suyo y avancé tirando de él.

—Es la primera vez que hago esto—hablé con nervios—¿Cómo elijo a uno entre tantos?

—Sonará cursi, pero simplemente lo sabrás—de un estante a su derecha tomó una correa—. Por ejemplo, esta correa. Desde el momento en que la vi supe que nadie me haría sentir como ella. Otros quizás no le presten atención, pero para mí, es la correa más especial y auténtica del mundo.

—¿Sabes qué creo?—enarcó una ceja, divertido—. Creo que esa correa está feliz de haberte encontrado. Creo que contigo siente que puede ser ella misma y que nada más importa.

Mientras los dos reíamos distinguí un hermoso cachorrito, este era de color blanco, peludito y de orejas puntiagudas. Avancé en su dirección y me detuve frente a su jaula.

West highland white terrier.

Leí lo que al parecer era su nombre. Intenté acariciarlo pero ni siquiera me prestó atención. El cachorro solo corría sin detenerse de una esquina de la jaula a otra.

—Demasiado intranquilo—señaló Brian—intenta con el de al lado.

Asentí y me aproximé a la siguiente jaula. En esta se encontraba una chihuahua, también de color blanco, y que dormía tranquilamente. Me causó tanta ternura que intenté acariciar su pancita, fue entonces que despertó y se transformó en una fiera. Cuando retiré el dedo de la jaula se acomodó nuevamente y continuó con su siesta.

—¡Definitivamente es esta!—exclamé mitad asustada, mitad feliz—¡Esta es mi mascota!

—Debería de llamarse Pitbull—sugirió Brian.

—¿Pitbull?—cuestioné algo extrañada—. Pero si es chica, además es una chihuahua ¿cómo crees que la podría llamarla Pitbull?

—Porque aunque parezca ser tierna, incluso frágil, sabe defenderse de quien sea y cuando sea—Brian se agachó junto a mí para observarla con diversión—justo igual que su dueña.

Solo una noche©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora