07. La sorpresa de Mark

899 192 208
                                    

Llevaba un poco más de 30 minutos dando vueltas en la cama. Eran alrededor de las 12 de la noche y conciliar el sueño estaba siendo más difícil que nunca. Durante todo el día solo pensaba en Mark, en esa invitación, y en lo que seguramente ocultaba.

Me disponía a levantarme por un vaso de agua cuando escuché los quejidos de Boolly. Avancé hacia ella con cuidado de no despertar a alguien y noté que temblaba de frío. Me acerqué a la hermosa canasta donde se encontraba—canasta que Donna me había ayudado a decorar con lazos y telas—y la cubrí con una de las mantas situadas allí. Segundos después sus quejidos se detuvieron y continuó descansando tranquilamente.

Una brisa gélida rozó mi espalda y fue entonces que comprendí de dónde provenía aquella temperatura tan baja. Los ventanales de la habitación se encontraban entreabiertos, de manera que el viento nocturno se colaba entre ellos. Caminé hasta allí para cerrarlos y justo cuando me disponía a hacerlo, un recuerdo inundó mi mente.

—¿Y aquella cómo se llama, papá?—cuestionaba señalando a una hermosa estrella.

—Adriana—respondió él entre risas.

—¿Cómo yo?—la emoción no cabía en mí—. ¿Tengo el nombre de una estrella? ¡¡Eso es genial!!

—Y no de cualquier estrella—tomó mi pequeña nariz con sus dedos y la movió con cariño— tienes el nombre de la más brillante de todas.

Recordar aquellos momentos siempre me provocaban una sensación terrible en el pecho. Mis ojos estaban llenos de lágrimas y respirar comenzaba a ser molesto.

Corrí hasta llegar al frigorífico y me bebí dos vasos de agua mientras contaba mentalmente. Era una técnica que me ayudaba a calmarme. Minutos más tarde mi respiración volvió a la normalidad y después de secarme las lágrimas me dirigí a cerrar los ventanales.

Entonces lo vi.

Sentado en la azotea del dormitorio de chicos, se encontraba una silueta masculina. Traía una capucha, sus pies colgaban en el aire, y entre tanta oscuridad solo alcancé a distinguir la pequeña luz de un cigarrillo.

Y sí, me era imposible ver sus ojos, pero estaba convencida de que estos reposaban en mí. Aquel chico ladeó su cabeza de manera escalofriante y en el momento que su mano se alzó para saludar, cerré los ventanales, cubrí estos con las cortinas y rápidamente me dejé caer en la cama.

Aún sentía algo de miedo, pero no me quedaba otra opción que no fuera dormir. Coloqué todo aquello en un segundo plano, realicé profundas respiraciones y aún así no terminaba dormida. Era imposible con tantas preguntas rondando mi cabeza.

¿Sería aquella persona la misma que Brenda había visto con un cuchillo?

¿Por qué se encontraba allí?

¿Me estaba vigilando?

Con el pasar de los minutos llegó el sueño y terminé dormida. Sin conocimiento de lo que acechaba en aquella azotea, sin ser advertida de lo que vendría después. Al día siguiente todo comenzaría a complicarse, y no podría hacer nada para evitarlo.

******

Mi pierna se movía constantemente debido a la impaciencia. El camino a la mansión Adams parecía no tener fin, y esperar por largos periodos nunca se me dió bien. Con mis manos intentaba hacer que el vestido cubriera un poco más, pero Mark se había asegurado de que este mostrara justo lo que él quería.

Solo una noche©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora