Solo una noche©️

20. Despedidas

En el capítulo encontrarán el símbolo: "»" Significabque el personaje continúa hablando. Disculpen la tardanza, espero que lo disfruten.

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Felicidad.

El mejor de las sentimientos, pero también, el más difícil de conseguir. Si nos detenemos unos segundos y analizamos nuestro alrededor, comprenderíamos que cada acción realizada tiene como fin hacernos felices ¿Por qué? La respuesta es sencilla: En nuestro interior conocemos que los días soleados no son eternos. Estamos conscientes de que en algún momento afrontaremos tormentas letales, capaces de quebrar sueños, corazones y a nosotros mismos. Buscamos felicidad porque intuimos que la vida nos golpeará sin cesar, llevándonos al interior de un oscuro y doloroso agujero. Entonces, cuando estemos allí, recordar esos fugaces instantes de felicidad se terminarán convirtiendo en nuestro única y reconfortante escapatoria.

Yo fui feliz, al menos en los primeros 10 años de vida. Nuestra situación económica no era la mejor, pero con el salario de mi padre teníamos lo suficiente para vivir tranquilos. Sin importarle que mamá lo castigara por jugar con mis peluches, Andy continuaba haciéndolo por tal de verme sonreír. Papá solía llevarnos cada noche a observar las estrellas, incluso en los días que llegaba exhausto por el trabajo. Mamá era la más rigurosa, siempre lo fue, pero a pesar de su mal carácter en ciertas ocasiones, consideraría aquellos instantes como los más felices de mi vida.

Entonces nacieron los mellizos y todo cambió de manera drástica. Los regaños de mi madre aumentaron en gran medida. Andy, por alguna razón desconocida, dejó de jugar conmigo y se mantenía encerrado en su habitación. Mi padre comenzó a trabajar doble para mantener el hogar, por lo que jamás regresamos a observar las estrellas. No comprendía nada de lo ocurrido, pero supongo que alguna de manera comenzaba a aceptarlo.

Recuerdo que no fue nada fácil adaptarme a la nueva realidad, sin embargo, la peor parte de esta historia comenzó el día que desperté y mi padre nos había abandonado. Ni siquiera dejó una nota. Solo decidió marcharse, librándose así de todas sus responsabilidades.

Durante unos tres días las lágrimas, el dolor y la sensación de haber sido traicionada por la persona que más admiraba se convirtieron en mi única compañía, hasta que mi madre realizó ese misterioso viaje con Andy. Deduje que habían ido en busca de mi padre, y escuchar su conversación aquella noche solo confirmó mis sospechas.

Richmond. Ese era el destino que mostraba el billete de autobús que encontró en la mano de Andy mientras dormía, y el nombre que jamás abandonaría mi mente.

Mi hermano, con solo 15 años, no tuvo otro opción más que abandonar los estudios y comenzar a trabajar para mantenernos. Unos 8 meses después, cuando los mellizos ya eran capaces de andar por si mismos, mi madre los dejó a mi cuidado y finalmente consiguió un trabajo. Fue entonces, mientras observaba a mi madre y hermano esforzándose por darme estabilidad, renunciando a su comodidad para entregármela a mí; que el dolor se convirtió en odio, y la añoranza en sed de venganza.

En pocos meses todo había vuelto a una extraña y algo incómoda normalidad. Mi madre fue capaz de permitirse una niñera para los mellizos, por lo que yo regresé a mis estudios. Al llegar a la preparatoria utilicé sus computadoras para informarme sobre Richmond. No planeaba desistir, encontraría a mi padre y le arrebataría todo, al igual que él hizo con nosotros. Mi único obstáculo era la manera que lo hallaría, pues no conocía la ciudad.

Meses transcurrieron y yo continuaba buscando una manera de llegar allí sin levantar sospechas. No fue hasta que un día, mientras indagaba sobre la ciudad, hallé la excusa perfecta. Se trataba de la más estricta, lujosa y privada universidad de Richmond: Fox University. Al instante supe que llegar allí no sería fácil, por lo que comencé a estudiar rigurosamente y luego de 6 intensos años en los que me planteaba rendirme, dejar toda a un lado y continuar con mi vida; terminé consiguiendo la beca.