13. Una noche inolvidable II

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Adriana

—¡Hoy quebraste tu máscara, no hay retorno después de eso!

Sus palabras provocaron que un escalofrío recorriera mi espalda. Decidí que la opción más inteligente era ignorarlo y antes de dejar la habitación le lancé una última mirada. Me observaba con impotencia, incluso diría que algo enfadado. Mark supuso que había caído en sus encantos, aunque siendo sincera por un momento lo hice. Coloqué todo aquello de lado, y a pesar de que algo en mi interior rogaba por que me quedara allí, mantuve mi firmeza y abandoné aquel sitio con rapidez.

Bajé las escaleras del dormitorio de chicos mientras inevitablemente pequeñas lágrimas se formaban en mis ojos. Brian, él era la razón. Mientras besaba a Mark recordé todo lo que sentía por Brian y debido a eso conseguí recuperar mi autocontrol. Pero el daño era irreversible, había besado a Mark, engañado a Brian, y el hecho de que estuviéramos distanciados no hacía que me sintiera menos culpable.

Boolly, aún dormida, me sacó de mis pensamientos con un gruñido. Inhalé aire profundamente mientras limpiaba las lágrimas en mis ojos para después retomar mi camino. Analizando todo de una manera fría quizás solo debía fingir que nada había cambiado, que no había besado a Mark y que menos aún lo había disfrutado.

Atravesaba el campus cuando inevitablemente recordé mi conversación con... el innombrable. Me intrigaba la razón por la que el chofer de los Adams, aquel chico tan amable, había mentido contándome que... el inombrable tenía dos hermanos cuando en realidad eran tres. En el momento que reaccioné ya me encontraba en el dormitorio de chicas. Una brisa aterradora proveniente del campus acarició mi espalda, causando en mí una sensación horrible por lo que subí las escaleras a toda prisa.

Cuando llegué al piso en el que se encontraba mi habitación descubrí que este se encontraba en total oscuridad. Aquello solo ocurría después de las 11 pm. Tomé mi móvil con la intención de observar la hora, pero al encenderlo me encontré con 5 llamadas perdidas pertenecientes al señor del depósito. Le devolví la llamada en el instante.

—Gracias al cielo que llamaste—respondió a los pocos segundos— temía que algo te hubiera ocurrido. He intentado localizarte pero era imposible.

—Oh, perdone Sr Grundy—me disculpé con mi entrecejo hundido por sus palabras—¿Qué ocurrió? ¿Por qué está tan preocupado?

—Encontré algo mientras buscaba en los restos de la camioneta—explicó, percibía con claridad el nerviosismo en su voz—. Es una placa de metal con un mensaje en ella. Debes tener cuidado, muchacha, la persona que colocó esa bomba sabía que estarías allí.

—¿Qué dice la placa?—inquirí, algo asustada.

—Tienes más vidas que un gato, pequeña ilusa, seguramente sobrevives a esto. Si ese es el caso debo advertirte sobre algo—habló el Sr Grundy con dificultad, deduje que leía la placa—. Si te encuentras con Mark correrá la sangre.

—Gra-Gracias por contarme sobre esto, Sr Grundy—tartamudeé mientras me giraba en todas direcciones, aterrada—. Debo irme, tenga buena noche.

Corté la llamada y me apresuré en llegar frente a la puerta de mi habitación. Algo desesperada tomé la llave e intenté encontrar el cerrojo de la puerta, pero la oscuridad me lo impedía. El miedo comenzó a apoderarse de mí. Mis manos temblaban, un escalofrío recorrió mi cuello, y por más que deseaba alejar aquel pensamiento de mi cabeza podía imaginar al encapuchado acechándome en esa oscuridad.

De un momento a otro la llave ingresó, y corrí rápidamente al interior de la habitación. Cerré la puerta cuando estuve dentro y dejé escapar el aire, aliviada. Noté que todas la luces de allí también se encontraban apagadas, por lo que supuse que las chicas dormía y no encendí el interruptor.

Solo una noche©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora