CAPITULO 81: Youngblood

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*Este capítulo está dedicado a la perrita de mi novio que murió ayer... te vamos a extrañar mucho pelusa*

Miriel subía las escaleras tan deprisa como si la persiguieran, incluso cuando no era así, pero si deseaba alejarse lo más pronto posible de la situación que se había dado ahí abajo. Cuando finalmente llego al corredor principal se encontró con Déor e Idun, los dos jinetes de Rohan a los que Eothain les había pedido que la acompañaran para asegurarse de que sufriera un ataque como el del otro día, a Miriel no le molestaba pero ciertamente necesitaba algún tiempo a solas, así que de vez en cuando –y sobre todo dentro del palacio donde estaba más segura- le concedían algún tiempo para ella.

-¿Se encuentra bien Mi lady?- pregunto Déor cuando noto lo agitada que parecía.

-Estoy bien- respondió sin prestarles mucha atención, parecía que sus pensamientos la distraían, sus ojos se paseaban de un lado a otro nerviosos y lucía ruborizada, dándole un vistazo con más atención era fácil saber que no era miedo lo que la aquejaba, era algo diferente, lucia abochornada. A ambos hombres les pareció curioso verla así pero sabiendo que no era su asunto ninguno dijo una palabra, queriendo evitar el silencio que se había dado y sin ninguna intención de entablar una conversación más larga Miriel siguió su camino con el mismo apuro de antes.

-Mi lady- dijo uno de los hombres, ambos caminando tras ella- ¿está segura que no hay nada en que podamos ayudarla?

-Estoy segura, gracias- contesto sin mirarlos- Necesito hablar con el príncipe Arphen, voy a buscarlo en el salón principal.

-El príncipe no se encuentra ahí- comento Déor- me parece haber escuchado a uno de los guardias decir que ha estado en la armería real desde muy temprano- Miriel se detuvo en cuanto escucho eso y sin decir más cambio de dirección. Idun y Déor la siguieron sin decir una palabra hasta el largo pasillo que conducía a la armería, pero a la mitad de este Miriel se detuvo nuevamente para dirigirse a ellos.

-¿Les importaría esperar aquí?- les pregunto- estoy segura que no correré ningún riesgo- les remarco.

-Esperaremos al final del pasillo- dijo Déor, luego ambos se fueron por donde habían venido.

Miriel camino lo que faltaba para llegar a las puertas del salón destinado a guardar las armas, suspiro profundamente esperando que su rostro luciera más sereno, se asomo dentro y pudo ver a Arphen empuñando su espada y realizando una serie de complejos movimiento como si intentara acabar con un montón de atacantes invisibles que lo rodeaban, sostenía la espada con tanta fuerza que sus nudillo se veían pálidos.

-¿Arphen?- Miriel lo llamo esperando no tomarlo por sorpresa, él se detuvo al escucharla.

-Miriel- dijo dándose la vuelta, su pecho subía y bajaba con rapidez y sus ojos lucían inusualmente apagados- ¿qué haces aquí?- Miriel no estaba muy segura de que decir así que decidió simplemente ser honesta, se acerco hasta él y dijo:

-No te hemos visto mucho últimamente, tu madre está preocupada por ti y yo también... Dime qué pasa.

-No me pasa nada- dijo forzando una sonrisa- Solo estoy mejorando mis habilidades, ya sabes por si acaso me caigo del caballo pueda distraer a todos con algo.

-Arphen estoy hablando en serio.

-Yo también.

-Somos amigos ¿cierto?- pregunto Miriel arqueando una ceja, lo que se gano una mirada de suplica de Arphen que rogaba no tener esa conversación.

-Tú sabes que si- dijo finalmente.

-Entonces por qué no me dices que está mal, quiero ayudarte- Arphen suspiro, y a medida que la falsa despreocupación abandonaban su cara se dispuso a hablar.

Born to Die (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora