Soy parte de tu castigo

493 42 2
                                    

Capítulo 3. No queda nada de él.

En realidad no sé dónde me acabo de meter. Primero porque ¿a mí que me importa realmente lo que hagan o dejen de hacer? Y segundo; Creo que no es tan profundo cómo para que yo haya irrumpido así su conversación, pero es que...

¿Por qué Noah está recibiendo dinero del chico que me amenazó anoche?

Encima él le pegó a ese chico por defenderme...

Es que no lo entiendo.

Doy unos pasos atrás arrepintiéndome de mi impulsividad, y el primo de mi mejor amiga se aclara la garganta, bajando de su moto y dejándose caer sobre ella con los brazos cruzados.

Tiene una sonrisa de suficiencia en la cara que no sé a que viene, y sus ojos me hacen un escaneo que me incómoda, porque mis pintas...

—Cuanto tiempo.

—¿Que es esto? —pregunto con un hilo de voz ignorando sus palabras.

—¿A que te refieres exactamente con "esto"? —la ironía con la que se está manejando, me molesta, pero teniendo en cuenta que siempre se ha creído superior al resto, no me sorprende.

Muerdo mi labio y señalo a T, que me mira con cara de pocos amigos —Tú y él ¿que hacíais?

Noah alza sus cejas —¿A tí que te importa?

—Me importa, porque este chico me amenazó anoche, insultó a mi padre y tú le distes de hostias para defenderme—bufo —Ahora veo que te da dinero y que os lleváis bien.

—¿Nos estabas espiando, Ginebra? —ese mote... ¡La odio!

—No me llames Ginebra. Y no, no os espiaba —miro mis uñas —Ha dado la casualidad de que he mirado por la ventana y...

—¿No es muy temprano para estar despierta? —interrumpe.

Yo ladeo ni cabeza por como esta conversación está cogiendo otro rumbo y suspiro, poniendo el pelo por detrás de mi oreja —Noah...

—Gin... —replica.

Gruño, notablemente molesta —Igual de insoportable que hace unos años...

Eso es mentira. Hace bastantes años, cuando aún jugábamos juntos cada vez que yo iba a Chicago, él siempre se portaba genial con todo el mundo. Es verdad que se creía superior por ser mayor, pero no manejaba la arrogancia que desprende ahora.

Noah hace una mueca —Ni loco soy el de hace unos años, Ginebra —se incorpora y camina hacia mí, con una chulería digna de fuckboy que a mí me produce un asco brutal, y cuando lo tengo a dos pasos, se inclina para estar más cerca de mi rostro y sonríe —Ahora me considero un poquito peor.

Y tanto.

Él se cree que me está intimidando, que después de tanto tiempo sin vernos, verlo aparecer de nuevo y tan cambiado iba a sorprenderme, pero soy de calar facilmente a las personas, y esta manera de actuar es digna de carencias que seguro haya tenido en ese internado en el que decían que estaba.

Ruedo mis ojos cansada de este juego y acomodo mi sudadera —Creo que me voy a ir a casa, no tengo nada que hacer aquí.

—Eso tenías que haberlo pensado antes de montar este numerito —apunta T, pero lo ignoro.

Noah lleva ambas manos a sus bolsillos y se aleja, volviendo a sentarse en su moto —¿No me vas a preguntar que hago aquí, en tu ciudad?

Me intriga saberlo porque se supone que vive con su padre cuando no está en el internado, y a pesar de no saber nada de él, jamás lo había visto aquí, pero entiendo que esté.

LA SOMBRA DE LAS MARIPOSAS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora