¿Ahora qué, Gin?

505 44 8
                                    

Capítulo 5. Arreglado.

Lo primero que hago después de la confusión, es reír. Reír como una loca con los ojos cerrados y dejándome caer sobre el tejado, porque este chico está mal, pero mal, mal, fatal.

¿Quien en su sano juicio aceptaría un reto así?

Y lo más importante...

¿Quien en su sano juicio, gasta su tiempo en ni siquiera pensar en esa clase de retos?

Está claro que lo que va a salir de mi boca es un no. Espero que con mis carcajadas le haya quedado transparente.

Aparto mis lágrimas —Eres tan gracioso, Dawson...

El chico rubio frunce su ceño —Mi apellido es Reeves, no Dawson.

Calmo mi risa y muerdo mi labio, ladeando la cabeza —¿Cómo se te ocurre proponerme algo tan sumamente improbable?

—¿Preferías darme un beso, Ginebra?

—¿Me lo hubieses pedido, Reeves? —lo miro —Antes has dicho que...

—¿A que le tienes miedo? —su manera de entre cerrar los ojos y mirarme me pone muy nerviosa, pero no dejo que se me note porque ya me estoy soltando y quiero mantener mi determinación —Un verano para recordar buenos y viejos tiempos.

Niego —A mi no me interesa recordar nada, yo solo quiero ir a Suiza y tirarme en las colinas de Mürren con mi tía Paula, así de sencillo.

—Te he dicho que si no cumplías el reto lo pagarías caro.

Me levanto apartando el pelo de mi cara y suspiro —No te tengo miedo, y mucho menos tengo algo que ocultar, así que no intentes jugar conmigo.

El primo de mi mejor amiga me mira a través de sus pestañas y yo me cruzo de brazos, alzando mis cejas cuando veo que no se mueve para salir de aquí. Nos están esperando, y esta conversación ya no tiene más sentido, así que...

Noah mira al frente y traga grueso, echando su pelo rubio hacia atrás —¿De donde has sacado toda esa valentía repentina?

Me encojo de hombros —Siempre he sido así.

Asiente —Cierto, por eso tus actitudes anteriores después de no habernos visto en años, me habían dejado tan fuera de lugar...—se levanta y sacude sus manos, pegando su rostro al mío y clavando sus ojos en ¿mis labios? —Ese nerviosismo, esa timidez... —chasquea su lengua —No encontraba a mi Gin —aparta un mechón de pelo de mi cara para pasarlo detrás de mi oreja —Hasta ahora.

Mi Gin.

¿Este chico que se cree?

Cojo el aire suficiente para no titubear y antes de decir una palabra, Noah se me vuelve a adelantar —Aceptarás, Ginebra, yo me encargaré de que así sea.

Y después de eso sonríe y se va, sin dejarme tiempo a responder porque me ha dejado descolocada su manera de actuar cómo si tuviera el poder en sus manos de tomar decisiones que a él no le incumben.

Presiento que esta persona va a joder un diez por ciento de mi existencia.

😎😎😎

Me despedí de Rachel prometiéndole que alguno de estos días iría a la Fundación a visitarla, y a Noah lo que restó de velada hasta que se marchó, no le hice ningún caso. Me limité a hablar con mis amigas por mensaje o a escuchar con atención la conversación que mantenían mis padres con su invitada, mientras mi hermano y el insoportable hijo de Jey jugaban a la play.

He preferido no darle más vueltas al asunto porque no tiene ningún sentido, y esta noche la he pasado cómo un bebé porque no he dormido mejor en mi vida.

LA SOMBRA DE LAS MARIPOSAS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora