Mi refugio eres tú

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Capítulo 22."Los sueños al final de toda la mierda, se acaban cumpliendo"

Noah.

Estoy furioso.

Furioso con este frío interior que no se va con nada, furioso conmigo mismo por no estar aprovechando bien estos días en Chicago, furioso porque mi padre me ha llamado mil veces y no sé qué mierdas quiere ahora, y sobre todo furioso...

Furioso con ella, joder, que no entiendo a que juega y porque me tiene tan jodido si yo ya tengo la cabeza puesta en Bri.

Doy una calada larga al cigarro y camino calle arriba todo lo deprisa que estos zapatos de mierda me dejan, mientras la veo correr abrazando sus brazos y negando con la cabeza. Me parece estúpido todo esto, de no tener dos dedos de frente, porque yo debería estar disfrutando de mi novia, con una Copa en la mano, y estoy aquí, detrás de la chica que me ha roto el corazón que ahora parece que siente algo por mi.

De risa.

No me gusta poner en duda los sentimientos de nadie, pero lo de Gin canta, porque sale a decir esto ahora que yo realmente la estoy dejando atrás y de verdad, porque de verdad que Bri me hace especialmente bien.

A ver, dilo otra vez a ver si te lo crees.

Acelero más el paso para alcanzarla de una maldita vez pero freno en seco cuando ella choca con un chico alto al que reconozco muy bien, que llega con ropa de deporte y la abraza con fuerza.

Frunzo el ceño, viendo cómo Ginebra corresponde el abrazo de Gary con ganas, y niego porque soy imbécil.

Un puto imbécil.

A ella la ha removido la canción que ha cantado mi tía, por lo que significa para sus padres, no por nada más. Y si sé qué lo suyo es un juego ¿por qué mantengo la esperanza de que siente algo por mí?

Desde luego que mi abuelo Peter tenía razón cuando me decía que te agarras a un clavo ardiendo cuando hay amor de verdad. Que la mínima interacción con la otra persona, ya te parece un mundo, aunque sea una tontería.

Dejo escapar todo el aire por la nariz y me giro, dando otra calada y viendo a mi primo Mason acercarse a mí. Quedamos en vernos, pero no he tenido tiempo.

Se coloca a mi lado sin decir nada y expulsa el humo de su cigarro —Los Reeves no estamos hechos para el amor, Noah.

Caminamos relajados y asiento, mirando al suelo —No he heredado nada de los Dawson, y mira que ellos son de sangre.

Mi primo se ríe —Estamos jodidos.

Lo miro —No sabía que Trace te había calado tanto.

Él mira al frente y aprieta sus labios —La quiero, tío ¿que te puedo decir? —suspira —Tu prima es un puto torbellino de emociones, y por la única por la que dejaría de ser un capullo.

Me parece fascinante oírlo hablar así. Ni en mil vidas me lo hubiese imaginado, y ahora me siento un poco culpable por ayudar a Blanc con la sorpresa de venir a ver a Trace, pero es que sabía que a mí prima le iba a poner feliz, y yo sólo quiero eso, que ella sea feliz.

—Se ha pillado mucho por la chica, y parece que va enserio.

Asiente, metiendo la mano libre en el bolsillo —Las he visto, y ni por asomo le he sacado yo una sonrisa así.

Definitivamente los Reeves tenemos mala suerte —Tienes que intentar ser feliz por otro lado, cómo lo estoy intentando yo. Pretendientas no te faltan.

Niega, sin mirarme —Lo tuyo va a durar poco. Estás enamorado de Gin, asimílalo, y yo quiero a Trace, que es una Miller, y perdona pero ya sabes lo que dicen tus tíos de las Miller.

LA SOMBRA DE LAS MARIPOSAS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora