Capítulo 11. Sentir diferente.
Gin.
—Ahí está —mamá termina de subir la cremallera de mi vestido y yo sonrío, mirando mi reflejo en el espejo y gustándome lo que veo.
Me gradúo en dos horas y eso es lo que creo que me hace estar así de feliz y guapa, y no soy la única. Mi padre lleva desde anoche sin separarse de mí, sonriendo cómo un bobo y pidiéndome que le de consejos para su vestuario.
Dice que quiere que todo vaya bajo mi supervisión, y lo que él no sabe es que esta felicidad que tengo en parte es gracias a él y a mi madre, que son la personas que me han hecho el camino más fácil estos años de instituto.Toda la vida, en realidad.
La otra noche, después del caos que fue la cena, decidí que me iría con ellos de viaje, que no les fallaría, y mucho menos por Noah, que ha aparecido en mi vida para ponerla patas arriba y a mi no me gusta que jodan mi paz. Eso no quita que me doliese verlo en ese estado, que no me preocupara por cómo se fue. Después pensé que no podía fallarle por mucho que metiese la pata, y deseché la idea de no quedarme en Seattle este verano.
Lo llamé, primero para pedirle perdón por cómo lo traté, y sobre todo para saber si había llegado bien.
Ni siquiera se veía la moto por la velocidad que llevaba.
No me respondió, ni al día siguiente tampoco, y eso supongo que significa, que no está el horno para bollos.
—¿Llevas los pendientes que te regaló mi abuelo? —pregunta mi madre sacándome de mis pensamientos.
Yo me giro y asiento —Y las pulseras de la abuela Kate.
—¿El amuleto del abuelo George?
Una sonrisa aparece en mi rostro —Eso siempre lo llevo conmigo.
Mamá sonríe y agarra mis mejillas, para dejar un beso en una de ellas y mirarme con la misma adoración de siempre —Vas espectacular, Gin —niega —Eres preciosa, cariño.
Veo cómo se le empiezan a llenar los ojos de lágrimas y niego, porque no soporto ver a mi madre llorar, es algo que va en contra de mí.
—Mamá... —dejo mi cabeza caer sobre su pecho y la abrazo, cerrando mis ojos —No llores, no me gusta que lo hagas.
—Ya, ya, ya paro, es que saber que me voy a separar de tí después del verano, me pone triste, y si a eso le sumamos lo orgullosa que me siento de todo lo que has conseguido, pues...
Me río —Te quiero mucho.
—Yo también, mi vida.
—Y no te preocupes más por mi vida en Italia, piensa que ahora estoy aquí y que voy a aprovechar el verano todo lo que pueda con vosotros —hago una mueca —A mi también me va a costar teneros lejos.
Mi madre se aparta pasando una mano por mi pelo y comienza poco después a recoger el desastre que hay formado en mi habitación —Eso dices ahora, pero en cuanto te empiecen a salir planes con tus amigos, no vas a querer saber de nosotros, y mi vida, me parece espectacular que disfrutes con quien te de la gana.
—Tendré tiempo para vosotros, lo prometo.
Mamá asiente sin creerse una palabra y abre la puerta de mi habitación para salir, mientras yo me miro una última vez al espejo y sonrío ampliamente al verme exactamente igual a cómo había imaginando, con el traje de mis sueños y rodeada de los míos, que es lo importante.
Cuando ya creo que es suficiente y oigo murmullo en la planta de abajo, sonrío y salgo corriendo de la habitación para ver quién ha llegado. Seguro que son mis abuelos porque vienen con nosotros en el coche, pero dudo que ellos armen tanto revuelo.
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LA SOMBRA DE LAS MARIPOSAS
Teen FictionGin quiere sentir las famosas mariposas de las que su madre siempre habla y vivir un amor único e incondicional como el que vivieron sus padres. ¿Conseguirá encontrar lo que busca a pesar de la dificultad de su lista de condiciones? Un cambio de v...