Capítulo 4. ¿Estás segura?
Me siento muy bien, Rachel es maravillosa, y Noah vuelve a parecer el chico que jugaba conmigo al escondite y se peleaba con su prima para ver cuál de los dos me tenía en su equipo.
Pensaba que su prepotencia se haría notar, pero está de los más entretenido hablando con mi hermano y con mi padre de algo de la fundación y se le ve muy relajado y en su salsa.
Quizás lo juzgué antes de tiempo, pero es que lo de esta mañana...
Doy un buche a mi vaso de agua y sonrío, pendiente a lo que hablan mamá y nuestra invitada.
—Nosotros todos los años nos vamos a Argentina para estas fechas, pero allí todo es igual de caótico que aquí y no era precisamente lo que queríamos, por eso hemos cambiado el destino —dice mamá —Suiza es precioso.
Rachel sonríe y muerde su labio —No he tenido la oportunidad de ir, pero me lo puedo imaginar. —me mira —Es una pena que os vayáis para principios de verano, si os hubiérais ido a mediados quizás Gin hubiese podido acompañarnos.
Hago una mueca y echo mi pelo hacia atrás. Los chicos de la Fundación se van a mediados (casi finales) a un campamento, por eso cuando le he preguntado a Rachel que si al volver de mi viaje familiar podía incorporarme, me ha dicho que solo necesitaban ayudantes para el mes que estoy fuera.
Un chasco.
—Dos de las chicas se van a casar y estoy sola con Noah —continúa esta —Supongo que sus amigos nos echaran una mano. Son algo más de veinte niños.
Si sus amigos son todos como T...
El primo de mi mejor amiga se percata de que estamos hablando de él, y gira la cabeza hacia nosotros, mientras mira a su abuela con una sonrisa.
—¿Que pasa con mis amigos?
—Que nos ayudarán en la fundación.
Noah me mira —Por supuesto, ya que Gin no puede...
Entre cierro mis ojos sosteniendole la mirada, hasta que creo que es suficiente cuando una sonrisa ladeada aparece en su rostro y miro a Rachel, que lleva un bocado de la cena a su boca —Nada me hubiese gustado más que ayudaros, pero ese viaje es importante para mí, igualmente se lo comunicaré a mis amigas, a ver si alguna quiere.
No van a querer, pero bueno.
—Oh, no te preocupes, Gin, ya te he dicho que estos días puedes venir a vernos y quedarte un rato con nosotros. No están todos los pequeños todavía, pero hay unos cuantos.
—Si tengo algún hueco libre entre deberes y exámenes finales, por supuesto.
Asiento con una sonrisa y suelto los cubiertos, mientras siento como la mirada de Noah está sobre mí.
No sé porque lo sé, pero lo sé y lo siento.
Cuando pasan unos minutos más y ya estamos hablando del trabajo de papá, este se levanta y lo miramos, viendo cómo comienza a recoger los platos.
—Voy a por el postre ¿queréis algo a parte?
—No, gracias —contesta Rachel amablemente.
—¿Aquí se puede fumar? —Noah se levanta sacando el paquete de tabaco y miro a mi padre, que frunce el ceño.
—¿Fumas? —pregunta este.
Noah asiente y miro a su abuela que lo mira con desaprobación.
—Fumo desde los dieciséis.
—¿Y tu padre lo sabe?
Papá vuelve a preguntarlo y Noah agacha la cabeza, cambiando el semblante.
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LA SOMBRA DE LAS MARIPOSAS
Подростковая литератураGin quiere sentir las famosas mariposas de las que su madre siempre habla y vivir un amor único e incondicional como el que vivieron sus padres. ¿Conseguirá encontrar lo que busca a pesar de la dificultad de su lista de condiciones? Un cambio de v...