Contratiempo

305 25 2
                                    

Capítulo 33. "Siento algo raro en el estómago"

Noah.

El agua cae sobre el cuerpo de Gin y sonrío, lavando su cabeza y oyendo todo eso que dice que va a hacer en Italia cuando se instale, en una semana. Esta conversación no es que me haga especial ilusión tenerla, pero sé lo que significa para ella su nueva vida lejos de aquí, y con eso me basta para contrarrestar todo lo malo.

Hablando de cosas que hacen bien al alma. Hace un rato he vivido el momento más mágico, intenso y especial, que jamás podría haber imaginado, sobre todo porque nunca pensé que sería tal y como lo había soñado, y encima, con ella.

De solo volver a imaginar su piel, sus labios, su cuerpo desnudo...

Gin me vuelve completamente loco.

Estaba claro que venía a arreglar las cosas, pero no pensaba que lo íbamos a arreglar de esta forma, y que encima iba a salir tan bien, porque si, no ha sido un camino de rosas, pero ha merecido completamente la pena.

—¿Verdad, amor?

Mi novia me saca de mis pensamientos y parpadeo, apartando su pelo mojado a un lado y maldiciéndome a mi mismo porque no le estaba prestando mucha atención.

Pero es que joder, estoy en una nube.

Aclaro mi garganta, observando como el amor de mi vida se gira con su ceño fruncido, saliendo del chorro de agua potente de su ducha.

—¿Me estás escuchando?

Hago una mueca —Es imposible concentrarse contigo así, Ginebra, lo siento.

Mi chica rueda sus ojos, divertida —Pues céntrate que es importante.

Rodeo su cuello con mis brazos y beso su frente —Prestaré más atención —busco su boca —¿Que decías?

Gin pone ambas manos en mi pecho y me besa, cerrando sus ojos —Que podrías venirte la primera semana conmigo, así no se me hace tan cuesta arriba.

Rodeo su cintura para auparla y besarla con facilidad y asiento, perdido en sus besos —La vuelta será el doble de jodida, pero me da igual, acepto.

Se ríe —Que bonito eres.

Entierro mi cara en su cuello —No me hagas hablar —suspiro y la miro, saliendo de la ducha de una santa vez, con ella encima —Por cierto, ¿cómo has conseguido que tus padres no duerman hoy aquí?

Gin suspira y me pide bajar de mis brazos, agarrando su albornoz —Mi madre me ha echado una mano.

Alzo las cejas —¿Sabía que tú y yo...?

—Piensa que solo vamos a dormir juntos.

Que suegra más permisiva me ha tocado. Es la mejor.

Frunzo mis labios y agarro el albornoz que me ofrece mi novia —¿Y ahora solo vamos a dormir, no?

Gin se gira, entrecerrando sus ojos, y juro por el universo que estoy teniendo demasiada fuerza de voluntad.

Esto de haber encontrado una nueva manera de divertirnos, va a traer cola.

Mi chica lame sus labios y se coloca frente a mí —Por supuesto que solo vamos a dormir, por hoy ha sido suficiente.

Eso me saca una sonrisa —Hablas como si fuese un problema para mí —suspiro y me miró al espejo —No hay nada que me guste más que dormir abrazado a tí.

La oigo reírse cuando va hasta su habitación —Pondré el aire acondicionado entonces.

Me río yo ahora y niego, cambiando el semblante cuando "La gran duda" golpea contra mi mente una y otra vez. No quería que este tema de conversación saliera porque debe dar igual, pero sé que voy a comerme el coco más de la cuenta y me apetece dormir con mi novia agusto.

LA SOMBRA DE LAS MARIPOSAS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora