22. Carl II

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Agité la cabeza cuando terminé de colocarme la camiseta para que los bucles se acomodaran. Al final Rosita me había dejado el cabello suelto porque decía que le había quedado fabuloso.

La verdad es que cuando me lo peinaba ella siempre me quedaba genial, pero no lo diría delante de mi hermana o esta no me volvería a hablar el resto de nuestras vidas.

Terminé de bajar los escalones y llegué al lugar más triste de toda la comunidad.

El calabozo.

Nunca me habían gustado las cárceles, celdas y toda esa clase de sitios. Por eso lo había pasado tan mal cuando mi grupo se asentó en la prisión.

Yo se la hubiera regalado al Gobernador.

Me estremecí al ver al demacrado muchacho delante mía.

- Ron...

Aunque susurré él pareció oírme ya que levantó la vista rápidamente hacia donde yo estaba.

- ¿________?

Le hice un intento de sonrisa y él me la devolvió con más naturalidad.

- Te ves horrible. - Bromeé y él rodó los ojos.

- Y tú sigues igual de encantadora que siempre. - Replicó haciendo que estallara en carcajadas.

- Te he traído algo para que comas. - Con la linterna iluminé las galletas que había hurtado por la tarde. - Son las de Carol.

- Sam las amaba. - Dijo con tristeza. Agarré su mano a través de los barrotes en una intento de reconfortarle. - ¿Cómo está Carl? Nadie me ha dicho nada.

- Sobrevivirá. Pero eso ahora no es importante, ¿tú cómo estás?

Él se encogió de hombros. - No sé, me siento como ¿perdido? Sí, esa sería una buena definición.

Suspiré para intentar contener las lágrimas. - Lo siento.

- ¿Por? No ha sido tu culpa.

- Sí lo ha sido. Y entiendo si me odias, si todos lo hacéis en realidad.

- Tú no has hecho nada. - Repitió.

Era un desastre, era él quien me estaba consolando a mí cuando también era él el que más había perdido de los dos.

- Pero... si yo la hubiera convencido todo podría haber sido diferente.

- Cariño, los "hubiera" no existen. No te martirices porque no hay nada que nos asegure que las cosas serían diferentes.

Asentí y entrelacé nuestros dedos.

Ambos nos sumimos en un silencio al parecer recordando aquella noche que había ocurrido hacía tan solo una semana atrás.

Todo había pasado demasiado rápido.

En un segundo sostenía la mano de Carl atravesando una horda de caminantes y al otro mi mejor amiga me había separado de él y me reclamaba no quererla mientras se apuntaba directa a la sien.

***UNA SEMANA ATRÁS***

- Enid, baja eso. - Nerviosa de que hiciera alguna tontería coloqué una mano en el brazo que sostenía el arma. - Sabes que te quiero mucho.

- Pero no del mismo modo que yo. - Lloró.

Agarré su cara con mis manos y sequé sus lágrimas. - Baja la pistola por favor, hazlo por mí ¿sí? - Ella solo me miraba llorando sin cambiar la posición. - Enid, vamos a hablarlo. 

The Walking Dead - One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora