26. Kelly III

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- ¡Espera! - Detuve a apenas unos centímetros.

Me miró con una ceja alzada. - ¿Te has arrepentido?

- No, no. Solo quiero... ¿saber cuál es tu nombre? - Medio pregunté con vergüenza.

Él rio y negó con la cabeza.

- ¿Acaso importa? 

Volvió a aproximar su cara a la mía. - ¡Sí! Necesito saber cómo te llamas antes de que nos besemos.

Él analizó mi rostro durante unos segundos y yo no pude evitar enrojecer conforme pasaban estos.

- ¿Cómo crees que me llamo?

- No sé, nunca nadie ha dicho tu nombre delante mía. Y en mi mente eres "el chico nuevo".

Alzó las cejas. - ¿Piensas en mí?

- ¿Qué? ¡No! Digo, bueno sí, pero pienso en todos. - Sus cejas se elevaron aún más. - ¡Pero de ninguna manera especial! ¿Por qué siempre lo malinterpretas todo?

Puse mi frente en su pecho para que no viera mi cara toda rojita y riendo me abrazó.

- Eres tú la que lo ha malpensado, yo no he dicho nada. - Hundí aún más mi cara en él. - Anda venga, déjame ver esos ojitos.

- No. - Repliqué en tono de niña de 5 años.

- Vengaaa. Por favor. - Susurró en mi oreja la última parte.

Y el escalofrío que recorrió mi espina dorsal hizo que le hiciera caso.

- ¿Feliz?

Asintió. - K. 

- ¿Cómo?

- Mi nombre, es K.

[K en inglés suena como "Kay" /Kei/].

- Es bonito.

- Tú eres bonita. 

Y antes de que pudiera decir algo más unió, finalmente, sus labios con los míos.

Al principio me quedé quieta porque no sabía qué hacer, pero conforme pasaban los segundos los movía intentando hacer lo mismo que él.

Dejó un pequeño beso en mi mejilla antes de separarse del todo.

- ¿Y bien? - Pregunté inquieta ya que solo se había quedado ahí mirándome.

- ¿Cómo?

- ¿Qué tal lo he hecho?

Desvió su mirada de la mía. - No muy bien la verdad.

- Oh. - Fui lo único que conseguí decir. Humillada me intenté bajar de Kay pero él me abrazó más con sus brazos.

- Es normal besar mal la primera vez. - Su intento de confortarme solo hizo que me sintiera más avergonzada. - Te puedo seguir ayudando para que beses como una diosa. 

- No sé... - Pensé en Henry.

Él pareció captar la razón que me hacía dudar. - Seguro que Harry me lo agradecerá.

- Henry.

- Eso. Bueno, como te decía, a los chicos les puede dejar da gustar alguien si esa persona besa muy mal. Así que si yo fuera tú no me arriesgaría.

Asentí porque tenía toda la razón. 

- Bien... - Se pasó la lengua por su labio inferior y mis ojos siguieron ese movimiento. - Haremos que dejes de besar fatal.

Y esta vez fui yo quien acercó la cara a la suya.


***


Cerré lo más sigilosa que pude la puerta de casa. 

Aunque de nada sirvió porque en cuanto anduve dos pasos la luz del salón se encendió.

- ¿Qué horas de llegar son estas jovencita? - Habló mamá.

Puse la sonrisa más inocente que encontré en ese momento. - Lo siento mami, salí fuera y me dormí en el bosque.

- ¿Pero tú estás loca? ¡Con lo peligroso que es! ¡Vete despidiendo de salir por una buena temporada!

Asentí a regañadientes.

Aunque prefería que mi madre se pensara que era una incauta por quedarme dormida en medio del bosque a que se enterase que había pasado toda la tarde besando a un chico a solas en su casa.


***


- ¡________! 

Con los nervios de punta giré en dirección a la voz. 

- Henry, hola. 

- Últimamente no coincidimos.

Rio y yo le imité. 

O al menos esa fue mi intención.

- He estado castigada. - Hice un puchero. - Mi madre solo me deja salir para traer comida y ordeñar vacas.

- Yo esta última semana tampoco he salido mucho. Daryl encontró los libros que le pedí sobre...

"¡Qué culo!" pensé cuando vi a Kay levantando unos tablones de madera no tan lejos.

Lo tenía bastante redondito para ser un chico. El de Henry, sin embargo, sí era bien plano.

Y seguro que estaría tan duro como parecía.

Me hice una nota mental para la próxima vez que le besara comprobarlo.

Un chasquido a centímetros de mis ojos hizo que dejara de planear cosas.

- Te has ido. - Rio.

- Oh, sí, perdón. - Intenté recordar sobre lo que me estaba hablando pero habían otros temas que me estaban distrayendo. - Es que has mencionado lo de los libros y se me ha venido a la cabeza unos que me leí. Perdón. - Repetí.

Él negó sonriendo. - No te preocupes, hablo mucho. ¿De qué tratan?

- ¿Recuerdas el que me conseguiste cuando salisteis a la biblioteca? ¿Ese que tenía la portada rosa y lila? 

- Ajá.

- Bueno, pues es de la misma autora pero no tiene nada que ver. Va sobre una chica que se muda a una casa y en su nuevo instituto hay un vampiro asesino.

- Suena bastante interesante, ¿te parece que vayamos a mi casa y me cuentas más de ese libro?

- ¡Claro!

- ¿Tú no estabas castigada?

Mis pasos de detuvieron y sentí como mis nervios aumentaron.

- Mamá... ¡Hola! 

- Michonne perdona, ha sido mi idea. Estábamos hablando de unos libros de ciencia que tengo en mi casa y que creo que le pueden gustar mucho. - Improvisó rápidamente el muchacho.

- Sí mami, estoy intentando buscar nuevas flores. - Sonreí y puse mirada de cordero degollado.

- ¿Para que vayas otra vez fuera? - Se escandalizó. - No, ni hablar.

- Pero mamá... Solo fue una vez. Además, le pedí al tío Daryl que viniera conmigo la próxima vez y me dijo que sí. - No se le veía convencida en absoluto. - Él es muy responsable y siempre me cuida muy bien.

- Está bien. - Celebré abrazándola. - ¡Pero sigues castigada! - Gritó después de que me fuera corriendo de la mano con Henry.

Reí y le lancé un beso aún sin parar.

- ¿Entonces vamos a mi casa?



The Walking Dead - One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora