22. Carl (vs. Ron) IV

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- No me voy a poner eso, voy a parecer una cualquiera. - Repliqué en cuanto Rosita me enseñó la prenda.

Ella rodó los ojos. - Eres peor que tu hermana. Pruébatelo al menos.

Negué y me crucé de brazos. - Con mi ropa voy bien.

- Te estoy facilitando las cosas ________. Los hombres son muy básicos y podrían hasta vender a su madre ante una cara bonita.

- Yo ya soy bonita.

Rosita rio. - Lo sé cariño, pero ahora también haremos que seas sexy. - Rodé los ojos y asentí sin estar del todo convencida. - Carl se morirá en cuanto te vea. - Añadió con emoción.

Menos de diez minutos después me encontraba vistiendo una faldita negra con vuelo y una camisa blanca con pequeños grabados. - ¿Feliz?

Ella me analizó y de un rápido movimiento desabrochó los dos primeros botones de mi camisa. - Así mejor. Ahora solo falta el maquillaje.

- Claro, iré a por mi brillo de labios.

Detuve mis pasos al oír su escandalosa risa. - Hemos dicho sexy. El brillo de labios es para niñas, ahora siéntate y cierra los ojos.

Con miedo me senté donde me indicó y cerré los ojos. Aunque estos se volvieron a abrir cuando noté algo pegajoso sobre mi labio superior.

- Bienvenida ________ al apasionante mundo de la depilación. - Y a continuación sentí cómo me arrancaba parte de la cara.


***


- Necesito tu ayuda. - Hablé después de entrar sigilosamente a la habitación.

Rick me había pedido "amablemente" que dejara de visitar a Carl para no alterarlo.

El chico ni se inmutó.

- Carl... - Volví a intentar, pero él continuó leyendo el cómic.

Suspiré y armándome de paciencia me acerqué a él. El MP3 se encontraba descansado en su mesita de noche, por lo que, como me imaginaba, me estaba ignorando.

Con delicadeza me senté en frente suya y apoyé una de mis manos en su brazo. Rosita me había dicho que eso siempre funcionaba.

- Es importante. - Puse el tono más tierno que tenía.

Él al fin levantó la mirada hasta mí y capté cómo se abrió ligeramente su ojo al verme. También noté que su vista me recorrió y tragó saliva antes de hablar. - ¿Q-qué sucede? - Tartamudeó ligeramente.

Sonreí internamente. Ahora estaba feliz de haberle hecho caso a Rosita y ponerme más bella de lo que ya era.

Jugueteé con mis dedos sin saber muy bien cómo abordar el tema. - Tranquila, dime. - Me animó y a continuación entrelazó nuestras manos. - Me pones de los nervios cuando haces eso. - Rio ligeramente.

Llevé mi vista hasta ese lugar y luego nuevamente a su rostro. - Necesito tu ayuda. - Repetí y él asintió para que continuara. - Quieren matar a Ron. - Su sonrisa se borró y apreté su mano cuando noté que la iba a retirar. - Sabes que no se merece lo que le están haciendo, él solo me defendió.

Dio un tirón más fuerte y logró liberarse de mi agarre antes de levantarse y mirar hacia la ventana.

- No puedo ayudarte.

- Sí que puedes. - Me acerqué hacia él y le abracé por la espalda. - Por favor, habla con tu padre y haz que entre en razón.

- Te veo todas la noches ¿sabes? Cuando vas a visitar a tu novio. - Rio sin gracia. - Debería contárselo a mi padre.

- No lo harás.

- ¿Cómo estás tan segura? - Se dio la vuelta haciendo que nuestros rostros quedaran demasiado cerca y desvié mi rostro nerviosa. Carl colocó sus dedos en mi barbilla y movió mi cara a la posición anterior. - Quiero que me mires cuando te hable. - Temblé al oír su voz ronca y demandante y asentí torpemente. - Usa palabras.

- S-sí. - Respondí patéticamente.

- ¿Entonces por qué crees que no le diré nada? ¿Huh?

Luché por no demostrar lo que su voz me estaba provocando. - Porque él es nuestro amigo.

- ¿Tú y él sois solo amigos?

Asentí y él alzó una ceja. - Sí. - Hablé rápidamente.

- ¿Y qué es lo que hacéis los dos solos todas las noches? - Sus manos se deslizaron por mi espalda hasta llegar a mis caderas, donde las dejó.

- No te interesa.

Apretó levemente su agarre en mí. - Si te pregunto es porque sí. - Sonrió burlonamente. - ¿Jugáis a las mamás y los papás? - Preguntó con ironía.

- Estás siendo un idiota.

Él sonrió como si le hubiera dicho un cumplido. - No me has respondido.

Suspiré. - Le llevo comida y hablamos.

- ¿Toda la noche?

Ahora quien sonrió con burla fui yo. - Vaya, no sabía que te pasabas todas las noches mirando por la ventana pendiente de cuándo vuelvo.

Él rio y llevo una de sus manos a mi rostro. - Te has puesto muy guapa para verme. - Su pulgar rozó mi labio inferior. - El rojo es tu color. - Halagó haciendo referencia al color de pintalabios que llevaba. - ¿En mis labios quedará igual de bien?

- Lo tengo en casa, pero puedo ir en un momento y te lo traigo. - Esa sería mi oportunidad para escapar del momento que estábamos teniendo.

- Hay una forma más rápida de comprobarlo.

Y antes de poder preguntar cuál era sus labios ya estaban acercándose a los míos.

El plan era seducir para obtener la ayuda. No ser seducida.

The Walking Dead - One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora