1. Negan

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Corría tanto como mis piernas me permitían.

Había salido fuera de la comunidad solo 5 minutos, ¡5! y justo los Salvadores vinieron.

Estaba aterrada de que alguno hubiera entrado en casa y pudiera hacerle algo a mis pequeños.

- Mamá. - En cuanto entré y me recibió Carl con esa mirada supe que estaba pasando algo malo.

- ¿Dónde está tu hermana? - Susurré mientras empuñaba mi cuchillo.

Él me cogió de la mano que tenía libre y me guió a la cocina.

Un hombre estaba de espaldas sosteniendo a Judith mientras meneaba algo en una olla, cuando oyó nuestros pasos se giró y sonrió de lado.

No pude evitar lanzarle una mirada de arriba a abajo. Era muy atractivo. Alto, pelo negro, ojos claros y porte de chico malo. Dios bien sabía que esta clase de chicos eran mi debilidad.

- Pero bueno muchacho, si hubiera sabido que me iban a recibir así de bien hubiera venido antes. 

- ¡Mami! - Dijo mi princesita mientras estiraba sus bracitos en mi dirección.

Fui en su dirección y la cargué aún sin quitar la mirada de él.

- Mamá. - Habló esta vez Carl. - Él es Negan.

Inquieta me acerqué hasta Carl y lo puse detrás de mi espalda. Aún no había tenido el "placer" de conocerlo en persona, pero bien sabía lo que le habían hecho los Salvadores a mi familia.

- Vaya, así que la chica de Rick. ¡He de reconocer que tiene muy buen gusto! - Me lanzó una mirada que me puso nerviosa antes de girarse y volver a mover lo que estaba en la olla. - Pensaba que estaba con la chica de rastas. No seré yo quien lo culpe por tener varias mujeres. - Rió. - En fin, estoy haciendo espaguetis, comeremos todos juntos en cuanto tu maridito llegue.

Quise corregirle pero me callé. 

Rick no era mi marido sino mi mejor amigo. Trabajaba con él y con mi novio Shane en la estación de policías antes de que todo esto pasara y pese a haber intentado tener algo cuando descubrimos que Shane y Lori, la mujer de Rick, nos habían engañado, no funcionó. 

Aún así, sus hijos me veían como si fuera su madre y yo los veía como si fueran mis hijos.

Dejé a mis niños en mi habitación mientras yo me duchaba y cambiaba rápidamente. No es que me importara mucho cómo me viera para ese psicópata pero estaba llena de barro y sangre de caminante.

Pregunté qué había pasado en mi ausencia y Carl me aseguró que nos les hizo nada y que se portó muy bien con Judith.

Me estaba terminando de atar las zapatillas cuando oímos cómo tocaban a la puerta.

- Chicos, ya está lista la comida, bajad.

Vi a Carl levantar la baldosa suelta donde sabía que guardaba mi arma.

- Carl, no. Si la descubre se la tendremos que dar y estaremos menos protegidos.

- ¡Pero mamá..! 

Negué interrumpiéndolo y él finalmente me hizo caso. 

Cuando llegamos al salón pude ver que había preparado la mesa.

- Preciosa, tú vas aquí. - Me señaló el sitio a su lado. - Me he tomado la libertad de calentar un poco de puré para que la pequeña coma. Tráela, tranquila, solo se lo voy a dar antes de que se le enfríe. 

Le pasé a Judith aún sin estar de todo convencida.

- Muy bien pequeña, el tío Negan te va a dar el jodido puré de verduras más rico del mundo. - La apoyó en una de sus piernas mientras le daba de comer. - Muy bien niña, así un día serás igual de grande y guapa que tu mamá. - Me lanzó una mirada coqueta.

Noté cómo mi corazón empezaba a acelerarse. Me sentía estúpida, ya que era el hombre que nos había hecho tanto daño. Aún así, no podía evitar sentirme atraída hacia él y ver cómo se comportaba con Judith solo hacía que me gustara más. Había algo muy mal conmigo.

Estábamos todos concentrados en la pequeña, por eso no nos dimos cuenta cuando Rick entró.

- Negan. - Pronunció.

- Rick, ven ¡te estábamos esperando para comer!

Rick miró a sus hijos antes de mirarme a mí. - ________.

- Tranquilo, está todo bien. Siéntate por favor. - Aunque Negan no había hecho nada malo de momento me preocupaba que si Rick desobedecía, pudiera alterarse. Y más teniendo en cuenta que Judith aún se encontraba en sus brazos.

- Haz caso a tu esposa, Rick. Llevamos todo el día esperándote, no seas maleducado.

Rick se sentó en el único sitio que quedaba libre, justo al otro lado de Negan.

Este último se levantó para poner a Judith en su trona, la cual colocó entre nuestras sillas pero un poco atrás, haciendo así que esté cerca nuestra pero que no nos molestara. Antes de volver a su sitio, le limpió los restos de puré de su cara y le dio un beso de forma tierna en la cabeza.

Mi corazón volvió a acelerarse estúpidamente al verlo.

- Espero que os guste, vuestro hijo ha estado ayudando. - Informó mientras nos servía un plato a cada uno. - Sabes Rick, debería estar enfadado por haber ocultado a estas dos bellezas. Aunque no te culpo, yo hubiera hecho lo mismo.

Estuvimos poco tiempo en silencio hasta que Negan lo volvió a romper. 

- Chico, hay que ver qué padres más aburridos tienes. - Carcajeó. - Preciosa, pregúntale qué tal ha ido su jornada de búsqueda de cosas para los Salvadores. Pero bueno, ¿dónde están mis modales? ¡No se habla de trabajo en la mesa! - Volvió a reír y mi corazón se aceleró otra vez. En serio, estaba enferma. - Dime Rick, ¿dónde conociste a esta preciosidad?

 - Trabajábamos juntos en la comisaría. - Se limitó a contestar.

- Así que una poli. - Me miró mientras se lamía los labios. - No hay nada que me ponga más que una mujer en uniforme.


La charla siguió mientras comíamos. Aunque esta parecía más bien un monólogo suyo, donde la mitad de cosas que decía eran coqueteos hacia mí, y de vez en cuando Rick y yo contestábamos a lo que nos preguntaba. Carl no había abierto la boca en todo el rato y cada vez parecía más enfadado e incómodo.


- Carl, ayúdame a retirar la mesa. - Pedí deseando escapar ya de él y de la extraña tensión que me producía.

- Está bien muchacho, yo la ayudo. - Interrumpió Negan.

Sin decir nada apilé los platos y cubiertos los llevé al fregadero para limpiarlos.

Sentí una respiración que me erizó los vellos de la nuca y unas manos dejaron los vasos y la olla en el fregadero, luego, se colocaron a ambos lado de mi cintura. No podía ver quién era ya que se encontraba a mis espaldas pero no me hizo falta para saber quién era.

- ¿Sabes preciosa? Hay pocas cosas que me causen fascinación en este mundo, pero he de reconocer que tú eres una de ellas.

No sabía qué decir así que me quedé callada.

Él rió de forma ronca y me retiró el cabello hacia el lado contrario al que se encontraba su cabeza.

- Todo esto pertenece a los Salvadores, me pertenece - Susurró en mi oído. - Eso te incluye a ti ________. - Acto seguido paseó su nariz de forma delicada por mi cuello mientras se pegaba más a mí haciendo que sintiera muy muy bien todo su cuerpo. - Nos vemos muy pronto preciosa. - Me dejó un beso húmedo en el cuello y se marchó.

Y yo me quedé ahí parada, aún procesando todo lo que ese hombre me había hecho sentir.



The Walking Dead - One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora