22. Carl (vs. Ron) VIII

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Suspiré sin saber muy bien qué decir. 

"¿Sí Carl, cóbrate?" 

No, gracias.

Pero no hizo falta contestar nada puesto que un furioso Rick entró en la habitación.

- Creí que quedó claro que no te quería cerca de Carl. 

Miré al suelo porque sabía que tenía razón.

- Perdón. - Susurré arrepentida.

- ¿Perdón? - Rio sin gracia y avanzó hacia mí. - Te dije que tenía que estar tranquilo, que te mantuvieras lejos porque tú le estresas. ¡Y te las arreglas para llevarle fuera y toparos con una horda!

- No le grites.

Rick ignoró a su hijo y dio otro paso en mi dirección. - Te hieres, haciendo que todos esos caminantes os persigan.

- Ya basta. - Repitió el joven.

- Le haces cargarte vete a saber cuántos kilómetros cuando sabes que está débil y no puede hacer esfuerzos.

- ¡Papá! - Carl se situó entre su padre y yo. - Ya, para. Fue mi culpa.

Rick alzó la ceja. - Llevas sin salir de la habitación por más de cinco minutos todo este tiempo. ¿Quieres que crea que decidiste tú solo ir fuera de los muros? ¿En tu estado?

- ¡Deja de repetir eso! ¡Salí precisamente para demostraros a todos que no soy débil! - Sujeté la mano de Carl y tiré de él ya que parecía a nada de lanzarle un puñetazo a su padre. - ________ me encontró y me intentó parar, pero al ver que no podía decidió acompañarme.

- ¿Sabías de sus intenciones y no avisaste a nadie? - Me recriminó.

- ¿Me estás escuchando? Nunca te ha importado que saliera solo fuera de la comunidad porque sabías que era perfectamente capaz de defenderme.

- Tú mismo lo has dicho, eras. Antes de que ese chico te disparara.

- ¡Ron no le disparó! - Defendí rápidamente.

- ________ cállate.

- Cállate tú, Rick. - Respondió Carl.

- No te permito que me hables así, soy tu padre. Que te hayas encaprichado de esta chiquilla no te da el derecho de comportarte así.

- Vámonos.

- Vuelve aquí, hijo. No hemos terminado de hablar.

Carl y yo corrimos escaleras abajo con un muy furioso Rick detrás.

- ¡Deteneos!

- Estás alterando a tu débil hijo. - Replicó el muchacho. - Me vuelve a sangrar el ojo.

El ex sheriff juntó los labios en un claro gesto de molestia pero dejó de seguirnos.

Aún así Carl no paró hasta que llegamos a la puerta del lugar donde tenían retenido a mi otro amigo.

- Carl, tu ojo...

- Ya lo sé. - Me interrumpió mientras rodaba el bueno. - Entra.

Sin entender qué pretendía le hice caso.

- ¿________? - Preguntó Ron al verme aparecer. - ¿Carl? Estás...

- Sí, ya sé, sangrando. - Volvió a rodar el ojo. - ¿Cómo estás? Fatal por lo que veo.

El chico de detrás de los barrotes rio. - Puedo decir lo mismo. ¿Para qué habéis venido?

Ron me miró pero yo me encogí de hombros y apunté con la cabeza a Carl.

- Este es uno de los pocos lugares en los que a mi padre no se le ocurriría buscarme.

- Han discutido. - Aclaré a un confundido Ron. - Salimos de la comunidad, nos persiguió una horda y me hice esto. - Resumí mientras me levantaba el pantalón para enseñarle la herida. - Gracias por defenderme, Carl.

Él asintió y se me quedó mirando fijamente. - ¿Te duele la pierna?

Negué y me senté al lado de Ron. - Al final no ha sido para tanto, con la venda ha bastado. 

El ojo-azul se acercó  y se acomodó donde estábamos. - Estoy pensando... Podríamos huir. - Ron y yo nos quedamos en silencio esperando que se echara a reír, pero cuando vimos que nos lo estaba diciendo en serio le miramos con cara de incredulidad.

- ¿Qué?

Él se encogió de hombros. - Nos iría bien por nuestra cuenta. ¿Qué nos retiene aquí? - Insistió al ver que no estábamos convencidos. - ________, media comunidad te culpa por "provocar" a la loca de Enid, y Ron, a ti te van a tener encerrado en condiciones infrahumanas hasta que decidan qué día ejecutarte. 

- ¡Carl!

- Está bien ________, ya lo sabía. - Murmuró Ron un par de tonos más pálido que lo que estaba a penas un minuto atrás. - Yo... sí que quiero escapar de aquí, pero solo. Vosotros aún tenéis familia y personas a las que le importáis, no renunciéis a eso.

Apreté la mano de Ron y le sonreí con tristeza. - A mí me importas tonto, y a Carl también.

El mencionado iba a abrir la boca pero le lancé una mirada de advertencia y la cerró.

- Ehh, sí claro.

Nos quedamos en silencio metidos en nuestros propios pensamientos. No podía dejar de imaginar lo que sería no volver a Maggie. Beth era lo primero y último en lo que pensaba todos los días. La echaba tanto de menos que intentaba no hablar de ella para no tener que recordar que ya no estaba conmigo y que jamás lo volvería a estar.

No podía irme de aquí y dejar a Maggie. Incluso la idea de dejar a Glenn y a Rosita hacía que los ojos se me llenaran de lágrimas y el aire me empezara a faltar.

Levanté la mirada para cruzarme con la de Carl.

- ¿Estás bien? - Vocalizó sin emitir ningún sonido, a lo que asentí e intenté sonreír.

- Antes de irme... me preguntaba si... ¿me ayudaríais a recoger algunas cosas de casa? - Se aclaró la garganta. - Me gustaría tener una foto de mi familia. - Terminó con voz débil que se volvió un sollozo.

- Hey, claro que sí. - Le reconfortó Carl. - Mañana cuando vengamos a visitarte podemos hacer una lista de todo lo que quieras sacar. - Sonrió.

Ron le devolvió la sonrisa y se secó las lágrimas que le caían por la mejilla. - Muchas gracias. Os echaré de menos.

Abracé a Ron como pude a través de los barrotes. - Y nosotros a ti.

No quería que se fuera. Ron se había vuelto mi mejor amigo desde que nos conocimos y no le quería perder. Pero aunque no estuviera condenado injustamente a muerte no era tan egoísta como para dejarle aquí. 

Él merecía ser libre y feliz. 








The Walking Dead - One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora