Capítulo LVIII

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La semana por fin estaba acabando, a Olivia solo le quedaba una semana y media más antes de volver al trabajo, estar en casa y en reposo no era su actividad favorita, Summer parecía estar en otro tren, se la pasaba encerrada en su habitación con la computadora encendida, haciendo tareas tal vez, salía para comer y saludar. Algo pasaba con ella, Olivia lo notaba, aunque estuviera con los ojos vendados.

La joven castaña y su mejor amiga se encontraban encerradas, de nuevo, en el dormitorio de Summer; se les había hecho costumbre cerrar la puerta y asegurarse de que Olivia no las oyera, por el tema que ya conocían perfectamente.

-¿Estás segura que buscaste bien?

Kathleen revisaba bajo la cama de su amiga, habían algunos papeles y zapatos escondidos tras las cobijas que caían a cada lado de la cama.

-Si, juro que dejé las servilletas en mi escritorio, bajo mi libro- lo alzó y volvió a dejarlo sobre la mesa, haciendo que golpeara contra esta provocando un ruido fuerte
-Summer aquí hay varias cosas fuera de lugar
-Lo sé. No he tenido tiempo de ordenar, con todo esto del bendito informe que pidió el maestro de literatura... estuve estudiando y leyendo a Verne como loca
-Y que lo digas, en mi sueño casi me come la ballena blanca de Charles Dickens
-Bueno no importa- sacó una bolsita blanca de su mochila y se la pasó a su amiga
-¿Y esto? Sun es una jeringa
-Sip. Y una manguerita de goma, y algodón y alcohol y demás cosas útiles...
-Ya lo veo, pero ¿para qué?
-Para que tú... me saques a mí... un poco de sangre
-¡¿Qué?!

La joven rubia por poco se infarta de lo que acababa de escuchar. Su amiga había perdido la cordura si le estaba pidiendo que le clavara una aguja en el brazo. La castaña insistía en hacerse sacar sangre con ella, que a cada insistencia se negaba a hacerlo. No es que no quisiera ayudarla a tomarle la muestra, es que simplemente no tenía idea de como hacer eso y temía hacer un mal movimiento y lastimar a su amiga; pero la castaña no paraba de insistir logrando que Kathleen accediera a hacer el experimento.

-Summer y si mejor no lo hacemos- dijo frotando un algodón con alcohol en el brazo de su amiga
-Confío en tí
-Yo no confío en mi Summer. Ese es el problema
-Solo pincha despacio
-Si, pero ¿que tanto debo enterrar la aguja?

La castaña dudó por un segundo, ni siquiera ella sabía como responder a eso y ella era quien insistía.

-Bueno... no lo sé, solo un poco... creo- susurró esto último
-Bien. Aquí vá- quitó el capuchón de la jeringa y elevó un poco la jeringa.

Summer vió brillar la punta de la aguja y la vió descender al grado de estar a centímetros de su piel. A partir de allí vió todo en cámara lenta, ahora pensaba que era una mala idea y quería retirarse, pero ya era tarde, la aguja comenzó a penetrar su piel, sintió como se rompía su piel para dar paso a la aguja. Kathleen intentó succionar la sangre jalando del émbolo. La sangre comenzaba a llenar el cilindro y sin querer movió un poco la aguja causando dolor en Summer y que comenzara a salir sangre por la herida. Ambas entraron en pánico al ver la sangre salir y manchar el brazo de Summer, tanto que Kathleen soltó la aguja y comenzó a gritar y a ella se le unió Summer. La rubia se cubría el rostro pidiéndole perdón a su amiga, no sabía que hacer o como detener el sangrado, no sabía si era bueno quitar la aguja en ese momento, tal vez si la quitaba la sangre no pararía de salir.

En cuestión de segundos Olivia abrió la puerta de golpe, alarmada por los gritos y al ver la jeringa clavada en el brazo de su sobrina y la sangre que comenzaba a caer al suelo, alejó a Kathleen y la dejó dando la espalda para que ya no siguiera mirando y trató de calmar a su sobrina.

-Cariño no endures el brazo, tranquila. No mires- cubrió los ojos de Summer y tomó una de las torundas, la puso sobre la aguja y jaló de ella retirándola e hizo presión sobre la torunda- ya está. Tranquilas.

Huyendole Al Amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora