10🍼

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Llegó y bajo a su pequeño del auto con él.

Entró en su dormitorio y lo dejo descansar en su cama como ya se estaba haciendo costumbre.

Susurro una canción de cuna por algunos segundos mientras observaba a su bebé tan relajado, chupando el chupete que le había puesto anteriormente. Sus cabellos despeinados ligeramente como si alguien hubiera pasado su mano entre sus cabellos y hubiera desecho la perfecta posición del peinado para cambiarla por una con apariencia despreocupada se veía realmente bien y adorable.

Suspiro y salió de los dormitorios para luego seguir su recorrido intentando escoger un peluche para que su bebito jugará.

Al llegar a una tienda de regalos donde vendían muchos peluches diferentes de tamaño y color. Decidió escoger tres peluches ya que al pensar en que haría solo con uno, decidió comprar otros dos para que pasará un buen rato jugando con ellos, además, no eran tan caros como para solo permitirse uno.

Al salir del lugar se llevó una foca, un elefante y un oso perezoso. No estaba Dylan como para que pudiera escoger así que solo le llevo los que le parecieran mejor.

De nuevo se dirigió al campus y los dormitorios. Entró en la habitación donde había dejado a su bebé y al no verlo acostado durmiendo se preocupo. Unos ruiditos de quejidos se escucharon desde la cocina.

Al ver cómo no estaba Dylan en ningún otro rincón del cuarto decidió ir a la cocina que era desde donde provenían los quejidos.

Un Dylan muy estresado y preocupado se podía ver desde kilómetros a la redonda. Estaba haciendo tarea, al parecer de matemáticas y no le entendía a nada de lo que tenía que hacer.

-¿Qué haces, corazón?

-Tarea, papi, ¡Pero no le entiendo a nada!- tiro el lápiz enojado a una distancia no muy lejos del cuaderno.

-Aww, pero no te enojes, bebé- se acercó a ver lo que hacía y al darse cuánta de que era un tema realmente fácil, bueno, al menos para él, agarro el lápiz y comenzó a explicarle a Dylan todo desde el comienzo.

Su príncipe pudo comprenderlo y realizó con facilidad todos los problemas que tenía que hacer para mañana.

—¡Gracias, papi!

—De nada, mi vida—lo levantó de la silla y lo cargo hasta la habitación.— no entiendo cómo no pudiste hacer eso, amor. Era fácil. Mmm ¿No has puesto atención en clase?

Dylan agachó la cabeza y negó sin levantar la vista.

—¿Por qué, cariño?— coloco un mechón detrás de su oreja. Donde no le pudiera estorbar.

—Es que....

—¿Si?

—es que....algunas veces me molestan

—¡¿Qué?!— se levantó bruscamente con Dylan aún en sus brazos e intento salir de la habitación.

—¡No! ¡Papi, espera!— intento agarrarse del marco de la puerta para que no pudieran avanzar más pero fue inútil.

De alguna manera se deciso del agarre de Max y salió corriendo a la puerta para ponerle seguro y ponerse en frente para que su papi no pudiera salir. Había perdido el juicio por completo y se notaba.

—Dylan, apartarte de la puerta— soltó con una voz amenazante.

—¡No!

—¡Qué te apartes!

—no, no, no.— repitió varias veces negando con la cabeza. Tenía miedo. Mucho miedo. Pero no podía dejar que Max saliera asi de la nada y enojado.

Se colocó las manos en la cabeza como si eso detuviera el dolor de cabeza que había tenido por horas. No estaba seguro del porque del dolor, tal vez había gastado mucha energía en concentrarse para su tarea y para intentar explicar que lo molestaban o quizá por pensar en intentar explicar que había mojado la cama de su papi, hace algunos minutos antes de la tarea.

Había tenido que limpiar todo rastro del accidente, y eso era agotador para Dylan. Era como si tuviera que desinfectar la escena de un crimen cometido por él. Solo por no ser descubierto e interrogado como en las películas.

—lo siento— dijo Max sacando a Dylan de sus pensamientos e intentando acercarse a su pequeño para disculparse con un abrazo. Al parecer ya había razonado por un momento lo que estaba haciendo.

Lo abrazo por un largo rato hasta que se separaron y Dylan decidió declararse culpable por haber mojado la cama y no haber dicho nada de los chicos que lo molestaban en las clases.

—¿Me contarás todo?

—si, papi, pero solo si prometes algo. No te enojaras por las cosas que cuente. Me vas a escuchar hasta el final y después escucharé lo que tienes que decir al respecto ¿Si, papi?

—por supuesto, bebé, y perdón por no escucharte y dejarme llevar por el enojo.

—te perdono papi.

Una oportunidad másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora