El menor se rió pues su papi se veía algo feliz y le causaba gracia verlo enternecido. Había sigo cargado y se removió señalando la cocina, quería un biberón calentito aunque fuera muy de mañana y le diera sueño de nuevo.
–¿Un biberón?–había dado en el bingo. Dylan asintió riendo suavemente y balbuceando feliz.
Max se veía algo preocupado aún, por más que su cara dijera que estaba fascinado con su bebé ese día, estaba comportándose muy tierno pero no era normal para el menor ser así, Max tenía sospechas de que tenía que ver con aquel video de la noche anterior, no lo reconfortaba.
–Bien, un biberón con chocolate para el príncipe de esta casa– le dijo mientras le apretaba la nariz como gesto de cariño y le entregaba el biberón, Dylan se rió contento y tomó el biberón entre sus manos mientras estaba muy atento a la mirada de su papi, no quería perderse ninguna reacción.– ¿Qué pasa, bebé? ¿Quieres algo más?– el menor le negó metiendo el biberón a su boca y pataleando para ser bajado de los brazos del mayor.
No duró mucho más en los brazos de Max y se quedó en el piso, procesando cómo llegaría a la televisión. Comenzó a gatear con el biberón en su mano, cada que daba un paso varias gotas se derramaban por la posición en la que estaba el envase.
–Cariño, harás un desastre ¿Qué haces?– lo miró confundido mientras veía cómo se movía su bebé gateando algo lento, batallando un poco. Le dio unas palmaditas en el pañal y lo levantó rápidamente, lo dejó en la alfombra delante de la televisión y antes de prenderla le hizo cosquillas en las costillas que hizo que su bebé riera fuertemente y lo dejara retorciendose un poco. Lo dejó viendo algunas caricaturas que estaban esa mañana y fue a su habitación cerrando la puerta para que el menor no escuchara nada.
Tomó su celular y marcó a Peyton, estaba algo preocupado. A los dos pitidos contestó, algo bastante rápido considerando que él siempre estaba algo ocupado cuando se iba a su oficina a trabajar.
–¿Qué pasó?– preguntó desesperado, incluso sin antes saludar.
–Dylan está actuando más infantil, ni siquiera puede caminar y aunque me parece que es un amor y ahora es más dulce probablemente sea algo que le ocasionó lo de...ayer– hizo una pausa antes de mencionar lo del día pasado, pues aún se le revolvía el estómago al ver la expresión pálida de su lindo bebito y cómo tenía los ojos tan abiertos que podía jurar que estaban a punto de salirse.
–¿Quieres que vaya? Los cuidaré a los dos– suspiró y aunque a Max le encantaría que así fuera y volviera no podía interrumpir el trabajo de su novio, podía resolver lo de Dylan, simplemente quería un consejo de Peyton quizá.
–No, yo ya veré qué hacer con el pequeño...– no sabía qué más decir, estaba escuchando la respiración del contrario y la propia.
– No puedo dejar que sigan molestando a Dylan... De verdad iré a hablar con el director por más que sea ridículo ir pues prácticamente no es problema de la institución– Max suspiró al otro lado de la llamada, tenía razón.
– Te acompañaré... Dylan y yo volvemos a clases en dos días, está bien si al volver hablamos y veremos qué hacemos...– Se escuchaba desanimado al otro lado de la línea, casi apagado.
–...y esa cita que dijimos que tendríamos? ¿Aún estás disponible, dulzura?– su voz se había vuelto más grave, era un intento de animar a su novio. A Max se le erizó toda la piel de sus brazos y sintió una descarga eléctrica por su columna hasta sus piernas.
– Quizá...
– ¿Mañana en la tarde? – aunque Max estaba seguro de que Peyton trabajaba a esa hora sabía que podía pedir alguno de sus días como vacaciones, podía pedir algunos días sueltos a lo largo del año.
–¿Y Dylan?– preguntó preocupado sin saber qué iban a hacer con él.
– Está bien, amor, dejaremos que se duerma y entonces podremos salir, no le sucederá nada si lo dejamos unas horas solito
–Pero el bebé ahora está actuando más pequeño, necesita más cuidados...
– Bien, si te preocupa tanto podemos dejarlo con una niñera, ¿Qué te parece?
–¡No! No dejaré que lo cuide una señora extraña– contestó de inmediato, él sabía que no era eso lo que lo molestaba o preocupaba, si no que se sentía un poco celoso de que alguien más cuidara a su bebé por él.
–¿Entones? ¿Qué quieres hacer con él?– el contrario se la pensó un poco antes de contestar
–Bien, dejaré a Dylan un ratito solo pero si hace algo malo o le sucede algo tú serás el responsable!– había dicho las últimas palabras altas y claras para que Peyton no tuviera excusa sobre no haberlo escuchado y bla bla bla.
–Prometo que estará bien, yo tomaré la responsabilidad– dijo sonriendo desde el otro lado.
–¿Oye y qué pasó con Mike? El amigo que querías invitar a comer hace algunos días...
–Le tuve que cancelar porque Dylan no se encontraba muy bien y eso...pero hace poco me envió otro mensaje, quiere vernos de nuevo, es insistente...
– ¿Por qué no lo invitas después a comer? Podemos presentarle a Dylan y quizá platicar más con él, sería una buen distracción para el menor, conocer a alguien más, ¿No crees?– estaba enrollando en su dedo un mechón extremadamente pequeño que casi no podía ni verse de los nervios por lo que diría Peyton.
– ¿De verdad? Pensé que no te agradaba tanto o que no te llamaba la atención convivir con él. Le hablaré más tarde para dejar una reunión fija con él, qué tal si lo invito a mi casa y ustedes dos también pueden quedarse ahí por unos días más, volverán a sus clases pronto y yo sé que es un lío con el campus y los nervios de ser vistos– Max no tenía palabras para describir lo perfecto que era su novio, era una maravilla de persona y no podía ver nada malo en él. Sonrió embobado aunque Peyton no lo pudiera ver.
–Claro, cariño. Hablamos luego, no te molestaré más– colgó, no sin antes escuchar la despedida de su novio y sentir mariposas en su estómago.
Salió de la habitación viendo como el menor con ojos grandes se le quedaba mirando unos segundos antes de agarrar algún juguete pequeño alrededor de él y meterlo a su boca babeandolo. Max se abalanzó a él y le sacó cualquier cosa que se había metido. Sería un día difícil si el menor seguía así, suspiró cansado y a penas comenzaba el día.
–Mi vida, ¿Qué te parece si me ayudas a cocinar y hacer la comida preferida de tu papi Peyton?– le apretó ambas mejillas con las manos mientras lo miraba atento. El menor río como respuesta mientras se tiraba para atrás, Max a penas y alcanzó a agarrarlo para que no cayera y se golpeara la cabeza. Lo cargó y lo recargó entre su cadera y cintura para sostenerlo mejor y poder hacer más cosas a la vez.
–Bien, el bebito me ayudará con los ánimos, verdad? – lo miró sin esperar respuestas pero el menor le sonrió contento.
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Una oportunidad más
RandomDylan es un chico de 17 años que vive solo en el campus, pero pronto llega alguien para hacerle compañía y cuidarlo.