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–¿Necesitas un cambio?– preguntó el mayor. Sintió como su bebé comenzó a mover su cabeza arriba y abajo en forma de afirmación.– Bien, vamos a darle un cambio a nuestro niño, Peyton– le dijo al que llegaba con un biberón en la mano y un chupete en la otra como se le fue ordenado.

Le entregó el biberón al menos el cuál sonrió dulcemente, dándole un pequeño sonrojo al mayor que se le quedó viendo un rato, observando lo lindo que era. Max lo cambió rápidamente, su bebé estaba contento en ese momento. Se le notaba un sonrojo bonito en sus mejillas y labios rojo color cereza. Ese día estaba especialmente bonito después de recibir muchos regalos y ser tratado como un príncipe, sin que fuera un día especial. Eso era lo mejor, tener un día bueno sin que sea necesario o por una ocasión.

Comenzó a llover más tarde. Le gustaban los ruidos de la lluvia y las gotas sobre su ventana en el día. No tardó mucho en dormirse con ese arrullo que le dió su papi Peyton y un biberón tibio con un buen sabor. La relajación del momento le ganó por mucho y cayó rendido en los brazos del mayor.

– ¿Se durmió?– preguntó Max entrando recién cambiado, tenía un short corto y una blusa ajustada que le quedaba perfecta. Al parecer no solo era un buen día solo para Dylan.

–Sí...– apenas pudo contestar el mayor de los tres admirando a su otra maravilla.

–¿Estás bien?

–Claro, es solo que eso que traes puesto se te ve demasiado bien, eso es todo.– lo recostó en la cama acomodando almohadas al rededor de Dylan, le cambió el biberón por su chupete y él rápidamente se acomodó extendiéndose en la cama, casi como si estuviera muerto.

Max no tuvo tiempo de cerrar la puerta al salir con Peyton detrás. Él lo agarró de la cintura y comenzó a besarlo desesperado. Era un buen día, con su clima favorito y un bebé dormido sin molestar, ¿Qué podría pasar?

Max siguió con el beso así como Peyton. Las manos del mayor se deslizaron debajo de la blusa ajustada que llevaba, bajaron por su espalda hasta llegar a la parte baja, todo esto mientras seguían con un beso demasiado intensificado. Max se separó sin querer hacerlo por mucho tiempo y cerró la puerta del pequeño. Guío al otro hasta su habitación y se giró un momento para cerrar la puerta con seguro, solo por si acaso. Todo eso bastó para que su novio se pegará a su cintura, besando su cuello lentamente.

Los besos dejarían marcas algo notorias, eso era un problema si el pequeño las veía, así que con una de sus manos se deslizó hacia el miembro del mayor, que se sentía algo despierto ya. Ambos estaban desesperados por más, pero no sabían si lo correcto sería continuar.

El mayor hizo lo mismo y metió su mano por la ropa interior del que aún así empujado contra la puerta, estaba jadeante ante la excitación. Bajó completamente la ropa interior del menor, el que ahora se restregaba en la puerta para sentir más placer. Dejó su miembro de lado mientras fruncía el seño por lo excitado que estaba. Su pasivo no dejaba de tocar su miembro ahora bien despierto y de frotarlo contra su trasero desnudo. Lo único que separaba a ambos del tacto era la tela del pantalón que llevaba Peyton.

Max comenzaba a desesperarse, las lágrimas comenzaron a notarse en sus ojos, eran de ganas de que alguien se la metiera en realidad, aunque nunca lo admitiera. Sintió la polla de Peyton desnuda detrás de él, presionando en su trasero. Soltó un quejido algo fuerte cuando el mayor entró en él. Se tapó la boca rápidamente, pues no quería que la lluvia no fuera suficiente como para omitir sus gemidos.

–¿Puedo moverme?– preguntó Peyton, pero en realidad no podía aguantarse las ganas, si el menor le decía que no entonces probablemente aún así lo follaría.

–Joder, sí– jadeó de nuevo, se le notaba que quería más, Peyton no había escuchado ese tono de Max nunca. Aún así se hundió más en el culo del menor y se movió hacia atrás, dando embestidas.

Los quejidos y gemidos del menor eran agudos y suaves, algo fuertes, así que tenían que el menor de ellos se despertara en cualquier momento y se acercara a la puerta, escuchando todo lo que hacían.

Peyton lo cargó sin salir de él, lo siguió follando mientras lo cargaba, el menor sentía como si llegaran más adentro de lo que podía llegar alguien. Su vista se quedó borrosa un rato por el placer.

–Amor.– llamó Peyton aún follandolo, recibiendo solo un quejido débil como respuesta.– mírate.

Max abrió los ojos un poco, observando en el espejo grande de adelante como era un completo desastre. La polla de Peyton se veía grande cuando salía de su interior para volver a entrar, el hecho de verse en el espejo lo hizo sonrojarse demasiado, cerró los ojos, no aguantaría más. Ambos chicos veían a uno saliendo de sus casillas del placer, sus miembros no tardaron mucho en aliviarse. Max lo hizo sobre el espejo, mientras que Peyton dentro del menor.

Habían esperado muchos momentos para que por fin pudieran hacerlo. Se conocían desde hacía mucho, pero aún así ninguno se animó a declararse y por fin follarse, quizá deseaban más lo segundo. Al fin y al cabo eran humanos con instintos y placeres que compensar con algo.

Ambos se quedaron dormidos sobre la cama, no sin antes de que Peyton ayudara a Max a limpiarse completamente. Habían quedado exhaustos los dos.

Una oportunidad másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora