9🍼

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—llegamos— avisó Max.

Se bajó del auto y se dirigió a la puerta de su bebito para abrirla. Lo sacó cargandolo y lo llevo hasta el puesto de helados.

—Buenas tardes, ¿Qué va a querer?— preguntó amablemente una chica de al menos unos 18 o 19 años.

—¿De que quieres, amor?— le pregunto a Dylan quien ya estaba babeando en el hombro de su papi, observando la variedad que había.

—¡Chocolate!

—¿Cómo se dice?

—por favor— pronunció bajito.

—muy bien. Me da uno de chocolate y otro de fresa, por favor.

—claro que si, enseguida— dijo la chica en un tono coqueto y dándose la vuelta con un movimiento de caderas demasiado exagerado.

Dylan se fijo en esto y frunció el seño al ver cómo le coqueteaban descaradamente a su papi. Volteo a verlo y su papi tenía una sonrisa en su rostro mientras miraba a Dylan.

—¿Estás celoso?— preguntó.

—no— volteo la cabeza a otro lado para que su papi no pudiera ver el sonrojo que tenía en toda la cara.

—Ella no me gusta— susurro en el oído de Dylan para que solo él escuchará.

—Aquí tiene su orden, y que pase un buen día—hablo la chica interrumpiendo el momento, y además, dijo de nuevo con un tono sensual.

—Gracias— dijo Max tomando los helados del mostrador— ¿Cómo se dice pequeño?

—gracias.

—de nada— dijo la chica en un tono grosero a Dylan.

Max se dirigió al carro de nuevo y esta vez no fue hasta el lugar de Dylan, sino que se fue solo a su lado del carro aún cargando a su niño. Entró y se sentó dentro con Dylan abrazado aún a él. El bebé se abrazo más al cuerpo de su papi y se acomodo mientras que Max hacia lo mismo, solo que con más cuidado porque tenía los dos helados en la mano.

—¿Aún quieres tu helado, o ya no lo quieres porque probablemente la chica le puso veneno?— bromeó Max.

—Nooo, papiii. Quiero mi helado— se quejo en las piernas de Max y comenzó a saltar en ellas haciendo un berrinche.

—jaja, bien, bien, aquí tienes— le entrego el helado de chocolate que aún seguía intacto.

Dylan comenzó a comerse su helado mientras tenía una cara de enojo, se le notaba mucho porque no era una cara sería, sino que era una cara con un gran ceño fruncido.

—deja de estar enojado, pequeño

—no estoy enojado

—si lo estás, y yo sé muy bien porque

—a que no, no sabes

—Mi vida, ella no me gusta y tampoco me gusta que me haya seducido.

—ah, ¿no?

—no claro que no— lo abrazo más a él, estrujandolo.

—p-pero ella es muy bonita

—a mi no me interesa que sea bonita.

—p-pero si es bonita tu la vas a querer más que a mí.

—nunca voy a querer a alguien más, solo a ti te voy a querer muchísimo.

—p-pero ella vende helados

—jaja, pero yo no quiero helados, yo solo te quiero a ti.

—¿En serio? ¿Me lo prometes de aquí hasta el cielo?

—no, porque te lo prometo de aquí hasta las estrellas.

Dylan siguió comiendo su helado con más calma y después se abrazo a su papi asombradolo a él.

Ambos chicos se abrazaron por un largo rato, Dylan ya se había comido casi la mitad de su helado, casi solo quedaba el cono vacío, mientras que Max aún no se lo comía todo.

Minutos después Max notó que su pequeño príncipe respiraba con demasiada calma y que había comenzado a chupar su camisa como si fuera un chupete.

Dylan se había quedado dormido en el hombro de su papi, y Max esto no le molesto, al contrario le dio felicidad ver cómo su niño ya se había dormido, le agradaba que descansará lo necesario.

Busco en el auto la pañalera que había preparado antes de salir y se encontró con el chupete que tanto le gustaba a su príncipe. Lo sustituyó por su camisa. Coloco el helado de Dylan en un lugar donde no se cayera y el de él y empezó a conducir hasta la universidad

Planeo dejarlo dormir en su habitación y después iría a comprar el peluche que tanto quería Dylan. Y si él para cuando llegaran no se despertaba, sería una sorpresa para cuándo lo hiciera.

Una oportunidad másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora