11🍼

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Había contado todo lo que podría haber dicho. No lo dijo tan detalladamente por el simple hecho de no recordar exactamente lo que había pasado.

Simplemente sabía que había sido molestado por algunos años, cuando aún tenía unos 15 tal vez 14, siguieron molestándolo durante varios años. Las cosas empeoraron.

Nunca le tomo importancia, nunca le importo que lo molestaran o acosaran.

Explico todo esto a su papi, intentando ser lo más breve posible para que no se aburriera de su historia.

—Y bien....¿Qué opinas?— nervioso se acomodo en las piernas de su papi, observando la reacción que tendría al procesar todo.

—voy a ir a hablar con el director— miro hacia un punto fijo de la habitación intentando organizar lo que haría.

—no quiero— susurro bajito.

—no te estoy preguntando— su bebé sorprendido levantó la vista viendo como su papi cambio su mirada a una de enojo.

—n-no quiero que estés así— hizo un puchero y se lanzó a los brazos de su papi, abrazándolo con mucho cariño.

Su papi correspondió y se quedaron así unos segundos, para que después Max se relajara y suspirando diga que haría lo que quisiera su pequeño.

—n-no quiero hacer nada

—pero te seguirán molestando, mi niño.

—no importa— dijo de manera infantil y volvió a abrazar a su papi.

—Mmm, que tal si hacemos un pequeño trato, cariño— no hubo respuesta del menor asi que continuo— tú me dirás si te siguen molestando, si no es así, no iré con el director. Pero si es al contrario iré a decirle a todos tus profesores y al director.

—¿pero y si no te digo la verdad, como la sabrás?

—pues si me mientes lo sabré, porque eres mi bebé y yo sé cuándo miente mi príncipe

—¿Me darás un dulce si me porto bien y digo la verdad?

—claro que si, mi vida.

—p-pero que pasará si miento?

—El bebé no tendrá helado por un mes y recibirá un castigo

—¡¿Un castigo?!— pregunto con preocupación.

—si, un castigo. Si mientes y no dices la verdad te castigaré. Mmm, pensandolo bien, ¿Porque no ponemos algunas reglas ahora que estamos hablando de esto?

—esta bien— dijo haciendo un puchero y diciéndolo de mala gana, como si le hubieran dicho que tenía un examen sorpresa de matemáticas y si no lo hace probablemente reprobara el año.

—muy bien, primero que nada, no puedes dormirte tan tarde, amor.

—¿Pero y si no termino mis deberes?— dijo con preocupación.

—haras tus deberes al llegar mientras que yo preparo la comida.— su bebé asintió no tan convencido.

—Tampoco saldrás a algún lugar si no hiciste tus deberes o limpiaste tu habitación

—esa es fácil— comenzó a jugar con sus dedos distrayendose un poco.

—vas a tener solo tres horas para jugar, ¿de acuerdo, mi niño?

—pero, papi, yo no tengo juguetitos— hizo un puchero e infló sus pequeños y regordetes cachetes.

—claro que tienes— beso la frente de su bebé y lo cargo hasta llevarlo a donde había dejado el regalo.

—¿Qué es eso, papi?— pregunto confundido al ver qué habían unas bolsas que él antes no había visto y ordenado.

—es para ti, hermoso. Ábrelo— lo bajo dejándolo en el suelo. Observo como su pequeño corría hacia las bolsitas y veía lo que había adentro.

Sorprendido corrió de regreso a su papi y lo abrazo lo más fuerte que pudo, casi quitándole el aire.

—¡Gracias, papi!

—de nada, mi vida

Volvió a correr hacia las bolsas y las recogió, después se dirigió rápidamente al sillón que no estaba tan lejos y saco los peluches, los observo con ojos grandes y brillantes y los abrazo tanto como pudo.

—Bebé, ¿Podemos seguir con las reglas?— dijo sentándose en el sillón a un lado de él, observando como los acomodaba al igual que el, sentados.

—Si, papi

—como dije antes, te acostarás temprano. Los días que tengas clases te acostarás a las 9 y en fin de semana puedes acostarte hasta las 10

—pero yo no me quiero dormir a las 9

—¿Por qué no, pequeño?

—porque es muy temprano, yo no me quiero acostar temprano, papi. ¿Me dejas más tarde? Porfis, porfis, porfis— hizo un gran puchero y trato de convencer a su papi de que le pusiera otra hora.

—bien, cariño te acostarás a las 9:30 ¿Si?

—esta bien— dijo sin mucho ánimo.

—creo que son todas las que ahora se me ocurren ¿Quieres repetirme las reglas, pequeñín?

—tengo que decirte la verdad siempre. Tampoco puedo salir sin terminar mis deberes. Me tengo que dormir temprano y puedo jugar tres horas en el día.

—muy bien, ahora puedes quedarte unas cuantas horas jugando si así lo deseas. Yo iré a prepararte un biberón.

—gracias, papi— salió corriendo a su habitación y cerró la puerta de un portazo de la emoción, supuso Max. Minutos después se escucharon risitas y voces diferentes, aunque todas se parecían un poco, pues las estaba haciendo su bebé mientras jugaba.

Una oportunidad másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora