El sonido de algo húmedo se escuchaba seguidamente en la habitación, era de día, pues la luz que se filtraba incluso con sus ojos cerrados lo molestaba. No le llegaba directamente, pero aún así, siempre el despertar iba a ser molesto. Se levantó con un leve quejido. El chupete cayó de su boca y se percató de que él había sido el que provocaba el ruido, quién sabe, quizá eso lo despertó, sus propios ruidos.
Sintió su cara hinchada y talló sus ojos para quitar las lagañas que se acumulaban y aliviar la sensación de pesadez de estos. Cuando lo hizo, abrió completamente sus ojos observando la habitación. Su papi Peyton ya había llegado y estaba del lado izquierdo, mientras que su papi Max se encontraba del otro lado durmiendo también.
Él quedaba en medio de ambos, y no sabía si volver a dormir o despertarlos. Pero optó por dormirse de nuevo. En eso, fue cuando Max se removió entre algunas cobijas y sábanas, parecía que solo se movía intentando acomodarse, pero cuando abrió los ojos de golpe, su bebé también le dio un golpe por el susto.
–No! Papi! Perdón, perdón, perdón!– lo abrazó lo más rápido que pudo, ni siquiera le dio tiempo de quejarse a su papi.
–Esta bien, no sucede nada, cariño. Papi está bien, fue un accidente.
Algo húmedo se extendía por el hombro y espalda del menor. No sé sentía como agua, así que se despegó un poco de su papi para poder ver mejor su hombro. Se espantó cuando vio que era sangre, dirigió su mirada a la nariz de su papi, la cuál goteaba constantemente. La cara de su pequeño niño se comenzó a poner pálida.
–Hey, bebito. No sucedió nada ¿Si? Todo está bien, se le quitará el sangrado en algunos segundos con un poco de papel ¿No es así, amor?– abrazó peyton por detrás a su bebé mientras que con una mano le pasaba uno de los pañuelos que tenía en su buró a su novio.
–Si, claro que sí– tomó el papel y se limpio rápidamente.
Pero para Dylan sus palabras no fueron reconfortantes, o ciertamente no tanto, pues empezó a llorar como un bebé. Cayó de cabeza en las almohadas por el llanto y comenzó a gritar cada vez más.
–No, no llores, bebito ¿Quieres tu chupete?– negó. – ¿Entonces tu biberón?– de nuevo negó.
Max se sacó lo más que pudo la sangre y levantó a su niño en brazos. Se levantó y comenzó a cantar una canción de cuna mientras que con una mano golpeaba el pañal de su Príncipe para que pudiera calmarse más rápido.
Peyton salió de la habitación y regresó después de que el micro sonara por unos segundos. Entró de nuevo y colocó un biberón en la boca de su niño, le besó la mejilla suave y regordeta y con cuidado le limpio lo que le había quedado manchado a Max, terminando por darle un beso en los labios. Después de eso se metió a un baño dejando atrás a un Max colorado y su bebé casi dormido.
Logró que Dylan se quedara dormido y lo acostó de nuevo en la cama, donde le quitó la ropa y sacó varias cosas más para cambiarle el pañal, que probablemente estaría mojado.
Lo limpió y justo cuando iba a buscar un poco de ropa peyton salió del baño solo con una toalla a la cintura y el cabello mojado. No era la primera vez que Max veía esa escena, pero juraba que la primera vez que lo vio así, le brillaron los ojos y sus orejas se colorearon de un rojo intenso.
Sacó de un cajón un par de mamelucos que tenía para su bebé y con cuidado primero metió las dos piernas y después los brazos, cerrando y finalizando con el cambiado. Peyton se sentó al lado de Dylan y acarició un mechón de pelo mientras veía como el biberón casi se termina y cae. Se quiso estirar para tomar un chupete pero en cambio Dylan tomo de la mano a peyton y dejó caer el biberón, mientras que se volteaba un poco para meterse el dedo de su papi a la boca por inercia.
Su papi sentía como su dedo era jalado levemente por periodos de tiempos pequeños. Las manos pequeñas y delgadas de Dylan se pegaban y apretujaban la mano de su papi como si su biberón fuera su mano y muñeca.
Intentó sacar su dedo para cambiarlo pero lo único que sucedió fue que su pequeño frunciera el seño y se quejara un poco. Lo levantó en brazos y como si fuera un padre primerizo que cargaba a su primer hijo lo miro con una cara de embobado. Ese tipo de cara que hacen los padres en el quirófano justo después de esperar a que su hijo naciera.
Un pequeño clic lo sacó de su transe. Era Max que tomaba una foto a unos pasos. Sonrió mientras su novio lo abrazaba y le enseñaba algunas fotos que había tomado de su pequeño niño que parecía ahora tan calmado en los brazos de peyton, aún con su dedo siendo atrapado.
Había fotos de él dormido en el sillón, otras de él jugando frente a la tele y otras solo era él sonriendo al ver por la ventana o la televisión. Parecía realmente un pequeño niño inocente que se olvida de todo y se despreocupa.
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Una oportunidad más
RastgeleDylan es un chico de 17 años que vive solo en el campus, pero pronto llega alguien para hacerle compañía y cuidarlo.