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Dirigí la mirada momentáneamente hacia el pasillo de la gran casa donde me encontraba, antes de centrarla de nuevo en el libro que había comprado recientemente en una de mis tantas excursiones a la ciudad.

—Estoy cansada— murmuré mientras estiraba mis brazos hacia el frente, dejando que mis hombros crujieran.

Tenía que esperar a que Kagaya terminara la reunión que estaba teniendo en este momento con alguno de los pilares.

Y tras unos segundos donde me limite a mirar la pared pensativa, me apresuré a sacar de mi falda un papel bastante arrugado por donde se me había informado que debía venir aquí cuanto antes, pero que no desvelaba nada demasiado relevante o preocupante, lo que despertaba mi curiosidad.

—___, querida. Me alegra verte— levanté la mirada (pues estaba sentada en el suelo), y le sonreí a la mujer de cabellos blancos, que me miraba con una pequeña mueca que intentaba ser una sonrisa—. Todavía no han acabado, pero he preparado algo de té. Y será más cómodo para ti esperarlo en algún cuarto.

—No te preocupes de más— alcé el libro—. Estoy bastante entretenida con mi lectura.

—¿Por cuánto tiempo has estado esperando?

—No mucho— le quité importancia. Era mentira, pero no era como si mi importara demasiado el tener que esperar.

Después de todo siempre era yo la que llega tarde a cualquier reunión y los hacía esperar bastante tiempo.

De todas maneras, me había adentrado en la casa sin tan si quiera llamar.

—Vamos— ordenó mientras se giraba y comenzaba a caminar hacia el interior de la casa.

Suspiré levemente mientras tomaba mi libro, marcando la página por donde me había quedado con mi dedo. Levantándome rápidamente para ponerme a su lado, dejando me guiar por los pasillos que conocía a la perfección.

Hasta que dirigí la mirada hacia una de las salas que daban al jardín, desde la que salían un par de voces incomprensibles, pero bastante animadas.

—¿Hmm?— murmuré con una ceja alzada—. Parecen más alegres que otras veces.

—Oh, creo que están el pilar de fuego y la pilar del amor.

—Regoku Kyojuro y Mitsuri Kanroji— reí levemente. A veces sentía curiosidad por saber cómo lucían, pero no era algo en lo que me centrara demasiado—. A todo esto, Amane, ¿puedo preguntarte algo?— asintió mientras dirigía su mirada morada hacia mí—. ¿Sabes porque he sido llamada tan de repente? ¿A ocurrido algo importante?

—Han pasado algunas cosas, pero será mejor que te lo cuente él— finalizó con seriedad mientras se volvía para ver a sus hijas, las cuales acababan de aparecer por el pasillo.

Las gemelas menores se miraron entre sí de manera fugaz en cuanto me vieron, sonriendo levemente mientras caminaban hacia nosotras con las manos escondidas tras su espalda.

—Hola ___— dijeron a coro. Cosa que me provocó un leve escalofrío.

Nunca me iba a acostumbrar a eso.

—Kuina, Kanata— dije con una sonrisa mientras me acuclillaba para estar a su altura—. Me alegra volver a veros.

—Nosotras también.

—Lo hacéis adrede, ¿verdad?— murmuré, consiguiendo que estar rieran levemente. Sí, lo hacían apropósito—. Aquí tenéis— dije finalmente mientras les extendía una bolsa con caramelos que había comprado para las menores—. Más os vale compartirla con vuestros hermanos— asintieron rápidamente, antes de apresurarse a alejarse de nosotras.

Kitsune [Kimetsu no Yaiba]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora