~Night~

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La pequeña de cabellos castaños contuvo el aire de manera nerviosa mientras cubría su boca para que no saliera ni el más mínimo sonido de ella, sentándose junto a la puerta del pequeño salón de su hogar, con el oído afinado para poder escuchar hasta el más mínimo ruido o palabra que se produjera al otro lado. Encogiendo sus piernas hacia su pecho de manera nerviosa, sintiendo su ropa pegada al cuerpo por el sudor frío que recorría su cuerpo.

—Es inútil— gruñó una voz masculina que consiguió erizarle todos los bellos de su nuca. Esas palabras habían sonado tan agresivas a pesar de no ir dirigidas hacia ella—. No sabes lo mucho que quiero que ese desgraciado muera, que desaparezca de una buena vez— se escuchó el crujido de un objeto de cerámica al romperse de golpe, sobresaltando a la pelicastaña.

—La taza de mí mujer— dijo una voz mucho más tranquila y sosegada a modo de queja—. ¿De qué estás hablando?— preguntó tras unos segundos.

—Es un maldito bueno para nada— continuó la otra voz, ignorando por completo la queja de su acompañante.

—Ah, estás hablando de Kyogai— dijo en un tono bajo, aunque su voz resonó de igual manera en todo el lugar gracias al silencio—. Entiendo, supongo que no cumplió con tus expectativas.

—¡Claro que no las cumplió! ¡Es un maldito incompetente, un bueno para nada!— gritó, golpeando la mesa con fuerza. La niña se cubrió los oídos rápidamente, dando la primera encogida—. No entiendo como pensé que era una buen idea que se volviera una luna, solo malgasté mí sangre— suspiró de manera pesada—. No sabes cuánto desearía estrangularlo con mis propias manos en este momento.

El fuego chisporroteó con fuerza en la estufa que había en la habitación desde la que procedían las voces, iluminando levemente el pasillo a pesar de que las puertas estaban cerradas, dibujando con mayor nitidez contra la puerta la figura de ambos varones.

La niña se levantó lentamente con decisión, aun si sus piernas temblaban sin control, comenzando a cruzar el pasillo con cuidado de no ser notada, intentando que no se escuchara su respiración agitada debido al pánico que habitaba en su cuerpo. 

Solo quería ir hacia la habitación de su hermano y saber como se encontraba, pues lo había escuchado andar hacía un rato debido a su imposibilidad para dormir esa noche. Solo quería asegurarse de que estaba bien y que no le habían hecho daño. 

La madera crujió bajo sus pies de golpe cuando todo su peso fue depositado en este, deteniéndose en seco para asegurarse de que no la habían escuchado desde el otro lado o lo habían tomado como un simple crujido normal de la casa debido a los cambios de temperatura y el leve aire del exterior. Suspirando de alivio al no notar movimiento desde el interior de la sala, retomando nuevamente su andar.

—___, princesita— dijeron tras abrir la puerta, consiguiendo que la menor se paralizara por completo cuando a penas le quedaba un par de pasos para llegar a su anhelado destino—. ¿Qué haces despierta a estas horas? Es tarde.

—Volvía del baño y he perdido el sueño— mintió en un murmullo, girándose hacia ella de manera nerviosa, escondiendo sus manos tras su espalda para que no notara como estas temblaban.

—Ven con nosotros entonces y toma algo calentito, quizás así te entra de nuevo el sueño— dijo con una sonrisa cariñosa, caminando hacia ella, posando su mano con suavidad en el hombro de la niña.

—Está bien— sabía que no tenía opción de negarse.

Comenzó a caminar tras su progenitor con pasos cortos y lentos cuando este volvió hacia el cuarto, conteniendo las ganas de darse la vuelta y correr lo más lejos posible de su propio hogar, simplemente perderse en medio del bosque hasta el día siguiente. Quedando su cuerpo finalmente expuesto a los ojos de la persona que había en el cuarto.

Kitsune [Kimetsu no Yaiba]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora