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—Esta señora es muy rápida— murmuró el rubio mientras escondía su rostro en tras mi espalda, intentando apartarse del campo de visión de la anciana en caso de que esta se diera la vuelta.

—Por aquí— dijo la dueña de la casa mientras nos guiaba hacia el interior de la gran casa.

—Esta de aquí será vuestra habitación— dijo la mujer, la cual ya estaba en el interior de la sala arrodillada con tres montones de ropa frente a ella—. Aquí tenéis ropa limpia— levantó la mirada hacia mí—. Señorita, la guiaré a su cuarto— asentí comenzando a caminar tras ella—. Aquí tiene— dijo mientras me entregaba un kimono nada más atravesar la puerta—, cuando termine entrégueme su uniforme, lo lavaremos.

—Gracias por todo— dije con una sonrisa mientras cerraba la puerta.

Comencé a caminarme rápidamente para no hacer esperar demasiado a los chicos, además de que no quería fijarme en mi cuerpo en este momento, debía de tener más de un buen moretón en mi espalda, costillar y en mis piernas.

Una vez salí del cuarto con mi uniforme demasiado sucio y cubierto de sangre ajena (lo que lo volvía un poco sospechoso si no tenías contesto) entre mis brazos y la espada apoyada en la pared en el interior del cuarto. Miré hacia ambos lados en busca de la anciana, la cual estaba a un par de pasos de mí con una sonrisa leve.

—Aquí tienes, gracias por todo— dije mientras le entregaba la ropa.

—Sus amigos la están esperando— asentí mientras la veía alejarse rápidamente pasillo arriba.

—Sí, definitivamente Zenitsu tiene razón, es muy rápida— murmuré.

Comencé a caminar por el mismo camino que había recorrido hacia unos segundos mientras hacía oído, intentando saber si éramos los únicos en este lugar. Encontrándome de frente al trío de cazadores con los kimonos que nos habían ofrecido puestos, los cuales dirigieron sus miradas hacia mí en cuanto percibieron mis pasos.

Juraría que estábamos nosotros solos y la anciana en este lugar.

—___— dijo Tanjiro con una sonrisa—. Ven, nos han dicho la anciana que vayamos hacia otro ese cuarto de allí— indicó mientras señalaba una de las habitaciones.

—¡Whah! ___, te ves muy linda con el kimono— dijo Zenitsu con las mejillas sonrojadas, apegándose disimuladamente a mí en cuanto me puse junto a ellos. Aunque también parecía querer mantenerse alejado de Inosuke.

—Gracias Zenitsu— reí levemente.

—¡Tengo hambre!— alzó la voz el pelinegro, comenzando a caminar rápidamente por el pasillo. Obligándonos a seguirles para comprobar que no pasara nada con él y su gran impulsividad.

Y una vez frente al otro cuarto, la puerta fue abierta por el pelirrojo con suavidad, mostrándonos a la anciana, nuevamente, arrodillada frente a la puerta con una mesa repleta de comida tras su espalda.

—Vuestra cena— se inclinó.

—¡Es un yokai! ¡Esta señora es un yokai!—gritó Zenitsu, aferrándose a mi brazo—. ¡Es demasiado rápida! ¡Es una vieja yokai!

—No seas un maleducado— gruñí mientras le daba un leve golpecito en la cabeza a modo de regaño—. Debes de respetar a tus mayores, sobre todo si están siendo educados y generosos contigo.

—Lo siento ___— murmuró.

Inosuke entró al cuarto sin demasiados miramientos, sentándose en uno de los lados de la mesa mirando la comida con hambre. Mientras que el resto de nosotros le agradecíamos a la anciana antes de que saliera del cuarto, sentándonos en el resto de lados libres. Quedando al frente al rubio.

Kitsune [Kimetsu no Yaiba]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora