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—Vi esta flor y pensé en ti porque es bonita, en realidad a mi no me gusta, pero creí que a ti si te gustaría, porque tú sí eres bonita— me entregó la flor de pétalos blancos con un tierno sonrojo y la mirada en clavada en el suelo.

Sonreí enternecida con las mejillas coloreadas, mientras tomaba el regalo, guardándola con mucho cuidado en el bolsillo que había en el pecho de mi uniforme para que no se estropeara demasiado durante nuestro viaje.

—Zenitsu... muchas gracias, esto... ha sido muy lindo— murmuré avergonzada antes de besar su frente y alejarme de alejarme un par de pasos de él por miedo a su posible reacción.

—Nada ha ___ sido— murmuró de manera caótica debido a la vergüenza que estaba sintiendo, mientras su cara aumentaba en la escala de rojos y movía en su sitio de manera inquieta con una sonrisa boba.

Por otro lado, y dejando de lado la escena un tanto incomoda, ya que no estaba tan acostumbrada a que me dieran regalos, estaba más que aliviada. Pues Tanjiro y Zenitsu no había vuelto a mencionar nada relacionado con el molesto incidente de la noche pasada, seguramente lo habían acabado tomando como un simple malentendido.

Aunque todo lo que había dicho él, seguía más que presente en mí cabeza.

—Nos vamos— habló Tanjiro con su amabilidad habitual mientras encaraba a la anciana—. Gracias por todo lo que ha hecho por nosotros esta semana— nos inclinamos frente a ella, a excepción de Inosuke, quien nos miró confundido.

—Permítame purificarlos— nos mostró el kiribi con una leve sonrisa.

—Muchas gracias— nos dimos las vuelta. Mientras la mujer encendía un par de chispas en nuestra dirección.

—¡Oye! ¿¡Qué se supone que estás intentando hacer, vieja!?— gritó Inosuke bastante alterado y dispuesto a golpear a la anciana.

Me apresuré a ponerme justo tras su espalda, tomándolo sus hombros por debajo de sus axilas mientras lo obligaba a retroceder un par de pasos rápidos. Aunque estaba todo el rato retorciéndose, intentando librarse de mi agarre cuanto antes.

—Haz el favor de tranquilizarte Inosuke, no esta haciéndonos nada malo— murmuré cerca de su oído, consiguiendo que dejara de patalear un poco.

—Pero, ¿¡tú eres tonto!?— gritó Zenitsu muy furioso mientras se colocaba frente a la anciana con los brazos extendidos para protegerla de cualquier posible ataque.

—Es el kiribi, Insouke. No es ningún ataque— explicó Tanjiro mientras posaba una mano sobre su hombro.

—¡Nos está purificando porque nuestro trabajo es peligroso!— volvió a replicar el rubio.

Tras unos cuanto minutos bastante largos, logramos hacer comprender a Inosuke que no pasaba nada, por lo que se calmó y pusimos todos, nuevamente, nuestra atención en la anciana, la cual quería decirnos un par de cosas antes de dejarnos marchar hacia nuestra siguiente misión... aunque aún no sabía hacia donde nos dirigíamos.

—No importa lo que pueda suceder. Vivan orgullosos de sí mismos en todo momento— se inclinó—. Les deseo buena fortuna en vuestro viaje.

—Siga cuidando de nosotros, pero no descuide su salud— murmuré mientras me inclinaba, mientras que el resto del grupo asentí ante las palabras antes de comenzar a correr—. Gracias por seguir apoyando a los cazadores durante tantos años, contamos con su apoyo para lo que pueda pasar en el fututo— mencioné antes de apresurarme a seguir al resto.

—Así será señorita— fue lo último que oí de su parte.

—Así será señorita— fue lo último que oí de su parte

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Kitsune [Kimetsu no Yaiba]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora