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—¡Venga! ¡Apártate!— gritó el enmascarado mientras seguía con las patadas—. ¡Desenvaina tu espada y pelea conmigo, debilucho!— el rubio cayó al suelo de lado, estando aun aferrado a la caja donde estaba la pelinegra—. Se acabo, si te interpones en mí camino. ¡Atravesaré la contigo!— alzó una de sus katanas, dispuesto a apuñalarlo.

—¡Detente!— grité, intentando llamar su atención para detener lo que iba a hacer.

—¡Basta!— alzó la voz por encima de mí Tanjiro, corriendo hacia el otro cazados, dándole un puñetazo en el pecho con todas sus fuerzas, haciendo que rodara un par de metros hacia atrás mientras dejaba caer las espadas.

—¡Le rompió los huesos!— gritó Zenitsu sorprendido, mirando lo que acababa de ocurrir.

—Ven, Teruko— tomé su mano, comenzando a caminar en dirección al rubio—. Quedaros los tres juntos mientras nos encargamos de esto— dije con una sonrisa.

—¿¡No eres un cazador de demonios!?— gritó Tanjiro con furia mientras alzaba uno de sus puños—. Debería saber porque Zenitsu no desenvaina su espada. ¡Porque está prohibido que usemos las espadas contra otros asesinos! ¿Te divertiste lastimándolo porque no se defendía?

—Eso hace parecer a Zenitsu un inútil— murmuré con una pequeña mueca.

—¡Eres absolutamente despreciable!— gritó hacia el desconocido mientras que este comenzaba a toser, aunque esto se convirtió poco a poco en una risa.

Deje a los niños en el suelo con cuidado, alejados de la pelea

—Mírame un momento Zenitsu— tomé un pañuelo, comenzando a limpiar la sangre de sangre de su nariz con delicadeza—. Y muchas gracias por proteger la caja— se sonrojó levemente mientras apartaba la mirada—. Niños, no os apartéis de Zentisu, no quiero que os pase algo por culpa de esos dos impulsivos— suspiré mientras miraba de reojo a los que se estaban peleando.

—Así que de eso se trataba. Lo siento— dijo el desconocido entre risas, estando aun tumbado en el suelo—. ¡Entonces tengamos tú y yo un duelo a puño limpio!

—Creo que no estas entendiendo nada— dijo alterado el pelirrojo, intentando corregir sus palabras—. Para empezar...— el de máscara animal se levantó de un salto, corriendo hacia el Kamado—. ¡No debemos pelear entre nosotros!

—Esto va a acabar muy mal— murmuré, recibiendo un leve asentimiento de cabeza por parte del rubio.

—No es cuestión de llevar armas o no— dijo Tanjiro mientras esquivaba uno de los puñetazos del contrario—. ¡Escúchame un momento!— el enmascarado intentaba golpearle, sin prestar atención a sus palabras.

—Es increíblemente ágil— murmuré mientras observaba con detenimiento cada uno de los ataques del enmascarado, intentando memorizar como es que los hacía.

—No lo alagues ___— murmuró Zenitsu a modo de regaño—. ¡Solo mira como ha dejado mi rostro!— posé mi mano sobre su cabeza para que dejara de gritar.

—¿Acaso quieres volver a llamar su atención?— negó rápidamente—. Entonces no alces la voz Zenitsu.

El cazador desconocido comenzó a atacar a Tanjiro con patadas desde el suelo que iban dirigidas al rostro del pelirrojo, las cuales lograron desestabilizarlo. Logrando que uno de los golpes impactara en su mejilla.

—Pero, Tanjiro también ha incumplido la prohibición.

—No deberías decir eso cuando ha sido él quien te ha salvado el cuello— lo miré de reojo—. Y supongo que en esta situación es perdonable lo que está pasando.

Kitsune [Kimetsu no Yaiba]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora