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Me detuve frente a la puerta corredera del salón de té al que me había llamado Kagaya, donde me estaba esperando en compañía de alguien más (y que no me había querido decir quien era), o al menos eso era lo que me habían comentado las gemelas más pequeñas.

¿La razón de esto? No lo sabía y eso me confundía bastante. A veces me costaba comprender a Kagaya y el porque de alguna de sus acciones.

Ladeé la cabeza cual búho en cuanto abrí la puerta mientras mí mirada se centraba en la persona que había sentada frente a Kagaya. Pelo largo de color negro con las puntas de un tono menta, con los ojos del mismo tono, piel pálida y rostro inexpresivo.

Ahora la cuestión que rondaba por mí mente era...

—¿Quién eres?— pregunté mientras me acercaba y sentaba junto al patrón, inclinándome hacia su persona para poder analizar su rostro desde más cerca, recargando mí cuerpo en la mesa.

—Tokito— respondió tras unos segundos sin expresar absolutamente nada, o al menos eso creía él, mirando directamente hacia la zona donde debían estar mis ojos.

—Ya sé que eres un Tokito, eso me resulta más que obvio— dije mientras fruncía el ceño levemente—. Estoy preguntándote el nombre, porque no eres Muichiro— escaneé nuevamente su rostros—. ¿Eres su gemelo?— su sorpresa aumento—. Creo que no me equivoco.

—Perspicaz— dijo Kagaya tras dar una suave y serena risa—. Él es el mayor de los gemelos Tokito, Yuichiro— el nombrado miró la escena sin decir nada—. No esperaba que fueras a darte cuenta tan rápido.

—¿Cómo lo has salido?— preguntó el pelinegro.

—Sois idénticos, pero parecías sorprendido al verme— murmuré mientras me sentaba correctamente—. ¿No esperabas que llegara con una máscara cubriendo gran parte de mí rostro? Supongo que es algo que no ves todos los días, no soy alguien a quién te cruces habitualmente— reí levemente.

—Compórtate— dijo Kagaya, dándome un ligero golpe en la pierna.

—Sí, sí, no debo bromear con esas cosas— dije sin darle mucha importante—. ¿Para qué me has llamado, Kagaya?

—Yuichiro te va a guiar al taller para que puedan hacer tú nuevo uniforme— dijo con una sonrisa—. Según tengo entendido, el tuyo se prendió fuego accidentalmente al poco de llegar con los costureros— un tic apareció en mí ojo, mientras alzaba una ceja con incredulidad.

—¿Oh? ¿Enserio?— pregunté con falsa sorpresa—. ¿Dices qué ha sido un accidente? ¿Qué el uniforme se prendió fuego el solito, sin ayuda de nadie?— lo corté antes de que pudiera decir nada—. No respondas, sé lo que ha pasado realmente— suspiré mientras negaba, posando mi mano sobre mí frente. 

Iba a darle una buena patada a ese pervertido de cuarta en cuanto lo tuviera delante para mandarlo en medio del océano Pacifico y así no tener que verle la cara nunca más en lo que me quedaba de vida.

—Vamos Yuichiro, tengo asuntos importantes que atender en ese lugar.

—No creo que la vena de que se está marcando en tu cuello indique nada bueno— dijo con una ceja alzada, manteniéndose a un par de pasos lejos de mí alcance.

—¿Tú crees?— pregunté con cierto sarcasmo.

—___— me detuve en la puerta, dejando paso primero a mí acompañante—. Cuando termines, te quiero aquí, tenemos cosas que hablar— informó sin dirigirme la mirada, manteniendo el vaso de té entre sus manos.

—¿Misión?— pregunté, recibiendo un asentimiento de su parte—. Mí primera misión como pilar, me encanta. Este día solo puede ir a mejor— murmuré sarcástica.

Kitsune [Kimetsu no Yaiba]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora