—¿Qué acaba... de pasar?— murmuró sorprendido el pilar del agua, aun si su rostro seguía igual de inexpresivo. Pero podía notar como su corazón se había acelerado levemente o el hecho de que había tragado saliva con pesadez.
—Ese olor...— murmuró Tanjiro. Lo observé de reojo mientras fruncía los labios un tanto molesta.
Se había dado cuenta de su presencia, y no quería que comenzara a atar cabos.
El pelirrojo se movió lentamente, teniendo mucho cuidado de no empeorar sus heridas más de lo que ya lo estaban. Sentándose en el suelo con los ojos clavados en el espeso bosque mientras retrocedía un poco, intentando ver entre la oscuridad de la noche al misterioso arquero.
—¿Uh? Perdonarme por eso— dijo una voz masculina que reconocía a la perfección con un notable tono avergonzado, mientras que sus pasos resonaban entre el silencio formado, dirigiéndose a nuestra dirección con cierta lentitud—. No pensé que fuera a dirigirte hacia el demonio. Eso fue repentino, incluso para mis reflejos.
Finalmente, de entre los árboles comenzó a vislumbrarse su figura correctamente.
Era un joven de algo más de veinte años, con el pelo de un brillante tono amarillo brillante por debajo de sus orejas bastante alborotado y desordenado. Sus brillaban ojos gracias al llamativo color verdoso de este gracias a su piel aperlada con las mejillas y nariz levemente coloreadas por el frío de la noche, con una sonrisa avergonzada y un tanto enigmática.
—Cuando has...— murmuré sin poder evitarlo, cerrando la boca antes de poder llamar la atención de cualquiera de los que estuvieran a mí alrededor.
Llevaba el típico uniforme de los cazadores de demonios, pero en lugar de portar en su cintura una de las katanas nichirin, llevaba un carcaj con al menos media docena de flechas, y en su mano derecha un arco de madera oscura con pequeños detalles y dibujos en plateado.
—No importa— dijo Giyuu más por cortesía, que por realmente sentirse ofendido o atacado (aunque, y esto sonaba ya repetitivo, era lo que me indicaba su rostro), apartando mis brazos sin cuidado—. No conocía la existencia de cazadores que usaran el arco para acabar con los demonios— murmuró. Preparando su espada de nuevo para poder acabar con el demonio.
Incluso la luna inferior se había quedado observando al recién llegado con bastante intensidad y desconfianza. Como si no le estuviera agradando demasiado su llegada, era casi como... si le conociera. Sino, ¿qué otra explicación tendría para desaprovechar la distracción que acababa de crear para atacarnos más ahora que estábamos con la guardia baja?
—Bueno, sobre eso...— el rubio rascó su nuca, dirigiendo su mirada hacia mí de manera momentánea—. En realidad... no los hay.
—¡Mierda!— alcé la voz mientras tomaba con fuerza el brazo del pilar, tirándole al suelo, dejándolo tras mi espalda para evitar así la trayectoria del rubio.
El recién llegado había dejado caer sin ningún cuidado al suelo el arma de largo alcance, la igual que el carcaj de su cintura. Sacando una daga brillante gracias a la luz lunar (cosa que me facilito verla), antes de correr hacia nosotros con la intención de acabar con Tomioka. Por suerte, mi reacción había sido suficiente para que el filo ni si quiera llegara a rozarle.
—No te metas en en mi camino, ni...— gruñó de mala manera, cerrando la boca de golpe debido a la patada que le di en la cara. haciendo que retrocediera un par de pasos, cubriendo su nariz, manchando sus dedos con sangre—. Serás...
—Que incordio— murmuré para mí misma, intercambiando miradas con él de manera silenciosa, antes de que comenzara a correr lejos de nosotros.
—¡Oye! ¡Para que mierda...!— gritó la luna inferior, lanzando un nuevo ataque hacia el pilar del agua, deteniendo sus palabras para centrarse en el pelinegro que se había vuelto a levantar.
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Kitsune [Kimetsu no Yaiba]
Fanfiction-Allí está ___- murmuró uno de los cazadores en el oído de su compañero. -Es muy bonita- respondió-. ¿Qué esconderá debajo de la máscara? -Seguro que tiene un fea cicatriz y le da vergüenza que alguien se la vea- rió mientras su compañero asentía dá...