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—¿___? ¿Ocurre algo?— preguntó Kagaya al escuchar como me había sentado junto a él de manera un tanto abrupta.

—No, no es nada importante— dije con suavidad, dejándome caer hasta quedar tumbada en el suelo, clavando mí mirada en la pequeña parte de mí rango de visión que podía me permitía apreciar el cielo nocturno—. Quería disculparme contigo por haberme ido ayer de esa manera. No fue muy profesional de mí parte, y también te mentí, pero todo eso me estaba sofocando.

—No importa, sabía que pasaría de todos modos— una mueca extraña se posó en mis labios ante su risa.

—Es agradable estar tú y yo a solas— su rostro se dirigió hacia mí, mostrando confusión—. Aunque con el resto de pilares te muestres tan sereno y amable, no logré escucharte reír en ningún momento y estoy segura de que ninguno llegó a notar que me estabas regañando con una sonrisa, a penas cambiaste el tono de voz— suspiré levemente—. Pero en momentos como este... siento que eres más libre, que te abres más. Ya sabes... que eres más humano.

—___— murmuró enternecido.

—Y me siento demasiado orgullosa al saber que soy una de las pocas personas que te puede ver sonreír así o reír sin ningún reparo, incluso enfadarte... aunque des miedo— murmuré la última parte para mí misma, sacando una ligera risa al pelinegro—. Me alegra saber que conmigo te sientes lo suficientemente cómodo y confiado para ser sincero con tus sentimientos—me senté correctamente, mirándole a los ojos—. Ya te lo he dicho otras veces, pero que seas el jefe de esta organización no debería de ser un impedimento que te impida disfrutar tú vida. Nada te debe de impedir disfrutar momentos como este más de seguido.

—¿Quieres hacerme llorar?

—No estaría mal que eso pasara— dije mientras posaba mis manos sobre sus hombros, poniéndome de rodillas para poder estar, más o menos, a la misma altura—. Llorar ayuda a liberar el estrés y es algo normal en las personas. Yo me considero un poco llorona

—Llevo sin escucharte llorar años ___.

—Que no llore cuando estés presente, no significa que no lo haga. Es bueno desahogarse— atraje su cuerpo hacia él mío con delicadeza, rodeando su espalda con mis brazos, mientras apoyaba mi barbilla sobre su cabeza—. Eres humano, como todos los de esta organización, tú también debes de desahogarte de vez en cuando.

Que hipócrita de mí parte.

Tenía que dejar de dar consejos que ni yo misma era capaz de seguir.

—Eres odiosa cuando estás sentimental— murmuró, sacándome una risilla avergonzada.

—Lo siento, soy así de rara— separé lentamente mis brazos de su cuerpo, volviendo a acomodarme en el suelo.

—Eres terriblemente mala expresando tus emociones y sabes ocultar bien lo que sientes, mostrando solo las emociones más superficiales y de la manera más imparcial que puedes para no preocupar al resto— fruncí los labios. Sabía demasiadas cosas de mí—. Pero eres demasiado buena dando consejos al resto.

—Yo diría que solo doy buenos consejos a las personas que conozco bastante— corregí con cierta burla—. Kagaya, para mí eres como un libro abierto.

—Boba— entrecerró los ojos, algo frustrado—. Me gustaría poder decirte lo mismo— murmuró.

—Cambiemos de tema— frunció el ceño levemente, sabiendo cual era mí intención en todo esto, interrumpiendo sus palabras antes de que pudiera protestar. Fingiría que eso último no lo había escuchado—. ¿No lo has notado?

—¿El qué?— respondió con una pequeña mueca.

—Siento que un montón de engranajes se han empezado a mover en esta lucha, y el viento se a puesto, de alguna manera, a nuestro favor después de tanto tiempo.

Kitsune [Kimetsu no Yaiba]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora