Los tres policías suspiraron en cuanto terminaron de leer ese noveno relato, pero enseguida Julio dijo con firmeza:
-Tenemos que agarrar a ese infeliz antes de que cause más daño.
-Así es compadre, pero con esto deberás de cambiar la orden de aprehensión por una donde se agregue el abuso sexual -indicó Josué para no cometer errores.
-Tiene razón Josué, aunque también debes de tramitar la orden de aprehensión contra su amigo Raúl por complicidad -recalcó Jimena.
-Ah sí es cierto, nos falta la orden de aprehensión de Raúl. Tendré que ir rápido a tramitar esas dos órdenes -informó Julio mientras salía de su oficina.
Julio se fue a la orden de aprehensión y tres horas más tarde, regresó a su oficina, pero sus amigos ya no estaban ahí; así que él mismo fue por ellos a sus oficinas. Cuando ya estaban los tres juntos, fueron a la cafetería de la estación de policía para comer algo rápido antes de irse a investigar otra vez. En la cafetería, Jimena revisó por última vez las órdenes de aprehensión para asegurarse de que todo estaba bien. Media hora más tarde, terminaron de comer y enseguida se dirigieron a la patrulla de Julio, no sin antes asegurar muy bien el cofre de los relatos. Después de realizar eso, se dirigieron al primer domicilio que les habían indicado. Cuando llegaron, se dieron cuenta que era un fraccionamiento privado, así que tuvieron que pasar por varios filtros de seguridad antes de entrar a ese fraccionamiento. Cuando lograron entrar, pusieron el GPS en su celular y con este mismo se dirigieron al domicilio exacto. Al llegar, los tres policías se bajaron de la patrulla, fueron a la entrada de esa casa y en cuanto estuvieron ahí, Julio tocó fuerte la puerta. A los pocos segundos, una mujer de aproximadamente 35 años abrió la puerta y preguntó un poco altanera.
-¿Se puede saber que hacen tres policías parados en mi entrada?
-Buenos días, señora. Buscamos al señor Raúl Guillén Cano -contestó Julio tranquilamente.
-En estos momentos está un poco indispuesto - dijo la señora con un notorio malestar.
-¿Está enfermo o qué le pasa? -cuestionó Jimena mirando muy seria a la señora.
-No le pasa nada, solo que no tiene la necesidad de salir atenderlos y si me hacen el favor, retírense de aquí -comentó mientras cerraba la puerta.
Julio volvió a tocar la puerta con fuerza y cuando la señora volvió a abrir la puerta, este le dijo con claridad:
-Señora, no haga esto más difícil, tenemos una orden de aprehensión contra el señor Raúl y si no coopera con nosotros también a usted la acusaremos de complicidad -advirtió Josué poniendo su pie en la entrada para evitar que la cerraran.
La señora se quedó pensando y después preguntó muy extrañada.
-¿Complicidad de qué? No sé de qué me está hablando.
-El señor Raúl está acusado de complicidad en el feminicidio de María Tello -explicó Julio.
-¿Usted no lo sabía? -interrogó Jimena con intriga.
-No, pensé que venían por otra cosa, pero permítanme un momento, esto solo lo puede aclarar Raúl -mencionó confusa. -¡Raúl! ¡Ven aquí en este instante! -vociferó en busca de una explicación.
Raúl tardo en bajar unos cuantos minutos. Cuando bajó, la señora que atendió a los policías, le ordenó a su esposo de complexión media y tez morena, una explicación.
-Raúl, ¿ahora qué hiciste? Los oficiales me comentan que tú tuviste algo que ver en el feminicidio de María.
-Yo no tuve nada que ver en eso, tengo meses que no veo a Felipe -se justificó un poco ansioso.
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El monstruo del que me enamoré ©
General FictionMaría Tello ha sido asesinada. Investigando la escena del crimen, el policía Julio Sánchez encuentra varias hojas dónde María relata su vida después de conocer, al monstruo del que se enamoró. Obra protegida por derechos de autor. Se prohíbe la repr...