Relato catorce

8 3 0
                                    

Ha pasado demasiado tiempo desde que escribí mi último relato, exactamente 8 meses y en está ocasión dividiré está parte de la historia en tres, una que sucedió 6 meses después de los hechos ocurridos en el último relato, enseguida me saltaré otros 7 meses y la última igualmente 7 meses. Bueno, prosigo con esta trágica historia de mi vida. Estaba bañando a mi hijo Luis, cuando de repente Felipe llegó del trabajo gritándome, yo salí enseguida del baño dejando a mi hijo un momento en la regadera. Cuando llegué hasta donde estaba él, solo le dije si le pasaba algo en la cabeza o por que daba esos gritos, a lo que él me dijo que era una zorra. Obviamente estaba acostumbrada a recibir insultos de ese tipo por parte de él, pero en esta ocasión se me hizo muy raro que me haya insultado de la nada; así que me puse a la defensiva y le reclamé eso. Él únicamente me respondió: "una vecina me dio la queja de que habías metido un hombre a la casa, maldita zorra". Totalmente tranquila a pesar de los insultos, acepté todo lo que decía y hasta lo encaré diciéndole "así es, yo metí un hombre a la casa y esa vieja chismosa ve a decirle que la próxima vez que te diga algo, que te informe bien. No sigas siendo un imbécil". Esto como era de esperarse, lo hizo enojar mucho y trató de darme un golpe; el cual se lo detuve como pude porque sinceramente Felipe tenía mucha más fuerza que yo. Me intentó dar otro golpe y aunque también traté de detenerlo, si me dio en la cara, fracturándome el pómulo. Enseguida de ese golpe, intenté escapar hacia el baño, diciéndole con todo mi odio "sabes que, solo los cobardes reaccionan así como tú y el hombre que metí a la casa es todo un caballero y a él le daría todo tanto físicamente como mentalmente, así que por mi te puedes ir a la chingada de mi vida, ya no te necesito ni te tengo miedo". Acto seguido, ingresé al baño y lo cerré rápidamente para resguardar a mi hijo porque sabía lo enfurecido que estaba por haberle dicho eso. Todo el tiempo que estuve abrazada de mi hijo en el baño, me sirvió para reflexionar y tomé la decisión de que tenía que salir de esa vida tan miserable. Tenía que volver a vivir; aunque debo decirles que en todo ese tiempo que estuve metida en el baño, Felipe no dejaba de golpear la puerta. Hasta utilizó un martillo para tratar de romperla, pero solo le hizo un pequeño agujero; sin embargo mi hijo estaba muerto de miedo por lo que estaba pasando. Cuando se calmó, salí con precaución abrazando a mi hijo para protegerlo. Casi por llegar a mi cuarto, Felipe me interceptó y jalándome de la camisa, me amenazó diciendo que la próxima vez que metiera un hombre a la casa, me iba a matar a golpes. Valientemente le respondí que no me estuviera amenazando de esa manera porque ya estaba a punto de estallar y en cualquier momento lo iba a dejar. Luego de eso como que le pique su orgullo de macho y me contestó demasiado enojado "tú a mí no me vas a dejar, eres mía y toda tu vida me pertenece, así que bájale a tu desmadre estúpida". Después de decirme eso, me jaló del cabello y me miró furioso, pero aquí viene lo peor, le dije que si se iba atrever a golpearme enfrente de mi hijo. Le recalqué que si era tan cobarde para hacer eso. Eso lo tomó como si estuviera retándolo y me quitó al niño de entre mis brazos para después agitarlo bruscamente tomándolo de sus hombros, pero lo que si me cegó por completo e hizo que perdiera la razón, fue que luego de agitarlo bruscamente, lo empujó demasiado fuerte y mi hijo se estrelló contra la pared, abriéndose la cabeza. En mi desesperación al ver esa escena tan atroz, lo miré con mucho odio y le solté una cachetada, provocando que le saliera sangre del labio y enseguida le dije casi gritándole "eres realmente un monstruo. Es solo un niño, maldito cobarde, es tu hijo, tu propia sangre. Tienes excremento en el cerebro o que, imbécil. Si se muere te refundiré en la cárcel; aunque me quedé en la calle". Increíblemente, esto no lo conmovió ni un poco y solo fue a curarse su labio. Yo en cambio salí corriendo a pedir ayuda porque en realidad mi hijo estaba muriendo e inclusive le llegó a dar una convulsión minutos después del golpe. A la única persona que me encontré fue a la señora Gertrudis, quien me llevó a la clínica más cercana. Por suerte, el médico en turno, era muy capaz y le mandó hacer varios estudios donde no salió nada malo, solo requirió algunas puntadas. En la segunda parte de este relato ya no hay cosas malas. En esta ocasión, contaré cuando me volví a topar con el joven de la tienda. Fui como de costumbre a la tienda para comprar algunas cosas de la comida y ahí estaba en el mostrador muy feliz de haberme visto de nuevo, yo también me acerqué con la misma alegría y le comencé hacer plática un rato. Después de algunos minutos, quedamos en que nos veríamos en una semana en mi casa cuando Felipe estuviera en el trabajo. En fin, el día llegó, fue un día increíble, se lo presenté a mi hijo y se puso a jugar con él. Después él me dio unas flores que había llevado y yo sentí una gran paz en mi interior, algo que llevaba tiempo sin sentirlo. En los meses siguientes nos seguíamos viendo a escondidas porque era muy riesgoso verlo en las horas que Felipe estaba en el trabajo, aunque sinceramente ya no me importaba en lo absoluto que me viera él o la vecina chismosa que le cuenta todo lo que hago y no hago, lo único que quería era ya acabar con esta pesadilla. Sin desviarme más del tema, a los 3 meses de estarnos viendo, en un momento de conexión entre los dos, nos miramos fijamente y nos besamos durante 10 segundos, casi tipo telenovela. En ese momento me sentí tan enamorada de Ricardo que ya no quería que se fuera de la casa, porque con él me sentía protegida, amada y feliz. Pasando a la última parte de este relato, les contaré algo que me llevó a tener una idea grandiosa, que le dolería hasta el alma a Felipe. En un fin de semana, Felipe invitó algunos amigos suyos de su trabajo para platicar y ver el fútbol. En algún momento de su reunión, algunos de sus amigos veían algo en el celular de Felipe y como a mí ya me importaba poco lo que hiciera con su vida, seguí barriendo y haciendo otras cosas, pero al estar haciendo eso, mi mirada se cruzó con lo que estaban viendo en el celular y observé que estaban buscando videos en una página pornográfica. Eso en un principio se me hizo raro, pero luego me llegó la idea de que si tanto le gustaba consumir pornografía, yo le podría dar algo parecido; así que se me ocurrió realizar un vídeo donde estuviera teniendo sexo explícitamente, pero no con él, sino con mi amado Ricardo. En el siguiente relato, contaré a detalle todo lo que ocurrió ahí con mi gran idea. Lo contaría ahorita, pero hoy es 15 de marzo, el cumpleaños de mi verdugo y tengo que estar con él para cuidar las apariencias. Es una estupidez, ¿no creen?

El monstruo del que me enamoré ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora