Cuando terminaron con el último relato, Josué fue el primero en hablar.
-Este relato nos puede servir para otro posible juicio -habló regresándole el relato a Fernando.
-Exacto, aunque ahorita lo importante es que Julio salga bien de esta mala experiencia.
-Muy bien dicho, pero oye Fernando, ¿por qué no revelaste este relato en el juicio? Creo que nos hubiera ayudado muchísimo a cambiar el veredicto -cuestionó Jimena mirando a Fernando muy seria.
-Por tonto la verdad, nunca creí que hubiera tanta corrupción, pero ahora verán lo que es bueno, la presión del pueblo siempre gana -respondió con seguridad.
-El problema ahora, es que si llegamos a revelar el vídeo, tendríamos que escondernos por algunos días para que no nos pase lo mismo que a Julio -dijo angustiada.
-No creo que eso sea mucho problema. Tengo entendido que se puede denunciar diciendo que si llega a pasar algo similar, se hace responsable a una persona o varias -comentó Josué acertadamente.
-Exacto, es lo que te iba a decir. Julio puede ir a denunciar y aplicar esa cláusula; así ya le pensaran dos veces para hacer sus porquerías -repuso Fernando.
-Entonces la revelación de ese vídeo, será hasta que Julio se recupere y así tener toda la libertad legal para hacerlo -repasó el plan en busca de la confirmación.
-Así es mi querido Josué, si lo hacemos ahorita, nos estarán cazando uno por uno hasta desaparecer del mapa la imagen de María -explicó Fernando.
-Bueno, ya teniendo esto muy claro, ahora debemos de ponernos a platicar sobre los turnos para estar acompañando a Julio -indicó Josué levantándose un poco para quitarse lo entumido.
-Si quieren me puedo quedar esta noche -sugirió Fernando amablemente.
-No, como crees Fernando, tú de seguro tienes cosas que hacer mañana y no quisiéramos molestarte con esto -mencionó negando con la cabeza y con una sonrisa.
-Por mí no hay ningún problema con faltar algunos días al trabajo. Estoy seguro de que ellos lo entenderán. Además también lo hago para que descansen un poco - insistió.
-¿Tu qué opinas Jimena? -preguntó buscando el apoyo de su amiga.
-Fernando tiene un buen punto, necesitamos descansar para seguir alertas. Ahorita no estamos para bajar la guardia, ya que prácticamente es el estado contra nosotros -opinó con seriedad.
-Ya vez Josué, hasta tu amiga me está dando la razón -dijo señalando a Jimena.
-Está bien, el día de hoy te quedarás tú, mañana me quedaré yo y pasado mañana, Jimena. Así le haremos hasta que den de alta a Julio -accedió organizando los días en vela para cada quien.
Los tres se levantaron y los dos policías se despidieron de Fernando, quien después de haberse ido tanto Josué como Jimena, fue directamente por un café para aguantar gran parte de la noche. A primera hora del siguiente día, Josué y Jimena regresaron al hospital donde en esta ocasión, Julio ya estaba consciente.
-Señorita, ¿ya podemos pasar con el paciente Julio Sánchez? -preguntó acercándose a la secretaria encargada de esa área.
-Sí, ya pueden pasar, pero únicamente solo dos personas a la vez y con un lapso de 20 minutos, ya que aún no lo bajamos a piso y puede haber algún caso de infección -comentó la secretaria amablemente.
Como era de esperarse, los que pasaron a verlo fueron Jimena y Josué mientras que Fernando prefirió ir a su domicilio para darse un baño y dormirse. Estando en la habitación del quirófano 3, los dos policías entraron derrochando felicidad al ver que su amigo estaba estable, pero Julio apenas tenía fuerzas para voltear la cabeza, ya que aún le estaba afectando un poco la anestesia; sin embargo, algunos minutos más tarde, pudo recobrar al 100 % la consciencia.
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El monstruo del que me enamoré ©
General FictionMaría Tello ha sido asesinada. Investigando la escena del crimen, el policía Julio Sánchez encuentra varias hojas dónde María relata su vida después de conocer, al monstruo del que se enamoró. Obra protegida por derechos de autor. Se prohíbe la repr...