Capitulo 4

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Julio al terminar de leer el relato número 3, lo puso en el cofre y mejor de nuevo leyó el informe de la autopsia para ver si encontraba algo más, pero en lugar de eso, Julio se volvió a indignar y mejor se fue a hacer otras cosas. Al día siguiente, él se levantó y se alistó para irse al trabajo. Cuando se dirigía hacia allá, a medio camino se acordó del cofre con los relatos; así que se tuvo que regresar rápido para no llegar tarde a su trabajo. Cuando regresó a su casa, agarró rápido el cofre y se dirigió lo más rápido posible a la oficina de policías. Al llegar ahí, se metió velozmente a la oficina, ya que estaban varios reporteros esperando alguna respuesta sobre el caso María, pero después de evitar a esos reporteros, vio que su jefe ya lo estaba esperando algo molesto.


-Oficial Sánchez, venga a mi oficina inmediatamente -indicó su jefe mientras ingresaba a su oficina.


Julio solo caminó sosteniendo algunas carpetas y el cofre de María. Llegando a la oficina de su jefe, Julio tocó la puerta y enseguida pasó.


-Siéntese, oficial Sánchez -indicó señalando una silla.


Julio obedeció y su jefe empezó hablar con seriedad.


-Para no perder el tiempo, seré directo con usted Sánchez. Supe que la noche que fue a la casa de María, se encontró un cofre, me imagino que es ese, ¿verdad?


-Así es comisario Loera. Me encontré este cofre al investigar mientras llegaban los de criminalística -respondió mostrando de mejor manera el cofre.


-¿Ya sabe el contenido de ese cofre? -preguntó calmadamente.


-Sí, son hojas con relatos escritos por María - respondió abriendo el cofre y sacando algunas de las hojas.


-Pues antes de que se contamine todo eso con huellas externas, le exijo que entregué esa evidencia para agilizar la investigación -ordenó con firmeza.


-Perdón que lo contradiga, pero para agilizar más las cosas le pido que me deje investigar este caso a mí. Estos relatos son indispensables para la investigación - mencionó suplicando.


-¿A qué se refiere con eso de que son indispensables? -lo cuestionó con duda.


-Estuve leyendo algunos de estos relatos y en ellos, María cuenta todo lo que vivió con el que era su esposo. Estoy seguro que estos relatos nos ayudarán a localizar más rápido al culpable -reveló Julio esperando que su jefe accediera a su petición.


-Mmm está bien, le daré el caso a usted, pero le pediré que se dé prisa con todo esto, no quiero que esto se salga de control -accedió pensándolo mucho.


-De acuerdo comisario, haré mi mejor esfuerzo - dijo Julio.


-Le doy máximo 3 semanas para que lo resuelva. Este caso está dando mucho de qué hablar en las redes sociales y lo que menos quiero es tener a los reporteros todo el día ahí afuera o que las manifestaciones feministas destruyan esta oficina o en el peor de los casos que haya vandalismo en la ciudad, porque ahí si perdería el puesto -ordenó el comisario Loera de manera enérgica, aunque también un poco pensativo.


-Lo entiendo perfectamente, pero le aviso que le tendré que decir a dos de mis amigos para que me ayuden y así agilizar todo -mencionó Julio mientras se levantaba de su asiento.


-Está bien, pero si no tiene el caso resuelto en el tiempo que le dije, también le costará su puesto por andar de ofrecido -advirtió seriamente.


Enseguida de eso, Julio solo se despidió de su jefe con un apretón de manos y salió de esa oficina para dirigirse a la suya. Estando ahí, dejó el cofre sobre su escritorio y después le llamó por teléfono a uno de sus amigos.

El monstruo del que me enamoré ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora