ENOJATE; TOTAL....

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Bien bonito que me había acusado la criada esa, y ahora por su culpa, Esteban iba a odiarme mucho más.

Maldita sea.

¿Y ahora que hacía? ¿Como lo convencía de lo contrario?

En vez de conseguír un testigo a mi favor, resultó en mi contra.

Grecia y Genesis no podían decir nada sobre lo ocurrido con la criada. Ellas no podían contarle a Esteban que la esclava había intentado matarme, ya que estaba muerta, y existía una creencia, en la que no se podían hablar de los muertos, ya que estos escuchaban los "rumores falsos" que se decían de ellos y no podían descansar en paz, además que tampoco podían defenderse y limpiar su nombre. De esta manera, hablar mal de un muerto estaba casi proibido, así que cualquier cosa que se dijera sobre un muerto era considerado mentira.

Así que ni como ayudarme.

Me quedé parada con el rostro rígido mirando la puerta por la que se había marchado a Esteban.

- Elizabeth- oí como un eco

Pero mi mente estaba congelada en un mar profundo y oscuro, y no era capaz de ver nada.

-Elizabeth- está vez, la voz vino con un pequeño sangoloteo que me hizo subir a la profundidad.

Grecia me miraba muy preocupada a mi lado.

Quiso decirme algo, pero su lengua no fue capaz de soltarlo.

Ubo un silencio incómodo en el balcón, mientras todos se miraban inquietos y un poco perplejos por lo que había sucedido.

Génesis tenía la espalda pegada a la pared con la mirada perdida en el suelo, mientras que Grecia e Ibrahim se miraban.

Mi amiga suspiró cansada y finalmente habló.

- Ven, vamos a que te cambies - me indicó apuntando su mirada en mi bata mal puesta.

Pasó mi brazo por sus hombros para que me recargara de ella.

Así lo hice.

Mi amiga con ayuda de Genesis me sacaron de la sala del balcón, ya que mis piernas seguían débiles por el polvillo ese que me había esparcido la difunta en la bañera.

Aunque, sinceramente; mi estabilidad emocional estába más débil en ese momento.

Me rompí

Yo sé que casi siempre digo algo como eso, y que me la paso todo el tiempo quejandome y todas esas cosas, pero.... En esta ocasión, sentía que estaba perdiendo lo último que tenía que perder. La esperanza.

Conseguir que Esteban creyera en mi inocencia estaba cada vez más lejos, lo cual me entristecia. Perderlo era lo último que quería en esta vida, y ahora lo estaba consiguiendo.

Me llenaba de frustración y dolor.

- ¡ELIZABETH! - oí de repente

Estaba tan sumergida en mis pensamientos que no escuché los gritos airados de Galilea buscandome.

Me giré.

Galilea estaba detrás de mí, y no se veía muy contenta.

Iba en bata, y su cabello estaba desordenado, era obvio que acababa de levantarse de la cama.

Apenas me vió, sus ojos se incendiaron y comenzó a dar zancadas marcadas en mi dirección con una mano en el vientre como intentando detenerse algo o intentando calmar un dolor.

- ¡PRINCESA! - gritó una criada de repente aparececiendo tras de ella para perseguirla.

En segundos la criada llegó hasta ella para intentar ayudarla y que no se fuera a caer.

AMOR ENTRE LA SOMBRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora