LA JUSTICIA QUE SABE A SANGRE

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- Elizabeth, ¿ya estás lista? - Me pregunto Esteban mientras terminaba de en sillar a su caballo.

- Así es, estoy lista. -asentí supervisando que no faltará nada en el carruaje.

- Bien, es hora de partir.

Estábamos en el patio de el Palacio. El cielo estaba despejado y soleado, era un  buen momento para  irnos.

Inglaterra nos esperaba.

Esteban y yo, ya habíamos hecho los planes y ya estaba todo listo. Las tropas, estrategias de ataque, los costos, y todo lo demás había sido perfectamente planeado por ambos.

Según nuestros planes, y si salía todo bien teníamos oportunidad de ganar la guerra con Inglaterra.

Nuestras tropas eran numerosas y fuertes. Atacaríamos de sorpresa al enemigo. El objetivo era traer la cabeza de el rey Felipe, y colgarla en una estaca aquí en España. Ese mal nacido aprendería a no meterse con nosotros nunca más, y la única forma de que lo entendiese era matarlo.

Mi madre ya estaba informada de todos nuestros planes, de hecho ella había movido algunas de sus influencias para darnos ventajas y que los soldados que servían a ella en Inglaterra, nos mantuvieran informados de lo que pasaba en las tierras enemigas.
Esteban había recolectado todas las evidencias posibles en contra de el rey Felipe, para que en caso que el Vaticano protestase por su asesinato, hubiera algo que nos amparara.

A veces el Vaticano se ponía sus moños y le daba por defender a sus favoritos.

Esteban y yo éramos los capitanes de la armada. Pero no íbamos solos. Ibrahim y Grecia venían con nosotros. Mi amiga estaba ansiosa por regresar a las guerras y matar gente y todas esas cosas. Yo por otro lado quería resguardar su vida, no me emocionaba tanto la batalla, si no que estuviera bien.

Los niños habían quedado en manos de sus cuidadoras en el Palacio, así que nos iríamos tranquilos.

Por otro lado, David, Galilea, Teresa y Tomás dejarían el Palacio apenas nos fuéramos, de tal manera que cuando regresaramos, ellos ya no estarían.
Y tampoco los habíamos hechado a la calle, al contrario. Los íbamos a instalar en un Palacio  las afueras de la ciudad para protegerlos mientras se solucionaba su situación sociopolítica.

Esteban subió a su caballo y yo al mío.

- Muy bien. Hoy dejaremos el Palacio, para conseguir una victoria. Esperamos y regresar con bien.

- Amén - dije.

Él respiró profundo y finalmente dimos marcha a una aventura , que sin duda alguna, cambió nuestras vidas.

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Este capítulo es solo para avisarles que sigo viva xD.
Una disculpita amixes, pero estoy en la Universidad y ya se imaginaran 😔. Pero ajá, espero subir otro cap muy pronto

AMOR ENTRE LA SOMBRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora