AMOR ENTRE LA SOMBRAS

INSEGURA

Era de mañana cuando partimos del palacio.
Íbamos con la ilusion de obtener la victoria. Todos y cada uno de los soldados iban concientes del gran peligro que esta misión implicaba, sin embargo; sabían que era su labor proteger a sus líderes y a sus familias. Era mejor arriesgar un poco, que esperar a perderlo todo.

El ejército Español marchaba junto a nosotros por las colinas del Norte. Viajamos por aquellas colinas ya que por los campos/praderas o en barcos, sería desventajoso para nosotros, ya que pondríamos sobre aviso a los Ingleses.

Nuestro plan era atacarles por sorpresa.

El ejército Francés, se movía por grupos. Unos en colinas, otros en barcos y algunos en praderas. Todo esto para que no se vieran tan imponentes y pusieran sobre aviso a nuestros enemigos.

Por supuesto que acampabamos todas las noches, y en los días seguíamos nuestro camino.

Esteban y yo éramos los líderes del ejército español hasta que llegarán los franceses.
Ambos ejércitos iban a reunirse en la frontera con Finlandia. Una vez allí, todos tomaríamos barcos de guerra y partiríamos rumbo a Inglaterra, de esta manera cuando ello se dieran cuenta de la invasión, sería demasiado tarde.

Confiabamos en qué todo saldría bien.

Yo me sentía realmente consternada por todo lo ocurrido. Un día estaba tomando el té en mi habitación, y al otro me encontraba marchando con un gran ejército rumbo a la guerra.
Temía por el resultado de este acontecimiento, pues no sólo peligraba la vida de todos esos soldados o la de sus reyes (nosotros); si no también el pueblo que quedaría bulnerable ante el suceso.

Un país sin reyes ni ejercito, es un rebaño de ovejas esperando el ataque de cualquier lobo.

España y Francia serían destruidos si algo salía mal en esta guerra, y era algo que no podía permitir.

Por eso esque íbamos con tanta fuerza, y llenos de coraje por que el objetivo era ganar, y no perder.

- Aquí será un buen lugar para acampar - Exaló Esteban deteniendo su caballo sobre el claro de el bosque.

Todos nos detuvimos con él.

Estábamos en una de las colinas del norte, y pasabamos por uno de sus bosques. Este bosque tenía la peculiaridad de ser muy solitario. Era el bosque de Psicols. Se decía que sus árboles albergaban animales muy peligrosos que devoraban cualquiera que se atreviera a entrar en él.
Por esa razón, nadie se aparecía por ahí, a no ser que fuera toda una armada numerosa y sed de venganza...

Nosotros estaríamos bien.

El bosque era de pinos altos, muy altos. Nos detuvimos en un claro, junto a un pequeño rio que abasteceria nuestra estancia.

Comenzamos a preparar todo y ayudamos a sembrar las carpas. La primera que se armó fue la del rey (que compartiría conmigo) y luego la de los demás nobles, entre ellos Grecia e Ibrahim.
La más grande era la de nosotros. Era muy alta y bastante espaciosa. Verdaderamente me parecía demaciado para una sola noche.
La carpa tal vez era tan grande como mi habitación.
Se veía que estaba hecha de un costoso cuero rojizo de pared a techo, cubierto por una gruesa capa de tela.
Los materiales perfectos para el clima que pasaba por esa montaña.

La cama estaba en una esquina de la estancia, adornada con unos pabellones blancos que caían desde el techo hasta el suelo para distribuirse en todo el lecho.

Al centro de la carpa, se encontraba una mesa grande y alta, donde se extendía un mapa de la región.

Por debajo en el suelo también se extendía una alfombra fina de hilos rojos, que hacían juego con el techo y las paredes de la misma.
En otra de las esquinas reposaba un mueble que funcionaba como asiento. Este estaba hecho de madera con una ligera almohadilla de lana imperial y con almoadas de plumas de pato. Se veía un lugar cómodo.
Al otro extremo de la habitación estaba un escritorio de madera, con sus silla de oro y almohadillas que hacian juegl con el mueble y las paredes. Este se suponía que era el escritorio del rey.