TRAS LAS REJAS

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Me había cansado de estar gritando y jalando para que me sacaran de esta jaula.
Daba vueltas por el calabozo con la mirada perdida en el suelo, buscando una salida a mi situación.

Habían dos opciones: Salir viva, o muerta.

No lo podía creer, ahora estaba en una situación tan delicada que nunca me viece imaginado.

Sinceramente no consideraba que fueran a matarme, después de todo yo era una reina; pero por otro lado... También era una posibilidad.

Tenía que hablar con Esteban para aclararle la situación, o ver a David para que me ayudará a salir.

El problema era que nadie podía entrar a visitarme, estaba proibido bajar a ver a un "criminal".

El calabozo era un pasillo algo estrecho y largo. A los lados de este pasillo, estaban las celdas, muy reducidas. En cada celda había una tabla vieja que simulaba una cama, y a lado de esta, una vasija de metal que supuestamente era para los desechos humanos.

La mía tenía una rata muerta.

De pronto oí la puerta abrirse.

Me asomé a las rejas para ver de quién se trataba, con la esperanza de que fuera Esteban.

Cuando ví, regresé a mi lugar irritada.

Galilea entró por el pasillo y se paró frente a mí, mirándome de pies a cabeza con una media sonrisa de satisfacción.

Puse los ojos en blanco.

¿Que hacia esa mujer ahí? No quería verla.

- Con que así luce la majestuosa reina Elizabeth en un calabozo...- se burló - pobre - acto seguido soltó una carcajada maliciosa que resonó en los demás compartimentos del lugar.

- Largo de aquí, no quiero verte. - me senté en la tabla vieja que simulaba la cama, y crucé mis brazos.

- Lamento decirte pero no estas en posición de ordenar nada - siguió - no puedo creer que estés aquí, después de todo perdiste.

- Podrás cantar victoria hasta que Esteban corte mi cabeza, mientras tanto, cierra la boca.

Un fuerte suspiro emocionado salió de su pecho.

- Pues no falta mucho para que eso pase. El rey te quitará la vida de suguro. - dijo muy segura de sí - ¿y sabes que pasará después?

Por algún motivo la tipa esa creyó que iba a responder su pregunta, pero me quedé callada mirándola con odio.

- Tu querido Francia será reclamado por Esteban, y él se sentará en TÚ trono; y yo estaré a su lado como la nueva reina de Francia y España. - se cruzó de brazos con una media sonrisa de satisfacción.

¿No se podía ser más estúpida?

Por supuesto que no era posible que Esteban reclamara mi reino, estar casados no significaba que podía disponer de mi territorio después de que yo faltara, a menos que yo le diera la corona matrimonial. Cosa que no habíamos hecho.

Sin embargo, si yo moría sin dejar herederos, mi corona pasaría a algún familiar, hablando específicamente, coronarian a mi primo Enrique, hijo de mi tío Francisco, hermano de mi padre.
Enrique estaba en la línea de sucesión al trono indirecta; por lo que, por ningún motivo, otro individuo podía gobernar. (Por supuesto que si por algún motivo, ubieran inconformes con el próximo rey, se podían suscitar una serie de rebeliones, invasiones, golpes de Estado, etc. Por lo que era recomendable tener hijos, para que la línea de sucesión al trono fuera pacífica. )

AMOR ENTRE LA SOMBRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora