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Le dejé a Mark una nota en la cama, ni siquiera me sintió entrar a la habitación debido a su estado de coma básicamente, bajé por el elevador hasta la salida del edificio, saludé al portero y crucé la puerta siendo abrazada por el frío de la noche, justo enfrente está estacionado el coche del General, entré en el lado del copiloto y me quedé helada...

-Hola-

Me sonríe amable la diablesa, su pijama corto está cubierto de sangre al igual que sus brazos y manos, la sangre se esconde bajo su saco negro el cual a su vez evita que el coche se manche

-Qué pasó?-

Quise acercarme pero ella me frenó con su mano

-No hagas movimientos bruscos aún no estoy bien-

Respira con una leve dificultad, encendió el coche y comenzó a conducir sin rumbo

-Vamos a la casa de mi abuela-

-De acuerdo-

Seguimos en silencio el resto del camino, gracias a su forma de hacer los giros con una sola mano puedo ver que la sangre se detuvo lo que me da una falsa sensación de tranquilidad, el camino a la casa de mi abuela jamás se hizo tan largo, por suerte una vez me quise alarmar la chica ya estaba estacionando el coche en el garage de la casa, bajamos del coche al mismo tiempo la pelinegra me hizo seña de ir primero, tomé la llave del escondite debajo de la cuarta maceta y abrí la puerta

-Siéntate en el sofá y quítate el saco por favor-

Cerré la puerta con llave y corrí al baño, mi abuela era enfermera por lo que siempre tenía utensilios médicos en su baño además que me hizo jurar siempre mantendría su botiquín lleno sin importar lo que le pasara a ella, una vez de nuevo en la sala veo a la diablesa inquieta mirando la ventana

-Sigueme-

Rápido la llevé hasta la habitación que era de mi abuela y la senté en la cama, este lugar sólo tiene las paredes de madera, no hay ni una sola ventana que puedas llegar a lastimar la paciencia de la diablesa 

-Me puedo acercar?-

-Despacio gatita, aún no sé de qué soy capaz-

Me puse de rodillas entre las piernas de la chica con el botiquín en el suelo, lo más delicadamente que pude tomé una de sus manos, la palma tiene un raspón muy leve, los que me preocupan son su torso y muñeca, por lo que veo son sólo raspones simples, como si la dibalesa se hubiese hecho eso con las uñas, su rostro, sus cuerpo algo encorvado a mi dirección y la manera en la que su pierna tiembla me da a relucir la idea de un ataque de ansiedad muy grave

-Te gusta leer?-

Pregunté de la nada, lo ideal será hacer que ella se calme para curar mejor sus heridas, en lo que pueda limpiaré la sangre de sus brazos

-Sí, a ti?-

-No suele tener tiempo para hacerlo-

-Qué te gusta leer?-

-Romance-

Una vez la sangre se limpió completamente, puedo observar que sólo tiene rasguños algunos de ellos bastante profundos pero nada para indique un peligro mortal

-Cuál es tu libro favorito?-

-Te burlarás si te digo-

-Pruébame-

-La bella y la bestia-

La Chica soltó una moderada carcajada ya mucho más relajada

-No me lo esperaba-

La historia del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora