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Bajo la frase "Yo no duermo con nadie" Zemyra pasó la noche en el sofá mientras yo dormía en la cama, afuera llueve y mis nervios aumentan, no encuentro a la diablesa por ningún lado de la casa nisiquiera en el jardín del patio trasero, en eso veo una pequeña nota sobre el cojín del sofá

"Estoy con la profesora Trwyllony"

Salí rápido y caminé ocho casas a la izquiera para tocar el timbre, una sonriente Zemyra me recibió

-Buen día, gatita-

A modo de regaño apreté uno de sus mofletes, haciendo que la chica se quejara pero no perdiera su tenue sonrisa

-Por qué no me has avisado?-

-Te dejé una nota-

-La encontré veinte minutos más tarde de mi ataque de nervios-

-No quería despertarte, era muy temprano-

-Estaba muy preocupada-

-Prometí no escaparme, no está en juego tu cabeza-

-No me refiero a eso idiota, no quería que te pasara algo-

Me miró claramente sorprendida por mi repentina confesión

-Estabas preocupada por mi?-

-Por quién más?-

Suspiré intentando relajar mis nervios, para ser honesta realmente me preocupé cuando no vi a la diablesa esta mañana y no, no invadió mi mente la posibilidad de su escape sino que creí otro ataque de ansiedad la llevó a cometer algo estúpido

-Lo siento-

Sujetó mi mano que aún estaba firme en su moflete y comenzó a hacer mimos en mi muñeca, puso una cara de cachorrito mojado por la lluvia fría

-Puedes perdonarme?-

Comenzó a imitar el llanto de un cachorrito por lo que no pude negarme a absolutamente nada

-Está bien-

-Creo que debo volver a casa, estarán preocupados-

-Tiene razón, deben volver-

Interrumpió la profesora en el fondo, tiene una mirada entre sorprendida y tierna ante nuestra tan llamativa familiaridad, nos despedimos de ella para luego volver a la casa de mi abuela

-Podemos comer algo?-

Me mira sonriente la chica mientras cierro la puerta

-Qué quieres comer?-

-A ti-

Se abrazó a mi cintura, arrinconando mi cuerpo a la puerta, sus manos delinean mis caderas, parte de mis muslos y juegan por encima de la tela sobre mis pechos en un muy sutil toque mientras su boca comenzó a dejar besos húmedos en mi cuello

-Ze...-

Me interrumpió...

-Recuerdas que no hay confianza?-

-Por qué haces esto?-

-No es obvio?-

-No-

Dejó una mordida algo fuerte en la base de mi cuello, lo que me provocó un jadeo, el calor de mi cuerpo está subiendo mucho más al sentir el calor del cuerpo de la chica a mis espaldas, ambas quedamos envueltas en un curioso silencio con la respiración algo fuerte

La historia del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora