~22~

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Hace unos minutos llegamos a la casa de mi abuela, la diablesa se está dando una ducha en lo que yo preparo un poco de café, después de haber presenciado la conversación de ambas hermanas tengo algunas cosas claras pero me han surgido nuevas preguntas las cuales deberé esperar para poder responderlas

La pelinegra llegó a la cocina con mi ropa puesta y un moño desordenado que contiene su húmedo cabello, se sentó sobre la isla delante de mi, serví el agua caliente y le pasé una taza de café

-Quieres comer algo?-

-No tengo hambre-

-No quieres un poco de chocolate, te hará bien algo dulce-

-Chocolate con café?-

-Nunca lo probaste?-

-Nop-

Saqué de la encimera una barra de chocolate con leche, corté una barra y la puse en mi taza con el café hirviendo para que se derritirra gracias al calor, una vez listo se lo pasé a la chica quién deslumbró sonrisas una vez probó un trago

-Oh my Dios, esto es genial-

-No bebas tan rápido vas a quemarte-

-Pero está delicioso-

-Te puedo preparar más luego-

-Me das otra barra, por favor?-

Le entregué el paquete, ella partió otra barrita y se la llevó a la boca

-Adelante-

-Qué pasa?-

-Adelante, pregunta lo que quieras-

-Sólo tengo una duda-

-Eso no es verdad-

-Si que lo es-

-Cuál es tu única duda?-

-Por qué te dijo Bella?-

-Mi nombre-

-Cuál es?-

-Yo llevo el nombre de la estrella más brillante de la constelación de Orión, mi nombre completo es Zemyra Bellatrix Black-

Su rostro sigue bajo mirando la humeante taza de café sobre sus manos, dejé le mía a un lado de su cuerpo y me abrí camino entre sus piernas para sujetar sus mejillas obligando a esas hermosas gemas negras a que sólo me miren a mi

-Tienes un nombre precioso y te queda muy bien, deslumbras por donde se te mire-

-No necesitas hacer esto-

-Qué cosa?-

Dejó la taza a un lado y sujetó una de mis manos aún reposada en sobre su tersa piel, sus piernas se enrredaron flojas en mi cadera en un intento de quizás tenerme más cerca

-No necesitas alagarme para hacerme sentir mejor, en verdad estoy bien-

-Te molesta que te mime?-

-Lo encuentro forzoso-

-Ves que yo lo fuerzo?-

-No pero no quiero que te sientas incómoda-

-Pues yo no me siento así-

Sonrió aparentemente divertida, su rostro se elevó y por fín me regaló una brillante mirada de nostalgia pero cariño al mismo tiempo

-Entonces...sigue-

Se acercó a mi cuerpo rodeando mi cuello, sus piernas junto a sus brazos se enredaron por mi cuerpo negados a dejarme ir mientras su rostro está oculto en mi cuello, me acerqué lo más que pude al torso de la chica mientras mis manos reparten caricias suaves por su cintura baja y parte de sus piernas

-Puedo pedirte algo?-

-Claro-

-No digas nada de Lylian delante de mis hermanas, por favor-

-Tranquila, te prometo no decir nada-

Suspiró sobre mi cuello en clara señal de alivio

-Gracias-

-No hay problema-

-Te debo estar agobiando-

Amagó con separarse pero la retuve cerca de mi

-Podemos quedarnos así un minuto más, pequeña?-

-No te molesta abrazar a una sangrienta y diabólica asesina?-

-No eres una diabólica asesina-

-Creo que sólo tú lo crees-

-Tus tíos, tus hermanas, la profesora Trwyllony, somos varios los que creemos eso y siendo que yo cuento con desventaja porque no sé casi nada de ti-

Sonrió divertida por mi acotación...

-Me puedo quedar contigo?-

-Claro-

-Me prestas tu móvil?-

Le pasé el aparato, ella marcó un número y espero, cerca de la tercer tonada contestaron 

-Tío Fred, la jefa de Criminología de la doctora hará la autopsia junto al informe, podrías darle el día libre a Susan por favor?-

La voz le contestó algo que no pude entender, solo escuché un par de balbuceos

-Gracias tío, ahora, podrías decirle a mis hermanas que estaré haciendo la autopsia con el informe todo el día? No quiero que se preocupen-

El General le volvió a contestar...

-Si, estoy bien tío, gracias eres el mejor-

Colgó sonriendo, dejó el móvil a un lado y rodeó mi cuello sin despegar nuestras miradas

-Sé que son cerca de las nueve de la mañana y tal pero, podríamos dormir un poco?-

-De acuerdo y cuando nos levantamos, nos cocino algo-

-Para que luego me digas que los doctores no siempre mandan a comer-

Tomé uno de sus mofletes y lo tiré a modo de regaño, las risas de la chica inundaron la cocina

-No te pases de lista conmigo, idiota-

-Lo siento, déjame duele-

Me dice que le duele pero se sigue riendo, esta niña es de otro mundo...

La historia del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora