IX: Había una vez... Una llegada al castillo

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Luego de haber desayunado y vestido, el sirio y el venezolano partieron hacia el castillo que se asomaba por el horizonte. Siria mientras caminaba, le daba una ligera explicación al venezolano.

—Cuando era pequeño de unos cuatro años, una noche llegó un caballero encapuchado sobre un caballo a la casa de mis padres.

El sirio lo miró fijamente, agarró sus hombros, viéndolo fijamente.

—Hay algo peor que saber que fuiste el producto de una violación...—dijo agachando su cabeza con tristeza, obvio se refería a él—Y es que mi hermanastro, Afganistán, fue el causante de la muerte de su madre, ella murió luego del parto... Vene, él es alguien profundamente dolido que daña a los demás para camuflar su dolor interno, no te le acerques.

Al escuchar su historia, sintió lastima por el contrario, no podía creer por todo el dolor y sufrimiento que pasó el mayor, ante su advertencia asiente seguidamente.

—S-si señor Siria... —dijo para luego mirar al frente, vio que ya habían llegado al punto que debían llegar—S-señor... C—creo que ya llegamos ¿N-no?

—Si... Es aquí.

Los guardias nada más verlo enfilaron sus espadas y le apuntaron. Sabían bien quién era ese hombre, pero no sabían qué hacía allí.

—¡Deténganse ahí! ¡Pirata Siria Nenthayu!

El sirio hizo caso.

—¿Qué hace aquí, loco?—dijo un guardia. Luego miró a Venezuela—¡¿Y tú?!

El pelinegro asustado solo se ocultó detrás de Siria, abrazándolo de un brazo con miedo.

—Siria ¿Qué hacemos?... ¿Quiénes son ellos?...—susurró en su oreja, temeroso de los contrarios.

—No te preocupes, no nos harán daño—dijo éste serio.

Los guardias seguían exigiendo saber el por qué de su llegada. Se veían cada vez nerviosos, estuvieron a punto de atacarlos si no hubiese sido porque una voz juvenil los atrajo.

—Vaya Siria... ¿Quién diría que volverías tan pronto?

Un joven de cabellos negros y ojos morados hizo presencia. Estaba vestido como un noble, con una espada en su cintura. Sus ojos se detuvieron en Venezuela. Algo en el venezolano se llenó de calidez.

Venezuela los miró asustado, apenas vio que un chico guapo salía del lugar y lo miraba, un sonrojo apareció en su rostro, solo agachó la cabeza abrazándose más al brazo de Siria, por la advertencia que le había dado el contrario.

—Bajen sus armas, ellos vienen conmigo—dijo el joven para dar media vuelta y entrar al castillo.

Los guardias hicieron caso y bajaron sus armas, Siria y Venezuela pasaron.

—¡Cuánto tiempo! ¡Afganistán!—dijo el sirio fingiendo felicidad.

Cuando vio que el mayor fingía felicidad, le dio algo de gracia y solo se rió levemente tapándose la boca con las manos.

El sirio arqueó una ceja, ¿Pero qué diablos le pasaba a ese tritón? En el pasado se había unido a un teatro y había ganado un montón...

¡Él era mejor que Brad Pitt!

Afganistán sólo miraba de reojo a Venezuela, ahora que lo podían ver de cerca, se podía notar que Afganistán tenía cierto parecido con Colombia, sólo que el colombiano siempre usaba el cabello rebelde y sus ojos ámbar eran brillosos.

Afganistán los tenía morados y el cabello era más formal.

—Dejen sus cosas aquí—dijo abriendo la puerta de una habitación.

El de ojos rojizos se sorprendió por el enorme parecido que tenía el contrario a Colombia, sólo lo miraba detalladamente sonrojado, sintiendo cómo se iba hipnotizando, escuchó lo que dijo y como si lo hubieran ordenado, éste tomó sus cosas y solo hizo caso con una sonrisa dulce y tranquila, dejándolas en la habitación.

—Muchas gracias, es muy amable de su parte—dijo mirando a Afganistán con una sonrisa dulce y tierna.

Éste le acarició sus labios y lo miró detenidamente.

—La hospitalidad siempre por delante, pequeño.

Siria sólo jaló al venezolano adentro y lo miró algo alarmado.

—Venezuela ya te lo había dicho, no te acerques a él, es malo... Además...—se volteó hacia un lado.

Venezuela se sonrojó cuando éste le acarició sus labios, lo miró a los ojos medio perdido, cuando siente que el sirio lo jala, lo miró alarmado.

—¡¡H-hey!!—dijo sorprendido, el jalón lo lastimó un poco, lo vio a los ojos cuando escuchó de nuevo su advertencia.

—A penas lo ves y ya pareciera que lo amas... ¿Acaso me quieres dejar de lado?—No pudo evitarlo, la voz le salió quebrada.

Pobre sirio, estaba celoso y temeroso de que el venezolano prefiriera a Afganistán.

El menor sólo se volteó a otro lado medio molesto, pero cuando escuchó su comentario con la voz quebrada, se volteó a verlo, lo tomó de la mejilla para que volteara a verlo, solo se acercó a él para abrazarlo con cariño.

—Siria... No te quiero dejar... No soy capaz de dejarte... Es solo que... Lo confundí por un momento con mi hermano... Perdón... Yo quiero quedarme aquí... Contigo... Porque... Te quiero mucho—le besó la boca con cariño y suavidad cerrando sus ojos.

El beso era tan sutil que los ojos del sirio se abrieron de par en par. ¿Era una ilusión? Le abrazó con cuidado, moviendo sus labios al compás del roce del venezolano, acarició su espalda, se sintió desfallecer de la felicidad.

Al separarse y sintiendo su cuerpo arder, besó sus hombros con suavidad y se arrodilló.

—Está bien... No tienes que prometerme nada, me contenta con que me quieras.

Lo miró fijamente, sonriendo con mucha dulzura.

—Venezuela, por qué en aquél entonces... ¿Dejaste salir esa habilidad especial antes de tener piernas? Parecía que ibas a destruirme con los rayos—rió, besó su frente—No te preocupes, que ahora lo encuentro algo hilarante.

El venezolano al ver que el contrario le había correspondido el beso se sentía muy feliz, sonrió con ternura alegre al escucharlo. Al escuchar su pregunta, se avergüenza y lo mira y lo abraza para darle besos en la cara.

—¡¡Perdona!! E-estaba asustado y p-pensé que me lastimarías... Pero prometo que no lo vuelvo a hacer... En contra suya no—dijo abrazándolo con cariño, para que su cara quedara en su pecho, lo miraba con alegría mientras le seguía repartiendo besos en su cara.

—Pero ya que estamos de preguntas... ¿Por qué usted salió del baño de esa manera la ultima vez? Recuerdo que tenia la voz ronca... ¿Se sentía mal?... ¿Y qué era lo que estaba entre mi cola humana cuando usted estaba bañándose conmigo? Recuerdo que sentí algo raro rozar con mi entrada

Preguntó mirándolo inocente y tierno a los ojos fijamente, picando su mejilla como si fuera un niño pequeño, preguntándole a sus padres qué fueron los ruidos de anoche que escuchó en su habitación. 

Mar de sangre para el Rey (GuyiVene)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora