VIII: Había una vez... El primer amor que se despidió

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Cuando la noche cayó y el pequeño tritón había caído dormido, comenzó a soñar con una playa. Alguien estaba sentado sobre unas rocas viendo hacia el mar, sus cabellos negros hasta los hombros y más lacio y oscuro que el de Vene, le hizo saber quién era.

Colombia

Salió corriendo rápido al ver a Colombia, lo abrazó fuerte empezando a llenarlo de besos

—¡¡¡Colombia!!! ¡¡¡Estás bien!!! ¡¡¡Te extrañé tanto!!!

El colombiano sonrió, acarició los cabellos de su hermanito y lo acomodó sobre su regazo.

—Te extrañé—dijo mirándolo con felicidad, con sus ojos ámbar reflejando dicha

Y yo a ti Colombia... Por favor no me vuelvas a dejar... Te amo mucho—lo abrazó del cuello sonrojado, para darle miles de besos en su cara con una sonrisa dulce e infantil como siempre.

—Yo también...—dijo para separarse del pequeño, estaba sollozando—Te amo hermanito. Y es por ello que quiero que seas feliz, al lado de alguien más.

Juntó su frente con la del pequeño.

—Quiero darte tanto que cuando la muerte me sorprendió... No paré de arrepentirme por no haberte demostrado todo lo que significas para mí

No no por favor no... Por favor no me dejes Colombia... No quiero estar solo... No tengo a nadie más... Por favor...

Lo abrazó fuerte, empezando a llorar destrozado, apoyó su cabeza en su pecho.

—¡¡NO ME DEJES!! ¡¡¡PROMETISTE QUEDARTE CONMIGO!!! ¡¡¡POR FAVOR!!! ¡¡NO ME HAGAS ESTO!!

Lloraba con miedo a perderlo

—No quiero estar solo... No tengo a más nadie...

—¡Yo tampoco quiero!—sollozó el colombiano, mordiendo sus labios—No quiero verte llorar Vene, perdóname, perdóname porque no puedo volver a tus brazos...

Mientras lo decía, iba recostando a su hermano menor sobre el suelo, el de ojos ámbar le miraba con dolor, con el amor que nunca le pudo demostrar por completo.

—Siempre estoy allí... Soy tu ángel guardián, tu amor pasado—tocó sus labios con los dedos, pegándose más al cuerpo de su hermano—Y aunque no quiero dejarte ir, me quema más el saber que aunque después de mi muerte te guardes para mí, yo jamás podré volver para amarte, para hacerte reír, para quitarte la inocencia...

Repartió leves besos alrededor de su cuello, susurró:

—Mi castigo, es no tenerte

Por favor Colombia... Llévame contigo por favor... No tengo a más nadie, déjame quedarme contigo entonces... No quiero alejarme de ti... Por favor... Colombia...

Dijo llorando, mirándolo con miles de lágrimas en sus ojos, lo abrazó fuerte a él, para luego tomarlo de las mejillas y besarlo en los labios con necesidad, quería quedarse con él.

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Sus ojos se empezaron a arrugar levemente. Los abrió y vio que estaba en el mismo sofá abrazando una almohada, miró a todos lados, buscando alguna señal de Colombia, pero vio que solo había sido un sueño, se abrazó a si mismo llorando en silencio, sollozando cubierto únicamente por una manta.

El sirio se había despertado desde hace rato, estaba más calmado; pudo pensar con más claridad qué era lo que le pasaba acerca del venezolano.

¿Lo admiraba? Si.

¿Sentía cariño hacia él? Si

¿Lo deseaba? Por supuesto, pero no tanto como para dañarle y forzarle a hacer algo que a éste no le gustara.

Ni sabía por qué pensaba en ello. Decidió ir a ver cómo estaba, grande fue su sorpresa al verlo acurrucado llorando.

—¿Qué ocurrió?—preguntó suavemente para no asustarlo, acercándose lentamente hasta sentarse cerca de su cuerpo, le acarició las mejillas—¿Quieres explicarme?

Vene lo miró llorando destrozado, solo lo abrazó temblando levemente.

—C-colombia... É-él... Solo se despidió... T-tuve un sueño d-donde... É-el solo s-se despedía de mi...—dijo temblando entre sus brazos llorando, en su hombro—M-me dijo que estuviera con quien me amara... Y me hiciera f-feliz... Pero ya no tengo a nadie, estoy solo....

—Eso no es cierto—dijo suavemente, alzando un poco su mentón para que el otro le mirara—Escucha... Sé que al principio fui un imbécil, no lo niego pero, quiero que confíes en mí. Porque... Yo te quiero, te quiero como si me pusieran mal tus lágrimas, te quiero como si quisiera demostrarte todo mi amor.

No sabía si aquello calmaría al pequeño tritón. Él nunca fue bueno con las palabras, cariñoso sí, gran poeta no.

—Está bien que llores... Porque cuando pierdes a alguien duele mucho. No tienes por qué olvidarlo, pero todo es mejor cuando le dices a los demás cómo te sientes, el dolor es más llevadero

Vene lo miró con lágrimas calmándose, se acostó en su pecho, acurrucándose encima del contrario sin dejar de abrazarlo.

—Y-yo... Ta-también lo quiero mucho s-señor siria...—dijo tímido, ocultando su rostro en el pecho del contrario

—No te disculpes, entiendo que estabas asustado—dijo besando su frente.

Mar de sangre para el Rey (GuyiVene)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora